Ganar dinero rápido y en grandes cantidades es el anzuelo que usa el crimen organizado para reclutar a menores de edad y sumarlos a sus filas delictivas. Esta falsa promesa se paga con un precio alto porque estos niños y adolescentes están condenados a vivir rápido y morir jóvenes.
Miles de niñas, niños y adolescentes han sido forzados por los cárteles para realizar tareas delictivas. Ante los embates de una sociedad inmersa en la inseguridad y factores como la violencia familiar o vulnerabilidad económica, estos jóvenes son tentados por el crimen organizado.
Y aunque esta práctica puede constituirse como uno de los peores delitos, las cifras oficiales son inexistentes, por lo que explicar el problema es complejo y con materiales limitados.
La organización Tejiendo Redes Infancia cuenta con una estimación de entre 35 mil y 45 mil adolescentes reclutados y utilizados durante aproximadamente un año para fines delictivos.
En entrevista, su coordinador Juan Martín Pérez indicó que estos números se han contabilizado hasta 2010, ya que en el país no existe una base de datos oficial sobre este tema.
Precisó que hay dos tipos de prácticas empleadas por los cárteles: de utilización —cuando no representan un riesgo, es decir, los niños son mensajeros o realizan tareas menores— y de reclutamiento, en las que los jóvenes son involucrados en tráfico de drogas y delitos mayores.
«Por eso nuestra exigencia de la tipificación porque eso permitiría que ya de manera obligada, digamos, por el marco de ley se pueda contabilizar el número de carpetas de investigación y casos, al mismo tiempo de etiquetar presupuesto y hacer un marco de política pública que puede evaluar las acciones.» dijo Martín Pérez.
«Ahora mismo no hay manera ni siquiera de encontrar información del tema porque no está en el marco de ley«, insistió el coordinador de Tejiendo Redes Infancia.
¿Cómo son los niños y adolescentes reclutados por sicarios?
En 2021, la organización Tejiendo Redes Infancia presentó un estudio para ubicar factores de riesgo a partir de datos oficiales, indicadores del Inegi, desde percepción hasta información de zonas con mayor número de homicidio o hechos violentos.
El perfil de los niños y jóvenes
- La mayoría se mantiene lejos de los estudios.
- Generalmente, en su contexto familiar cuentan con un integrante privado de la libertad.
- En su familia hay personas con trayectoria en el consumo de drogas.
- Algunos menores reportan haber vivido condiciones serias de violencia familiar.
«Estos factores no atendidos, al no estar, por ejemplo, también con su familia o no tener relato positivo, pues los convierten en vulnerables. No es que de facto esa condición los haga criminales. Nos estamos refiriendo a condiciones de riesgo», mencionó el especialista.
«Mejor 5 años como rey que toda una vida de güey»
La realidad que viven estos niños y adolescentes puede ser abrumadora. Los menores de edad sufren presiones, amenazas o engaños para que colaboren con estas organizaciones criminales. Esto los pone en una situación de gran vulnerabilidad, en la cual se facilita su captación y utilización por grupos criminales.
«Y en esa vulnerabilidad, la búsqueda de pertenencia, la sobrevivencia, tener dinero para comer o incluso el tener una identidad, aunque sea basada en miedo, puede ser un factor que los atrae», explicó Juan Martín Pérez.
Vivir rápido y morir jóvenes, a eso están sentenciados los menores de edad expuestos a estas situaciones. Un panorama que, con certeza, ellos prevén desde su ingreso a las filas de la delincuencia. Aquellos que se quedan en la condición de reclutamiento son expuestos a condiciones adversas para su desarrollo personal.
«Me estoy refiriendo a asesinatos, mutilaciones, canibalismo. Esto les genera, por la propia condición tan impactante, estrés postraumático«.
El especialista precisó que el tratamiento no es sencillo para quienes lograron sobrevivir a estas actividades, ya que su esperanza de vida se aminora.
«Y esto obviamente reduce la posibilidad de que ellos permanezcan por su cuenta o sin soporte en una condición de salud. Y les lleva a tener un consumo de sustancias muy intenso, puede ser alcohol u otras drogas, a literalmente tener intentos de suicidio o incluso a buscar de manera temeraria ser asesinados».
En Elota, municipio de Sinaloa, la asociación documentó este tipo de testimonios hace cinco años.
«Los jóvenes decían coloquialmente: ‘mejor cinco años como rey que toda una vida de güey‘, teniendo certeza de que la esperanza de vida es algo que se reduce en esta condición por todos los riesgos asociados», comentó el coordinador.
Los jóvenes reclutados saben que su condición es de riesgo y está «explícito en el contrato de participación«.
«Nosotros podemos imaginar es que ganan mucho dinero y entonces se podrían ir o escapar. No, en realidad no es así. O sea, de por sí ganan muy poquito dinero, pero además tampoco pueden ahorrar o generar un fondo para irse o escapar porque muchas ocasiones están atrapados en consumos de sustancias o en tratar de demostrarse a ellos y a otros que tienen dinero, que se acercan a los jefes de plaza y demás».
Sobre si existe algún mecanismo en México para apoyar a niños y adolescentes reclutados por cárteles, el coordinador de la organización dijo:
«Hay algunos programas que han intentado especializarse. Son incidentes. Están, por ejemplo, los Salesianos, en el estado de Michoacán, que tienen un programa que busca priorizar a estos adolescentes, sobre todo los que han salido de los centros de tratamiento para adolescentes, después de haber sido detenidos y procesados por cometer delitos de alto impacto.»
Mencionó a Reinserta, donde brindan acompañamiento a algunos casos. Aunque afirma que no hay programas que acompañen a los adolescentes y personas jóvenes que estén en activo, reclutados o intentando escapar.
«Generalmente, los adolescentes que ya han estado en centros de privación de libertad o de tratamiento se convirtieron como en alguien ‘desechable’ para los grupos criminales«.
Un informe de la organización Save The Children, en 2021, señala que al menos 337 millones de niñas y niños en el mundo se encuentran en riesgo de ser reclutados y utilizados por fuerzas o grupos armados.
Aunque en México, Brasil y otros países de Centroamérica existen casos de menores de edad que han logrado sobrellevar su vida después de estas acciones delictivas, la insistencia de las organizaciones y fundaciones es prevenir esas prácticas.
Han pedido a los gobiernos hacer un mayor esfuerzo para atender de manera focalizada los factores de riesgo asociados al reclutamiento, como por ejemplo, garantizar de manera efectiva el derecho a la educación, así como una vida libre de violencia y explotación.
Con información de Milenio Noticias
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