Desmond Tutu era un sonriente arzobispo sudafricano cuya personalidad incontenible le ganó amigos y admiradores en todo el mundo.
El premio Nobel de la Paz, que ayudó a acabar con el apartheid en Sudáfrica, murió este domingo, en Ciudad del Cabo, a los 90 años.
El presidente de ese país, Cyril Ramaphosa, aseguró que la muerte del eclesiástico marcaba «otro capítulo de duelo en la despedida de nuestra nación a una generación de sudafricanos excepcionales». El mandatario señaló que el arzobispo había ayudado a legar «una Sudáfrica liberada». Se le atribuye haber acuñado el término Rainbow Nation (nación arcoíris) para describir la mezcla étnica de la Sudáfrica posterior al apartheid.
Contemporáneo de Nelson Mandela, icono de la lucha antiapartheid, el religioso se convirtió en una de las fuerzas impulsoras detrás del movimiento para poner fin a la política de segregación racial y discriminación impuesta por el gobierno de la minoría blanca contra la mayoría negra en Sudáfrica, que se extendió desde 1948 hasta 1991.
La muerte de Tutu se produce pocas semanas después del fallecimiento, a los 85 años, de quien fue el último presidente de la era del apartheid de Sudáfrica, F.W. de Klerk.
El presidente Ramaphosa dijo que Tutu era «un líder espiritual icónico, activista contra el apartheid y activista mundial por los derechos humanos».
Lo describió como «un patriota sin igual; un líder de principios y pragmatismo que dio sentido a la percepción bíblica de que la fe sin obras está muerta». «Un hombre de extraordinario intelecto, integridad e invencibilidad contra las fuerzas del apartheid, también era tierno y vulnerable en su compasión por aquellos que habían sufrido opresión, injusticia y violencia bajo el apartheid, y personas oprimidas y pisoteadas en todo el mundo», añadió.