Europa ya ha pasado dos años en alerta máxima por la pandemia, pero ahora su mayor miedo es la posible guerra nuclear.

Al otro lado de un puente peatonal ubicado en un centro comercial tipo outlet muy concurrido rodeado de frondosos campos en el norte de Italia, los trabajadores de un almacén común y corriente se preparan para un ataque nuclear, sus efectos radioactivos y el fin del mundo como lo conocemos ahora.

“Nos encontramos en medio de una avalancha de solicitudes”, comentó Giulio Cavicchioli, mientras nos mostraba un sistema subterráneo de filtración de aire que “limpia” las partículas radioactivas, el gas nervioso y otros agentes biológicos y reproducía el video de un recorrido por un refugio nuclear “listo para usarse”. Su empresa, Minus Energie, ha pasado de producir 50 búnkeres en los últimos 22 años a atender 500 solicitudes en las últimas dos semanas.

“Hay una fiebre de construcción de búnkeres” ocasionada por el temor de que las bombas nucleares rusas lleguen a Europa, señaló. “Ahora es mucho más aterrador”.

Desde que el presidente de Rusia, Vladimir Putin, inició su guerra en Ucrania y puso en “alerta máxima especial” a sus fuerzas nucleares, la violencia cada vez más extrema y el legado de dos guerras mundiales han reavivado en Europa un temor que no había existido en varias décadas acerca de un desastre nuclear.

Europa ya ha pasado dos años en alerta máxima por la pandemia, pero ahora la manifestación de sus miedos y su deseo de defenderse ha pasado de los cubrebocas, las vacunas y las cuarentenas por la COVID-19 a los búnkeres, las pastillas de yodo y las alarmas de ataques aéreos de una guerra nuclear.

De Italia a Suecia, de Bélgica al Reino Unido, el fantasma de la guerra nuclear, que parecía un vestigio del pasado, está impregnando la conciencia europea de una nueva generación. También está dando lugar a una nueva perspectiva de la infraestructura para la defensa, las guías de sobrevivencia y los refugios para lluvias radioactivas que hasta hace poco tiempo pertenecían al ámbito de quienes usan ropa de camuflaje, los catastrofistas que portan armas de asalto o los multimillonarios paranoicos.

“Estamos muy preocupados por la seguridad, la protección y los riesgos de las medidas de seguridad provocados por la invasión rusa a Ucrania”, declaró la Unión Europea en un comunicado del 9 de marzo.

“Desde la caída de la Unión Soviética, no habíamos pensado en eso, lo habíamos hasta que, bueno, se le ocurrió invadir a este loco”, comentó Hamish de Bretton-Gordon, excomandante de la Defensa Nuclear, Radiológica, Biológica y Química del Reino Unido y de la OTAN, y quien ahora es profesor invitado en el Magdalene College, en Cambridge.

LEER ADEMÁS: Rescatan a más de 100 sobrevivientes de un teatro bombardeado en Mariúpol, Ucrania

Explicó que los búnkeres de toda Europa “han caído en el abandono” y estaban muy deteriorados. “Estamos completamente desprevenidos”, señaló Bretton-Gordon. “Pero, cada día que pasa, es un hecho que tal vez debamos considerar con cierto detalle”.

Los países cercanos a Rusia ya lo están considerando.

Finlandia, en la frontera occidental con Rusia, ha mantenido durante años una alta presteza militar y periódicamente prueba sus alarmas; además, según Petri Toivonen, secretario general del Secretariado del Comité de Seguridad de Finlandia, cuenta con una “larga tradición de preparación”. “Hemos estado construyendo refugios de manera continua”, escribió en un correo electrónico.

Añadió que “por el momento, tenemos capacidad para aproximadamente 4.000.000 de personas en cerca de 50.000 refugios”.

En Suecia, la anexión de Crimea por parte de Rusia reactivó una estrategia de “defensa total” que se había relajado desde la caída de la Unión Soviética. Ahora, la Agencia de Contingencia Civil de Suecia está probando un sistema de alarma para ataques aéreos y difundiendo un folleto de prevención al estilo de la era de la Guerra Fría. Esta guía de 20 páginas incluye una lista de verificación de los suministros básicos que hay que conseguir en el supermercado para sobrevivir durante la huida o dentro de un refugio.

Incluso en lugares más alejados, la demanda de búnkeres y refugios para lluvias radioactivas va en aumento y está abarcando un mercado más extenso que el de la gente adinerada.

“Imagínenlo como una quinta, pero bajo tierra”, explicó Mathieu Séranne, fundador de Artemis Protection, una empresa francesa que produce búnkeres de lujo prefabricados que cuentan con sistemas de filtración de aire con un costo de por lo menos medio millón de euros por cada refugio.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *