Los asesinatos sembraron pena y temor en las comunidades estrechamente unidas, y decenas de personas se mudaron a Estados Unidos.
El presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador anunció el domingo la construcción de un monumento en honor de las nueve personas con doble nacionalidad méxico-estadounidense que fueron asesinadas el año pasado en una emboscada por presuntos miembros del crimen organizado en un camino remoto en una región fronteriza cerca de Nuevo México.
Ante los integrantes del pequeño poblado de La Mora, que quedó destrozada por los asesinatos del 4 de noviembre de tres mujeres y seis niños, miembros de la familia extendida Langford, LeBarón y Miller, el mandatario dijo que el primer objetivo es llevar a los responsables ante la justicia.
Después de reunirse con familiares de las víctimas, el presidente indicó que se llegó a un acuerdo con funcionarios municipales y estatales en Sonora para crear una especie de monumento “aquí donde sucedieron estos hechos lamentables y dolorosos” y también para un reconocimiento especial a quienes arriesgaron sus vidas para ayudar a las víctimas y sobrevivientes.
“Para que exaltemos esto, la verdadera solidaridad: El que está dispuesto a dar la vida por otro”, destacó López Obrador.
El presidente se comprometió a reunirse de nuevo con los familiares en los próximos dos meses para informarles personalmente de los avances de la investigación y regresar en cuatro a seis meses a presentar un plan de desarrollo regional que incluye mejoras en las carreteras.
Las familias, mayormente bilingües, han vivido en el norte de México por décadas y se consideran a sí mismos mormones, si bien no están afiliados con la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días.
El origen de la comunidad en México data del final oficial de la poligamia en la Iglesia mormona hace más de un siglo, lo que obligó a muchas familias que mantuvieron esa práctica a crear colonias en otros lugares. Con el paso de generaciones, muchas de esas comunidades establecidas en el norte de México han abandonado la poligamia.
La Mora es un caserío de unos 300 habitantes en el estado de Sonora mientras que la Colonia LeBarón es un poblado más grande, de unas 2 mil personas, en el otro lado de las montañas en Chihuahua; ambas poblaciones están conectadas por un peligroso y engañoso camino de tierra que transitaban las víctimas para visitar a sus familiares, cuando ocurrió el ataque.
Las áreas se encuentran en un territorio en disputa entre cárteles del narcotráfico. El cártel de Sinaloa del condenado capo Joaquín “El Chapo” Guzmán, que domina en Sonora, y el cártel de Juárez que controla Chihuahua.
Los asesinatos sembraron pena y temor en las comunidades estrechamente unidas, y decenas de personas abandonaron La Mora para mudarse a Estados Unidos en los días posteriores por preocupación sobre su seguridad. La otrora tranquila e incluso idílica vida en un fecundo valle ribereño rodeado por montañas y arbustos desérticos se había vuelto cada vez más frágil conforme los grupos del crimen organizado ejercían su influencia y se enfrentaban entre sí, según algunos.
“Corazones quebrados, derrotados y por la culpa de la delincuencia. Yo personalmente no entiendo cómo puede seguir muriendo tanta gente en un país tan lindo, tan buena gente y con tanta riqueza”, comentó Margaret Langford, integrante de la comunidad, en la ceremonia del domingo. “Yo nací en Chihuahua, pero tengo 20 años seguidos viviendo aquí en La Mora, un lugar que era tan tranquilo y que los vecinos apreciamos tanto”.
En los últimos años, México ha venido registrando máximos históricos en cifras totales de homicidios desde que se empezó a contar con récords comparables en la década de 1990.
López Obrador reiteró el domingo que su estrategia de seguridad pretende abordar las raíces de la violencia como la pobreza, la desigualdad y la falta de oportunidades, particularmente para los jóvenes, en lugar de la ofensiva militar lanzada en 2006 por el entonces presidente Felipe Calderón y que continuó el predecesor de López Obrador, Enrique Peña Nieto.
“Quitarle el agua al pez, que ya no haya jóvenes que quieran ser sicarios”, subrayó el presidente.
Los familiares de las víctimas dijeron el jueves que las autoridades estadounidenses les informaron que habían detenido a dos sospechosos de los asesinatos, y la fiscalía mexicana indicó a principios de esa semana que más de 40 sospechosos habían sido identificado.
Previamente, los fiscales mexicanos señalaron que tres hombres fueron arrestados y acusados de crimen organizado por delitos de narcotráfico, si bien ninguno aparentemente ha enfrentado hasta ahora cargos por homicidio en el caso.
Cuatro sospechosos más al parecer se encuentran en arresto domiciliario, y el nombre de uno de ellos coincidió parcialmente con el del jefe de policía del poblado de Janos, Chihuahua, cerca del extremo este del camino de tierra.
Medios locales reportaron que el jefe de policía se encontraba en la nómina del cártel de la Línea, que mantiene una alianza con el cártel de Juárez.
“Yo sé que hay cosas que no nos quitan el dolor, que el dolor permanece en nuestros corazones, pero, sin duda la justicia, señor presidente, y le agradezco a todo su gabinete de seguridad que nos acompaña, aliviará un poco el dolor de estas familias”, dijo la gobernadora del estado de Sonora, Claudia Pavlovich Arellano.