El Fondo también destacó que el año 2021 estuvo marcado por el aumento de la inflación.
La previsión de crecimiento de la institución financiera para 2022 es del 2,4%, seis décimas menos que la proyección publicada en octubre, y del 2,6% en 2023. El año pasado estuvo marcado por el aumento de la inflación y en algunas de las mayores economías de la región, como Brasil, Chile, Colombia, México y Perú, los precios aumentaron un 8,3%, el mayor incremento en 15 años.
El Fondo Monetario Internacional indicó este lunes que las economías de América Latina y el Caribe están perdiendo fuelle después de haber experimentado una fuerte recuperación el año pasado.
Tras experimentar un desplome económico en 2020, se estima que el crecimiento de la región repuntó este 2021 hasta un 6,8%, impulsado por el fuerte crecimiento de sus socios comerciales, el aumento de los precios de las materias primas y las favorables condiciones de financiación externa.
En ámbito interno, los avances en materia de vacunación, el continuo apoyo fiscal en algunos países (como en Chile y Colombia) y los ahorros acumulados de 2020 también apoyaron el crecimiento.
Sin embargo, la previsión del Fondo para 2022 es menos optimista y pronostica que el crecimiento económico se ralentizará hasta el 2,4% rebajando la previsión inicial de un 3% realizada en octubre.
La institución financiera considera que desaceleración “es inevitable” a medida que las economías vuelven a sus niveles de PIB anteriores a la pandemia.
Sin embargo, destaca que esta disminución responde a otros retos, como la ralentización del crecimiento en China y Estados Unidos, las continuas interrupciones del suministro, el endurecimiento de las condiciones financieras y de financiación y la aparición de la variante ómicron.
La inflación se desbocó durante 2021
El Fondo también destacó que el año 2021 estuvo marcado por el aumento de la inflación. Así, en algunas de las mayores economías de la región -Brasil, Chile, Colombia, México y Perú- los precios aumentaron un 8,3%, el mayor incremento en 15 años y superior al de otros mercados emergentes.
El rápido incremento de los costes respondió parcialmente al aumento de los precios de los alimentos y la energía. La inflación subyacente, excluyendo los precios de la comida y de la energía, fue inferior al registrar un 6,3%, pero aun así superó las tendencias anteriores a la pandemia.
Entre los principales factores que contribuyeron al aumento de la inflación se encuentran: la subida de los precios de las materias primas y de las importaciones (en parte, debido a las interrupciones del suministro mundial), las depreciaciones de los tipos de cambio y el desplazamiento del gasto hacia los bienes en lugar de los servicios.