El Instituto Madre Asunta, un refugio ubicado al sur de la frontera, ha superado más de tres veces el número de personas para las que está diseñado.

En los dormitorios, las camas verdes que alguna vez fueron utilizadas por cientos de padres e hijos estaban apiladas contra la pared. En la cena del martes solo se pusieron dos mesas para las pocas familias que se hospedan en este gran refugio, ubicado cerca de la frontera de California, que recibe a las familias migrantes provenientes de México.

En su apogeo, esta instalación administrada por Jewish Family Service de San Diego albergó a más de 300 migrantes que fueron capturados por las autoridades de inmigración de los Estados Unidos. En la primavera, a veces el centro estaba tan abarrotado que los recién llegados tenían que ser trasladados a otros sitios.

Ahora, el refugio está casi vacío. La cantidad de personas que llegan a esas instalaciones se ha desplomado en las últimas semanas debido a la abrupta disminución en el flujo migratorio que llega a la frontera sur de Estados Unidos, donde el Departamento de Seguridad Nacional dijo que las detenciones bajaron un 28 por ciento en junio.

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“Nos sorprendió esta drástica disminución que ocurrió de la noche a la mañana”, dijo Kate Clark, directora de servicios de inmigración en el refugio. “Las autoridades migratorias estadounidenses no nos están trayendo a las familias que han sido procesadas porque las devuelven a México”.

Mientras tanto, la ciudad mexicana de Tijuana todavía está llena de migrantes, muchos de los cuales regresaron a la frontera en el marco del programa “Permanecer en México” del gobierno de Donald Trump.

El Instituto Madre Asunta, un refugio para familias migrantes ubicado al sur de la frontera, ha superado más de tres veces el número de personas para las que está diseñado. Madres e hijos provenientes de Centroamérica y Haití han pernoctado en un salón de clases convertido en dormitorio, y muchos de ellos simplemente duermen sobre colchones tirados en el suelo.

“Estamos haciendo todo lo posible para alojar a 140 personas, pero solo tenemos 44 camas”, dijo Adelia Contini, la monja que dirige el instituto, ubicado en un vecindario residencial donde ya existe otro refugio para padres e hijos con mayor capacidad.

Algunas familias han pasado meses en el Madre Asunta, después de haber sido devueltas a México por las autoridades estadounidenses de inmigración. Tienen instrucciones de presentarse en el puerto de entrada de San Ysidro, California, al amanecer del día de su audiencia de inmigración para de ahí ser trasladadas a los tribunales.

Pero en las últimas semanas hay menos personas que solicitan refugio, dijo Contini quien sugiere que la cantidad de migrantes que llegan a la frontera de Estados Unidos podría estar disminuyendo.

El flujo de migrantes normalmente baja durante el verano, cuando se registran altas temperaturas en algunos sectores de la frontera. Pero la abrupta caída del mes pasado podría marcar una nueva tendencia.

“La política estadounidense de devolver a las personas hacia México y la presión sobre el gobierno de ese país para que detenga la migración están teniendo un gran impacto”, dijo Daniel Bribiescas, un abogado de inmigración en Tijuana.

La política que exige el retorno de los migrantes a México, si llegan a la frontera sur por tierra, fue anunciada a fines de enero y busca evitar que los solicitantes de asilo pasen años en Estados Unidos mientras esperan la resolución de sus procesos judiciales de inmigración.

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