Joe Biden, presidente desde el 20 de enero, también está dejando sus marcas.

La casa oficial y lugar principal de trabajo del presidente de Estados Unidos desde poco después de que George Washington la mandara a construir en 1790, la Casa Blanca ha sido remodelada, incendiada, reconstruida y ampliada. En cada nueva obra, se desvela algún que otro misterio. ¿Conoces alguno?

La historia es vasta, y vastos también son los cambios que sufrió la Casa Blanca durante los diferentes mandatos presidenciales. John Adams (1797-1801) fue el segundo presidente de Estados Unidos pero el primero en ocupar la Casa Blanca. La imponente residencia fue construida durante el mandato de su antecesor, Washington (1789-1797), quien prefirió no mudarse y continuar viviendo en Filadelfia.

Desde entonces hasta hoy, la Casa Blanca fue testigo de cómo Thomas Jefferson (1801-1809) asentó su despacho en lo que ahora es parte del Comedor de Estado; de cómo Grover Cleveland (1885 -1889 y 1893 -1897) se casó en el Salón Azul 1886, el mismo espacio donde James Monroe (1817-1825) había tomado el té con los líderes indígenas norteamericanos de las Grandes Llanuras unas seis décadas antes, según relata Luna Shyr en la revista digital Atlas Obscura.

Joe Biden, presidente desde el 20 de enero, también está dejando sus marcas. El actual mandatario colocó un retrato de Franklin D. Roosevelt sobre la repisa del Despacho Oval.

Pero como era de esperarse, Biden conservó el histórico escritorio Resolute… uno de los primeros tesoros de la residencia presidencial.

¿Qué secretos esconde la Casa Blanca?

¿Qué hay detrás del escritorio Resolute?

Regalo a la Reina Victoria de Inglaterra al 19º presidente de Estados Unidos, Rutherford B. Hayes (1877 y 1881), es el escritorio que han usado la mayoría de los presidentes del país, y tiene una intrincada historia.
​Pesa media tonelada y está construido con maderas de roble del HMS Resolute, un barco especialmente equipado para la exploración del Ártico que formó parte de una fallida expedición de 1852. Tres años después, el barco fue encontrado a la deriva entre témpanos de hielo en el Estrecho de Davis por un ballenero estadounidense. Fue reacondicionado y enviado de vuelta a Inglaterra. Una parte de sus maderas regresó a Estados Unidos décadas después como regalo de la Reina a Hayes. John F. Kennedy fue el primero en instalarlo en el Despacho Oval.



La Casa Blanca, ¿es realmente blanca?

Otro de los misterios de la Casa Blanca es, paradójicamente, su color. Los expertos dicen que, de hecho, el color original de la Casa Blanca no es blanco, sino grisáceo. Pues ese es el color de la piedra arenisca con la que la construyeron, según dijo Matthew Costello, historiador de la Asociación Histórica de la Casa Blanca, a Atlas Obscura.
El blanco brillante de la pintura a base de plomo que hoy conocemos llegó en 1818, cuatro años después de que los británicos quemaran la casa original, tras su victoria en la batalla de Bladensburg durante la Guerra de 1812. Con el tiempo, se acumularon tantas capas de pintura que se tardó 16 años en eliminarlas todas en un gran proyecto de restauración que concluyó en 1996. Cada capa requiere casi 2.160 litros de pintura.

El retrato salvado de los británicos

Son muy pocos los objetos que sobrevivieron al incendio. Uno de ellos es el icónico retrato de Washington realizado por Gilbert Stuart en 1797, que la primera dama Dolley Madison ordenó salvar antes de huir. El grupo que rescató el retrato rompió el marco para sacar el lienzo.
Pero ese no es el dato más interesante, sino que en el grupo había un esclavo llamado Paul Jennings y un jardinero irlandés, que «lo pusieron en un carro y lo sacaron de la ciudad», cuenta Costello. Gracias a la hazaña, el retrato de cuerpo entero fue devuelto a la mansión reconstruida en 1817, y ahora cuelga en el Salón Este.

¿Hay una bolera en la Casa Blanca?

Pareciera que sí, que los presidentes también necesitan divertirse. La bolera de la Casa Blanca fue instalada por Harry Truman (1945-1953) en el sótano en 1947. Aunque Truman no era muy aficionado a los bolos, permitió al personal de la Casa Blanca crear una liga de bolos, asegura Costello. Dwight Eisenhower (1953-1961) encontró otros fines para el espacio —lo convirtió en una sala de archivos y comunicaciones—, y la bolera terminó al otro lado de la calle, bajo la gigantesca estructura que ahora se llama Eisenhower Executive Office Building.

Pero cuando llegó Richard Nixon (1969-1974), la cosa cambió. «Le gustaba jugar a los bolos hasta altas horas de la noche, sobre todo para distraerse», apuntó Costello. Nixon mandó construir una pista de bolos privada y única para él en la propia Casa Blanca, bajo el Pórtico Norte, donde permanece hoy.

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