Datos provenientes de todo el mundo ponen en tela de juicio las afirmaciones de Pfizer sobre los efectos secundarios y las muertes.


La vacuna de Pfizer contra el coronavirus llegó al mercado en 2020 promocionada como un producto extremadamente seguro. Sin embargo, datos recientes sobre la campaña de vacunación provenientes de todo el mundo podrían poner en tela de juicio las afirmaciones de Pfizer sobre los efectos secundarios y las muertes.

La alianza entre Pfizer y BioNTech fue una de las primeras en presentar su «arma» contra la pandemia en la forma de una «revolucionaria» vacuna mRNA, que recibió el nombre de Comirnaty. El medicamento fue desarrollado utilizando la tecnología del ácido ribonucleico mensajero (ARNm), que era en gran parte desconocida antes de la pandemia, y fue sometido a pruebas clínicas en abril del mismo año. Esta tecnología era tan nueva que no existían estudios de seguridad y los efectos a largo plazo de este tipo de vacunas nunca habían sido evaluados.

Pero después del lanzamiento optimista surgieron dudas acerca de la seguridad de la vacuna. Sobre todo cuando el número de muertes, algunas de las cuales pudieron ser provocadas por la vacuna de Pfizer, superaron los datos similares de otras vacunas.

Las estadísticas oficiales de 13 países (EEUU, la India, Brasil, Argentina, Chile, Francia, Alemania, el Reino Unido, Austria, Italia, Dinamarca y Rusia) que fueron recolectadas y analizadas para el 19 de abril de 2021, muestran que en total se han registrado 2.476 muertes entre las personas que recibieron la vacuna de Pfizer/BioNTech. Lo que corresponde a un simple promedio de 39,4 muertes por millón de dosis aplicadas. Esto es entre tres y cinco veces más que las muertes registradas entre quienes recibieron las vacunas de AstraZeneca y Johnson & Johnson.

El núcleo del problema

A pesar de que Pfizer parece no estar interesado en dar muchos detalles sobre la cifra de muertes, datos recientes muestran que las altas tasas de mortalidad pueden ser provocadas por la tecnología mRNA, que no había sido utilizada ampliamente antes de la pandemia de COVID-19.

A pesar de que la AEM reconoció este problema con la vacuna Comirnaty, correos electrónicos de altos oficiales —entre ellos el subdirector de la agencia, Noel Wathion—, muestran que ellos siguieron presionando a la organización para acelerar la aprobación de la vacuna al mismo tiempo que la Administración de Medicamentos y Alimentos de EEUU (FDA, por sus siglas en inglés).

Si los materiales filtrados son auténticos, solo nos queda preguntar por qué la agencia europea iba a defender los intereses de un fabricante de vacunas a pesar de los riesgos claros para la salud que están asociados a su medicamento.

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F. Sputnik

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