¿Podemos hacer algo para no ver envejecer tanto a nuestro rostro?
El tiempo nos pasa factura a todos, aunque siempre a unos más que a otros. La cara, igual que el resto del cuerpo, se avejenta, los años pasan también sobre ella, y en realidad es nuestro mayor espejo, ¿por qué sucede esto?¿Podemos hacer algo para no ver envejecer tanto a nuestro rostro?
Con los años, la frente aumenta porque las cejas se van para abajo.
Los oídos se hacen más grandes, la nariz también, los ojos y el mentón, así como los pómulos caen. Aparecen las arrugas, las patas de gallo, por ejemplo.
¿Cuáles son las razones?
El presidente de la Sociedad Española de Medicina y Cirugía Cosmética (SEMCC), el doctor Víctor García Giménez, apunta en una entrevista con Infosalus a tres razones por las que nuestro rostro envejece.
La primera de ellas, el simple paso del tiempo antes mencionado, y que poco podemos controlar y combatir, según reconoce. «Afecta igual a la cara, que al hígado o al riñón, por ejemplo.
Detrás del proceso del envejecimiento hay una serie de procesos, el más conocido es la oxidación de las células o la aparición de los radicales libres, fruto del contacto con cuestiones ambientales, con la ingesta de determinadas medicamentos, o por determinadas radiaciones electromagnéticas, por ejemplo.
Se trata de una cosa normal, fisiológica», indica. Normalmente, señala, los ‘antiradicales libres’ que generamos los mantienen a raya, compensados, pero hay ciertas situaciones que hacen que los radicales libres aumenten, tales como una infección, una bajada de defensas, el fumar o el estrés, impactos ambientales, como tomar el sol, por ejemplo, que sí estarían en nuestra mano combatir.
«Esa balanza se desequilibra y aumentan los radicales libres y se acaba matando a la célula, rompiendo su membrana, y eso es condenarla a morir. Se envejece. Es el primer mecanismo del envejecimiento y el factor fundamental: El paso del tiempo», señala.
Un segundo grupo de elementos estaría relacionado con la degradación que nuestros tejidos sufren por la edad. Según relata el experto, cuando envejecemos perdemos masa muscular, masa grasa, y masa ósea. Dice que incluso la cara experimenta fenómenos de atrofia.
«Cuando envejecemos se produce una atonía o atrofia muscular y da lugar a la flacidez, o caída de los tejidos», remarca. Sobre la degradación añade el problema que con la edad tiene lugar en la estructura ósea, sobre todo muy reconocible en personas con osteoporosis o descalcificación de huesos.
«En la cara esa pérdida de masa ósea hace que el contenido y el continente no sean iguales, la musculatura de la piel se relaje y el hueso se contraiga, de forma que el fenómeno de la gravedad se ve incrementado», subraya, a la vez que advierte de que la falta de piezas dentarias puede influir en esa pérdida de masa ósea en la estructura facial.
Para combatir la reducción de la masa ósea en la cara es conveniente, por tanto, hacernos densitometrías óseas y en la medida de lo posible tomar vitamina D, intentar recalcificar los huesos, así como intentar reponer lo antes posible las piezas dentarias que han sido perdidas.
En tercer lugar, el presidente de la SEMCC apunta a fenómenos que nos afectan durante la vida, como la gravedad.
«Nuestros tejidos caen hacia abajo y hacia delante. Con la edad la plasticidad de la piel no es la que era», añade.
El sol, o el tabaco, también recuerda aquí que son muy agresivos y aceleran el envejecimiento de la piel. Por otro lado, en este tercer grupo de causas apunta a la movilidad de la cara, ya que cada rincón de la misma realiza distintos gestos, como a la hora de reír, de comer, o de enfadarnos, por ejemplo.
«Todo es una gesticulación que se origina en los músculos de la cara pero afecta a todas las estructuras vinculadas y, por ejemplo, nos surgen las arrugas, las patas de gallo, o el código de barras en los labios», agrega el doctor García Giménez.
A cada situación le corresponde un tratamiento, y si por ejemplo la musculatura es responsable de la movilidad de los miles de gestos de la cara, dando lugar a la arruga, ésta se puede tratar en primer lugar reduciendo la movilidad, perdiendo parte del gesto, y para ello se emplea en muchas ocasiones el bótox.
«Es el invento del siglo para solucionar este problema, reducir la movilidad y evitar así ese castigo diario de la musculatura que producirá esas arrugas de expresión», subraya el presidente de la Sociedad Española de Medicina y Cirugía Cosmética (SEMCC).