Chihuahua ha recibido este año unos 5.200 deportados, con un promedio de 65 diarios, pero su gestión se ha complicado con el avance del coronavirus.
Ciudad Juárez, en la frontera con El Paso, Texas, prepara un albergue para mantener en cuarentena a los migrantes que sean devueltos desde Estados Unidos. Con ello intentará contener la transmisión del COVID-19 en México desde el país con más contagios de toda América, una preocupación también expresada por la Iglesia Católica, la entidad que gestiona la principal red de albergues para migrantes del país.
Según un comunicado del estado de Chihuahua, esta ciudad ha recibido este año unos 5.200 deportados, con un promedio de 65 diarios, pero su gestión se ha complicado con el avance del coronavirus, que en Estados Unidos ha contagiado a más de 80.000 personas mientras que en México sólo ha registrado 585 casos.
Dirvin García Gutiérrez, jefe de división del programa de Atención al Migrante, indicó que la idea es instalar un “albergue filtro para mantener el aislamiento por 14 días a los recién repatriados” y evitar así potenciales transmisiones del virus a otros migrantes que están en la ciudad y al resto de la población.
Asimismo, indicó que se intentará aminorar el hacinamiento que hay en el resto de albergues, un total de 14, la mayoría privados o de entidades religiosas, para que haya como máximo entre 50 y 80 personas en cada uno.
México y Estados Unidos acordaron la semana pasada el cierre parcial de su frontera para actividades no esenciales para intentar contener la pandemia. También decidieron que la administración de Donald Trump pudiera devolver a territorio mexicano no sólo a los deportados habituales, sino también a los centroamericanos que crucen ilegalmente, incluidos aquellos cuyo objetivo fuera solicitar asilo.
La iglesia católica mexicana exigió esta semana al ejecutivo mexicano “firmeza” frente al gobierno estadounidense para garantizar el debido proceso de migrantes y solicitantes de asilo porque teme que el aumento de las deportaciones y la saturación de algunos albergues supongan focos importantes de transmisión del COVID-19.
En un comunicado, la pastoral de movilidad social señaló que Estados Unidos “deportará también el coronavirus por la puerta ancha y con el consentimiento del gobierno mexicano” ante “la carencia de controles sanitarios eficientes y permanentes” y “la falta de una clara y eficaz política de prevención” por parte de México.
La Iglesia denunció, además, que varios albergues del país se sienten “rebasados por la falta de estrategias precisas de seguridad sanitaria” y están cerrando las puertas a nuevos ingresos para evitar la transmisión del coronavirus, con lo que muchos migrantes se pueden quedar sin asistencia.
Por su parte, la ONG Médicos sin Fronteras emitió el jueves un comunicado en el que asegura que la decisión del gobierno de Estados Unidos de bloquear los procesos de solicitud asilo y cerrar la frontera con México, con la justificación de frenar la propagación del virus “amenaza la salud y la seguridad de miles de personas que buscan protección internacional” y que son obligadas a regresar a México.
Esta organización, que atiende a migrantes en distintos puntos de la frontera, indicó que ese este tipo de medidas son “innecesarias y desproporcionadas” y basándose en su experiencia sanitaria asegura que sólo son eficaces aquellas que protegen a toda la población, incluidos los más vulnerables, como los migrantes.