Para el cineasta mexicano las lenguas originarias resguardan el pensamiento, arte y sabiduría de las etnias, y contribuyen a la creación de una sociedad moderna multilingüe.

Autor de largometrajes hablados en náhuatl y purépecha, en 2007 fue reconocido por la SEP por difundir las lenguas autóctonas Si conjuntáramos todas las lenguas maternas del mundo sería como tener un caudal de sabiduría interminable, así lo piensa el cineasta mexicano Juan Mora Catlett, cuyo cine revalora las lenguas originarias.

Para el también editor y guionista, el preservar y difundir las lenguas indígenas en México supone explorar las voces de la humanidad, las memorias culturales de los pueblos conformadas durante miles de años.

En el marco del Año Internacional de las Lenguas Indígenas, el realizador asegura que la lengua madre resguarda las expresiones culturales de las etnias, al igual que “su pensamiento, su arte y sabiduría, y además contribuye a la creación de una sociedad moderna multilingüe”.

Los dos largometrajes hasta ahora dirigidos por Mora Catlett son Retorno a Aztlán (1990), hablado en náhuatl, y Eréndira Ikikunari (2006), hablado en purépecha.

Actualmente prepara un nuevo filme: Colonia, con textos en náhuatl. “Es una novela que cuenta la historia de 13 frailes que llegan a la Nueva España cinco años después de la Conquista, pero uno de los religiosos no viene a evangelizar sino a buscar en secreto el tesoro de Moctezuma”, comenta.

Su inquietud por hacer largometrajes con figuras históricas nació cuando se fue a estudiar la maestría en Montaje Cinematográfico en la Facultad de Cine y Televisión de la Academia de Bellas Artes de Praga (FAMU), hoy República Checa, en 1969: “Noté que en este pequeño país europeo sus expresiones culturales estaban muy arraigadas en la población.

En México, una nación llena de color, historia, mitos y lenguas indígenas, no se sentía ese amor por las raíces”.

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