Según las cifras del CIS, publicadas este lunes, un 28 por ciento de la población española, sin embargo, se niega en rotundo a inmunizarse por el momento.
El psicólogo Pablo Palmero Salinas ha abordado cómo las psicopatologías podrían estar asociadas a las resistencias a la vacunación, con motivo del inicio de la campaña contra la COVID-19 este domingo.
«Los obstáculos a la campaña de vacunación no atienden solo a una cuestión de rigor informativo. Las inseguridades personales y sociales, así como la falta de confianza en el sistema propician derivas emocionales, y piden por parte de los responsables una cuidadosa atención de otros factores, sobretodo de tipo humano. Las personas no colaborarán, o al menos una gran parte, si no se sienten debidamente legitimadas y tenidas en cuenta», explica el experto.
El número de españoles dipuestos a vacunarse inmediatamente de COVID-19 ha aumentado a 40,5 por ciento, según los resultados del Barómetro de diciembre del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), frente al 32,5 por ciento que mostraba su disposición a recibir la vacuna en cuanto fuera aprobada en la encuesta de noviembre.
Según las cifras del CIS, publicadas este lunes, un 28 por ciento de la población española, sin embargo, se niega en rotundo a inmunizarse por el momento.
Un 16,2 por ciento, en cambio, sí se muestra a favor pero solo en el caso de que tenga «garantías», esté «probada» y sea «fiable». «Estos porcentajes son similares en muchos otros países, lo cual indica que estamos frente a una cuestión de primera importancia que necesita ser investigada y abordada de manera pluridisciplinar.
Nos conviene invertir tiempo y los recursos necesarios para afrontar este nuevo reto, porque de nada sirve tener el remedio si no va a ser empleado, o si va a ser origen de confrontaciones sociales», señala. Según Palmero, médicos, científicos y políticos «deben explicar e informar de forma clara y entendible sobre las vacunas».
«Pero no podemos perder de vista que parte de los miedos a éstas tienen un componente más reactivo y emocional que racional, y es aquí cuando entramos en juego los profesionales de la Psicología», detalla. Al respecto, ha apuntado a diversos factores psicológicos que tienen una «influencia directa» sobre las reticencias a las vacunas: unas atienden a patologías concretas tipificadas y otras a factores psicosociológicos compartidos.
TRIPANOFOBIA, HIPOCONDRÍA Y PARANOIA, ASOCIADAS AL MIEDO A LA VACUNACIÓN
En primer lugar, el experto identifica la tripanofobia, es decir, el miedo a las agujas. «Es una de la fobias más extendidas, y se estima que la padecen en mayor o menor medida, un 10 por ciento de la población, y algo con lo que debemos contar en esta campaña de vacunación mundial.
Algunos de sus síntomas son agitación mental y corporal, ansiedad anticipatoria, tensión muscular, mareos y, en ciertos casos, ataques de pánico y desmayos», especifica. Este tipo de fobia suelen tener unas bases psicológicas y emocionales arraigadas en la infancia, en ocasiones implantadas por el llamado condicionamiento vicario, según describió el psicólogo Albert Bandura en su Teoría del Aprendizaje Social.
«La punción corporal, por sus implícitas connotaciones, puede despertar reacciones asociadas a agresiones previas, como invasiones y forzamientos de diversa índole. Tener que confiar y ponerse en manos de otra persona que va a infringirnos una herida, aunque esta sea ‘por nuestro bien’, puede actuar como disparador de daños y emociones largamente reprimidas», justifica este psicólogo. La hipocondría es otro desorden a considerar.
Su prevalencia difiere según las fuentes. De acuerdo con los casos detectados en las consultas españolas de los médicos de familia, lo padece, en su espectro más amplio, cerca de un 20 por ciento de la población. «Los hiponcondríacos temen cualquier cosa que tomen como indició de un fatal desenlace, en último término, la muerte.
«Los hiponcondríacos temen cualquier cosa que tomen como indició de un fatal desenlace, en último término, la muerte. En el caso que nos ocupa, a muchos les pesa tanto el miedo a infectarse de coronavirus, como el temor a que la vacuna pueda tener efectos adversos irreversibles», sostiene el experto.
Palmero aporta una serie de consejos para intentar ayudar a estos pacientes en el contexto de la pandemia de COVID-19: «No se trata de luchar en contra de sus creencias y atiborrarlos con datos e informaciones, sino de escuchar y ayudar la persona a conocer y atender sus males reales. En la actual campaña de vacunación, debería existir un servicio de atención psicológico específico y bien formado para acompañar estos muchos seguros casos». Por último, Palmero señala a la paranoia como otro de los factores implicados.
«Es una psicopatología muy extendida, que será especialmente complicada de atender en el proceso de vacunación si no es debidamente comprendida. El estilo paranoide, a diferencia de lo que sucede en la tripanofobia o la hipocondría, suele ser aguerrido, con una dialéctica agresiva, autoafirmativa y proselitista. Se sitúa en una zona de poder, en una oposición frontal y defensiva, y difícilmente asumen su problema», detalla.
«Durante la pandemia hemos podido comprobar como no son pocas las personas con dicha propensión; muchas de ellas, de hecho, se han organizado como colectivos sociales activos y reaccionarios. Su magnitud y ruido nos da medida de la importancia de entender y atender dicha problemática.
El negacionismo suele ir de la mano de la paranoia, porque si el virus no existe, huelga el recelo de quién y para qué no están haciéndonos creer su existencia», añade al respecto.