Claudia Sheinbaum, presidenta de México, declaró que implementará «medidas arancelarias y no arancelarias» en respuesta a la imposición de aranceles del 25% decretado por el presidente estadounidense Donald Trump. Además, rechazó de manera enfática cualquier colaboración de su gobierno con criminales.
En un comunicado divulgado por la red social X después de una reunión con su gabinete en la sede presidencial, la mandataria no dio detalles específicos de cuales serían los nuevos impuestos al comercio, si generales o específicos, o el resto de medidas.
Con esta decisión pareció dejar claro que no se iba a amedrentar por la cláusula incluida en la orden de Trump que incluía también un mecanismo para aumentar los aranceles si las naciones afectadas tomaban represalias contra Estados Unidos.
Sheinbaum rechazó “categóricamente la calumnia que hace la Casa Blanca al Gobierno de México de tener alianzas con organizaciones criminales, así como cualquier intención injerencista en nuestro territorio” y dijo que si en algún lugar existen alianzas con los cárteles “es en las armerías de los Estados Unidos que venden armas de alto poder a estos grupos criminales, como lo demostró el propio Departamento de Justicia de Estados Unidos en enero de este año”.
Gabriela Siller, analista económica del grupo financiero mexicano Banco Base, dijo que los aranceles podrían desencadenar una “crisis económica” en México, que se traduciría en un golpe para industrias clave, un aumento del desempleo y subidas de precios. Además, consideró que reaccionar a los aranceles con más aranceles podría asestar un doble golpe a los consumidores y a la economía mexicanos.
Necesitan poner aranceles muy específicos a productos de Estados Unidos”, indicó Carlos Pérez Ricart, del Centro de Investigaciones y Docencia Económica. El académico, sin embargo, advirtió que la crisis que se avecina podría ser igual o peor a la de 1994, que supuso una enorme depreciación del peso mexicano.
Académicos y diplomáticos criticaron también el mecanismo de Trump de tomar represalias contra quien respondiera a sus medidas, algo sin precedentes. “Es un acto inaudito de prepotencia”, dijo Pérez Ricart. “Está en contra de todas las reglas establecidas para dirimir conflictos”.
Martha Bárcena, exembajadora de México en Washington durante la primera administración de Trump, aseguró que “nunca había habido un pronunciamiento oficial tan duro del gobierno de Estados Unidos sobre el gobierno de México” y, en su opinión, eso “indica no solo falta de confianza, sino la consideración del gobierno mexicano como una amenaza a la seguridad nacional de Estados Unidos con todas sus implicaciones”.
Pese a la contundencia de su mensaje, la presidenta mexicana dijo estar abierta a establecer una mesa de diálogo en temas de seguridad y salud pública y puso como ejemplo de entendimiento las conversaciones mantenidas en las últimas semanas en el tema de migración.
México no quiere confrontación. Partimos de la colaboración entre países vecinos”, indicó.
La presidenta mexicana recordó que, en sus cuatro meses en el gobierno, ha realizado incautaciones de droga y detenciones importantes en lo que los analistas consideran un cambio con respecto a la estrategia de su predecesor de “Abrazos, no balazos”.
Pero insistió en que para combatir a los cárteles, hay que trabajar conjuntamente con responsabilidad compartida, confianza mutua, colaboración y respeto pero que Estados Unidos también tiene que combatir la venta de droga en su territorio y el lavado de dinero.
Coordinación sí; subordinación, no”, insistió.
Con información de AP News.