Rusia informó de sus bajas militares por primera vez, diciendo que casi 500 de sus soldados han muerto y casi 1.600 han resultado heridos.
Más de un millón de personas han huido de Ucrania tras la invasión rusa, en el éxodo de refugiados más rápido del siglo, según dijo el jueves Naciones Unidas. Moscú dijo que estaba dispuesta mantener nuevas conversaciones para poner fin a los combates, aunque sus fuerzas seguían atacando la segunda ciudad más grande del país y dos puertos estratégicos.
La cifra de refugiados proporcionada por la ONU a The Associated Press se alcanzó el miércoles y supone que más del 2% de la población ucraniana se ha visto expulsada del país en menos de una semana. La evacuación masiva era patente en Járkiv, donde residentes desesperados por escapar de los proyectiles abarrotaban la estación de tren de la ciudad y llenaban los trenes, a veces sin saber a dónde se dirigían.
Una columna de tanques y otros vehículos parecía llevar días atorada fuera de la capital, Kiev, mientras los combates continuaban en varios frentes en Ucrania. El jueves se esperaba una segunda ronda de conversaciones en la vecina Bielorrusia, aunque los dos bandos parecían haber encontrado poco terreno común.
“Estamos dispuesto a mantener conversaciones, pero continuaremos la operación porque no permitiremos que Ucrania conserve una infraestructura militar que amenaza a Rusia”, dijo el ministro ruso de Exteriores, Sergey Lavrov, añadiendo que Rusia permitiría que los ucranianos elijan su gobierno.
Lavrov añadió que Occidente ha armado de forma continuada a Ucrania, dado instrucción a sus tropas y construido bases allí para convertir el país en un baluarte contra Rusia, repitiendo las afirmaciones esgrimidas por Moscú para justificar su operación en Ucrania.
Estados Unidos y sus aliados han insistido en que la OTAN es una alianza defensiva que no supone una amenaza para Rusia. Y Occidente teme que la invasión rusa pretenda derrocar el gobierno de Ucrania e instalar un régimen afín.
Las fuerzas rusas mantuvieron su presión. Mariúpol, una gran ciudad en el Mar de Azov, estaba cercada por fuerzas rusas, según el Ministerio británico de Defensa. La situación de otro puerto vital, Jersón, una localidad de astilleros en el Mar Negro con 280.000 habitantes, no estaba clara.
Las fuerzas rusas dijeron haber tomado el control total de Jersón, lo que la convertiría en la ciudad más grande tomada hasta ahora. El Ministerio británico de Defensa dijo que era posible, aunque aún no se había verificado. El alcalde dijo que no había fuerzas ucranianas en la ciudad, aunque bandera ucraniana seguía ondeando allí.
Durante la noche, periodistas de Associated Press en Kiev oyeron al menos una explosión antes de que empezaran a circular videos de aparentes ataques a la capital. Los objetivos no estaban claros en un primer momento.
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El Ministerio ruso de Defensa dijo haber destruido un centro de reserva de retransmisiones en el distrito de Lysa Hora, unos 7 kilómetros (4 millas) al sur de la sede del gobierno. El Ministerio dijo que se habían empleado armas de precisión no especificadas y que no había víctimas ni daños a edificios residenciales.
Un comunicado del estado mayor de las fuerzas armadas de Ucrania no mencionó los ataques en la capital y se limitó a decir que las fuerzas rusas se estaban “reagrupando” y “tratando de alcanzar las afueras al norte” de la ciudad.
“El avance sobre Kiev no ha sido muy organizado y ahora están más o menos atorados”, dijo a AP en Moscú el analista militar Pavel Felgenhauer.
Al menos 227 civiles han muerto y otros 525 han resultado heridos desde el comienzo de la invasión, según las últimas cifras de la oficina del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos. Ucrania había informado antes de más de 2.000 civiles muertos, una cifra que no fue posible verificar de forma independiente.
La oficina de la ONU emplea una estricta metodología y sólo contabiliza las muertes confirmadas, y admite que sus cifras están muy por debajo de lo real.
Aun así, los datos superan al total de víctimas civiles en los combates de 2014 en el este de Ucrania entre separatistas a favor de Rusia y fuerzas ucranianas, que ascendieron a 136 muertos y 577 heridos.
En un discurso grabado en vídeo, el presidente, Volodymyr Zelenskyy, pidió a los ucranianos que mantuvieran la resistencia. Prometió que los invasores no tendrían “ni un momento de tranquilidad” y describió a los soldados rusos como “niños confundidos que han sido utilizados”.
El aislamiento de Moscú se profundizó cuando la mayor parte del mundo se alineó contra él en las Naciones Unidas para exigirle que se retire de Ucrania. Y el fiscal de la Corte Penal Internacional abrió una investigación sobre posibles crímenes de guerra. En un drástico cambio de postura, el Comité Paralímpico Internacional vetó a los deportistas rusos y bielorrusos de los Juegos Paralímpicos de Invierno.
La economía rusa ya está acusando el golpe y “podría haber una crisis política grave” si el presidente de Rusia, Vladimir Putin, no encuentra la forma de terminar la guerra deprisa, indicó Felgenhauer.
“No hay dinero de verdad que gastar para librar esta guerra”, dijo, añadiendo que si Putin y el Ejército “no logran terminar esta campaña muy rápido y con victoria, están en un problema”.
Rusia informó de sus bajas militares por primera vez desde que comenzó la invasión la semana pasada, diciendo que casi 500 de sus soldados han muerto y casi 1.600 han resultado heridos. Ucrania no reveló sus propias pérdidas militares, pero informó que habían fallecido más de 2.000 civiles, una afirmación que no pudo ser verificada de forma independiente.