La revolucionaria hipótesis de que ciertas formas de demencia, incluida la enfermedad de Alzhéimer, podrían tener su origen en infecciones microbianas está transformando nuestra comprensión de estas patologías cerebrales.

Este cambio de paradigma sugiere algo extraordinario: condiciones tradicionalmente consideradas irreversibles podrían ser susceptibles de tratamiento. Las investigaciones recientes han revelado una intrincada red de conexiones entre microorganismos –bacterias, hongos y virus–y el deterioro cognitivo, abriendo nuevas vías terapéuticas que podrían revolucionar el abordaje de estas devastadoras enfermedades.

Esta revolucionaria perspectiva encuentra uno de sus casos más llamativos en Nikki Schultek, quien, según relata New Scientist, hace nueve años, en plena treintena y después de completar una media maratón, se enfrentó a un deterioro cognitivo devastador. Con dos hijos pequeños de tres y cinco años, temía no poder verlos crecer.

«Era como vivir en una pesadilla», recuerda Schultek, en una entrevista con The Guardian, donde, según el medio, aparece radiante y sin signos de enfermedad cerebral durante una videollamada desde Carolina del Norte.

El diagnóstico reveló que la bacteria Borrelia burgdorferi, causante de la enfermedad de Lyme, había invadido sigilosamente su cerebro. Los antibióticos revirtieron su deterioro. No obstante, esta bacteria es difícil de erradicar una vez que alcanza el tejido cerebral.

El mito del cerebro estéril

Esta experiencia llevó a Schultek, representante farmacéutica reconvertida en investigadora, a crear la Iniciativa del Patobioma del Alzhéimer (AlzPI), reuniendo a investigadores de instituciones prestigiosas como Cambridge, Heidelberg y el Hospital General de Massachusetts. Su investigación está desafiando una creencia fundamental: la supuesta esterilidad del cerebro. Lejos de ser una fortaleza inmaculada protegida por la barrera hematoencefálica, nuestros cerebros albergan un ecosistema microbiano sorprendentemente diverso.

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«En los últimos 20 años hemos pasado de pensar que el cuerpo humano es una entidad estéril a darnos cuenta de que los microbios están por todas partes», señala Richard Lathe, biólogo molecular de la Universidad de Edimburgo y coautor en las investigaciones de AlzPI, a New Scientist.

Los estudios recientes, detalla el medio científico, especialmente los liderados por Lathe, revelan que nuestros cerebros albergan una sorprendente diversidad de microorganismos, hasta 100.000 especies diferentes. «Vemos que patógenos humanos bien conocidos, como las bacterias Staphylococcus y Streptococcus, así como los hongos Cryptococcus y Candida, están sobrerrepresentados en el cerebro con alzhéimer», explica Lathe.

Por ejemplo, el virus del herpes simple tipo 1 (HSV1), conocido por causar el herpes labial, y Porphyromonas gingivalis, bacteria asociada a enfermedades de las encías, también han sido hallados en cerebros de pacientes con alzhéimer.

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