Los fieles de las dos congregaciones a menudo viven muchos en un mismo departamento, lo que aumenta el riesgo de contagio e impide el aislamiento.

Dos iglesias hispanas de Nueva York han perdido a más de 100 feligreses por el COVID-19, y por la cuarentena vigente en ese país no pueden reunirse para llorar y despedir a sus muertos.

na es una iglesia católica romana de Queens, la otra una iglesia luterana de Manhattan. Son dos mundos aparte dentro de la ciudad de Nueva York, pero la pandemia del COVID-19 unió sus congregaciones hispanas en el dolor.

Muchos en las dos comunidades son vulnerables. Trabajan en ramos considerados indispensables, en sitios que van desde hospitales y otros centros de salud hasta supermercados, y son presionados para que sigan trabajando a riesgo de contagiarse. Muchos son inmigrantes sin permiso de residencia que no tienen acceso a atención médica.

Hay casi 40 muertos entre los 400 feligreses que asisten a las misas en español en la Saint Peter’s Church (Iglesia de San Pedro), una congregación luterana en la zona de midtown de Manhattan. El presidente de la congregación Christopher Vergara dice que cuesta informar de las muertes a los familiares de las víctimas del virus en sus países de origen.

Las bajas son más altas todavía en la Saint Bartholomew Catholic Church (Iglesia Católica de San Bartolomeo) del barrio de Elmhurst, en el distrito de Queens. Su pastor, el reverendo Rick Beuther, dice que al menos 63 feligreses han muerto por el virus, aunque sospecha que podría haber muchas más víctimas.

“Las últimas ocho o diez semanas han sido un verdadero tsunami, un desastre para nosotros, entre enfermos, muertes, desempleo y la falta de servicios para los indocumentados”, expresó Beuther.

Un sábado típico antes de la pandemia unas 5.500 personas –mayormente hispanos sin permiso de residencia– asistían a las misas en la San Bartolomeo.

Ahora que no se permite la presencia de los fieles en las iglesias, Beuther trata de llamar diariamente a decenas de feligreses y de comunicarse con los capellanes que visitan a los hospitalizados.

Los fieles de las dos congregaciones a menudo viven muchos en un mismo departamento, lo que aumenta el riesgo de contagio e impide el aislamiento.

“Es algo muy estresante”, dijo Beuther. “Cuando alguien tose o estornuda en un departamento, tiene miedo de que los demás le pidan que se vaya”.

Ambas iglesias lanzaron programas de comidas para los fieles necesitados, incluido un complejo sistema de entregas de puerta en puerta que San Pedro hace en los cinco distritos de Nueva York. Algunos miembros de San Pedro aportan dinero para los entierros o la cremación de los fieles muertos.

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