Los expertos señalan que es posible que la serotonina pueda tener efectos de amplio alcance en la salud bacteriana intestinal.
La serotonina, una sustancia química conocida por su papel en la producción cerebral de sentimientos de bienestar y felicidad, puede reducir la capacidad de algunos patógenos intestinales de causar infecciones, según han evidenciando un equipo de investigadores del UT Southwestern Medical Center (Estados Unidos) en un estudio publicado en la revista ‘Cell Host and Microbe’.
Aunque la gran mayoría de las investigaciones sobre la serotonina se han centrado en el cerebro, alrededor del 90 por ciento de este neurotransmisor, un químico que las células nerviosas usan para comunicarse entre sí, se produce en el tracto gastrointestinal.
Debido a que las bacterias intestinales se ven significativamente afectadas por su entorno, los expertos se preguntaron si la serotonina producida en el intestino puede afectar a la virulencia de las bacterias patógenas que infectan el tracto gastrointestinal.
Para ello, los expertos analizaron ‘Escherichia coli O157’, una especie de bacteria que causa brotes periódicos de infecciones transmitidas por alimentos y que a menudo mortales. El equipo cultivó estas bacterias patógenas en placas de ‘Petri’ en el laboratorio y, posteriormente, las expusieron a la serotonina.
Las pruebas de expresión génica mostraron que la serotonina redujo significativamente la expresión de un grupo de genes que estas bacterias usan para causar infecciones. Asimismo, experimentos adicionales con células humanas demostraron que la bacteria ya no podría causar lesiones asociadas a la infección si estuvieran expuestas a la serotonina.
Posteriormente, los investigadores examinaron cómo la serotonina afectaba a la virulencia en los huéspedes vivos. Para ello, y utilizando ratones, analizaron cómo la serotonina podría cambiar la capacidad de ‘Citrobacter rodentium’, una bacteria intestinal de ratón que a menudo se usa como un análogo de ‘E. coli’ en humanos, para infectar y enfermar a sus anfitriones.
Estos ratones fueron modificados genéticamente para producir serotonina en exceso o insuficiente en sus tractos gastrointestinales. Así, los científicos comprobaron que aquellos que produjeron en exceso este neurotransmisor tenían menos probabilidades de ser colonizados por ‘C. rodentium’ después de exponerse a esta bacteria o tener una enfermedad relativamente menor.
Otros experimentos identificaron el receptor de serotonina en las superficies de ‘E. coli’ y ‘C. rodentium’, una proteína conocida como ‘CpxA’. Debido a que muchas especies de bacterias intestinales también tienen CpxA, los expertos señalan que es posible que la serotonina pueda tener efectos de amplio alcance en la salud bacteriana intestinal.