«El verdadero viaje de descubrimiento no consiste en buscar nuevos paisajes, sino en mirar con nuevos ojos”.
Aunque es difícil replicar la increíble experiencia que es un viaje, existen muchas alternativas para que los niños vean mundo sin tener que salir de casa. Como dijo Marcel Proust, «El verdadero viaje de descubrimiento no consiste en buscar nuevos paisajes, sino en mirar con nuevos ojos”. A continuación, una serie de propuestas para disfrutar de aventuras en familia desde casa, y sin dejar huella de carbono.
1. Leer atlas y libros de viaje infantiles
Desde Dr. Seuss hasta Percy Jackson, Harry Potter y más allá, la ficción es una forma estupenda para llevar a niños y niñas de viaje a destinos remotos. Pero para descubrir el mundo en el sentido más completo del término, nada supera un buen atlas o un libro de viajes. Por suerte, casi todas las librerías cuentan con un montón de libros infantiles de no ficción bellamente ilustrados, bien diseñados y muy bien documentados sobre nuestro maravilloso mundo. Y no solo estamos hablando de nuestra colección de libros infantiles Lonely Planet.
Los lectores más pequeños seguro que se distraerán con el Atlas ilustrado con solapas de Usborne, mientras que los que sean un poco más mayores disfrutarán aprendiendo cómo la geografía ha dado forma al mundo político con la versión infantil de Prisioneros de la geografía, que geoPlaneta publicará próximamente. Maps (en inglés) o Atlas del mundo (en español), es otro tesoro de libro, con páginas muy detalladas que contienen información cultural incluida en mapas regionales. Para dar con más ideas, los blogueros familiares de ytravelblog han recopilado 12 sugerencias de libros sobre mapas para niños y niñas.
Y para calmar las ganas de viajar, siempre se puede recurrir a Voyager, la guía interactiva de Google Earth que permite descubrir cosas increíbles sobre nuestro planeta, como destinos exóticos, monumentos, la vida en el fondo de los océanos, lugares históricos y curiosidades. La opción de juegos interactivos tipo Trivial pone a prueba los conocimientos de grandes y pequeños.
2. Creatividad, manualidades y ciencia para aprender algo más sobre el mundo
Los más pequeños exploran nuevos territorios a bordo de barcos de cartón, otros construyen edificios emblemáticos con plastilina o piezas de construcción, y los preadolescentes y adolescentes montan maquetas de precisión o puzles en 3D. Tengan la edad que tengan, siempre hay opciones para divertirse con algo creativo que les permita aprender algo más sobre el mundo.
Para empezar, por ejemplo, el libro Cardboard Box Creations contiene un montón de ideas para construir cosas con material reciclado, y la serie de libros «Brick City» enseña a construir edificios emblemáticos de Nueva York, Londres y París con fichas de Lego, e incluso es posible que los niños y niñas construyan su propio Museo de Historia o de dinosaurios.
Tanto la serie de Lego dedicada a la arquitectura como las maquetas tridimensionales CubicFun tienen mucho éxito entre los más mayores; y construirlos con la ayuda del padre o la madre es una bonita manera de estrechar lazos con el preadolescente o adolescente que cada vez se muestra más independiente.
Y para quien prefiera las cosas sencillas, es buena idea pedir a los niños que dibujen y coloreen un mapa o un edificio o construcción emblemática. Colorear un mapamundi en una funda de almohada es una actividad inesperadamente educativa para toda la familia. También puede ser interesante demostrar el talento artístico participando en retos globales como #artathomechallenge, que propone elegir uno de los cuadros seleccionados por Google e imitarlos desde casa con nuestros propios medios.
Si los pequeños de la casa sienten curiosidad por la ciencia, existen muchos experimentos científicos sencillos que se pueden realizar sin riesgo alguno. Sapos y Princesas y Ayuda en Acción ofrecen unos cuantos experimentos caseros para disfrutar en familia y despertar en los niños el interés por la ciencia. Y para los matemáticos en ciernes hay aplicaciones muy interesantes como Innovamat y Smartick, o incluso para iniciarse en la programación como ScratchJr. La oferta abarca también la astronomía, con actividades propuestas por la Agencia Espacial Europea y el Instituto de Astrofísica de Canarias.
3. Aprender sobre una cultura a través de su comida
¿Hay mejor manera de conocer otra cultura que a través de su comida? Si no es posible descubrir todos esos nuevos sabores viajando, ¿por qué no probarlos en la cocina de casa? Se pueden utilizar libros de cocina infantil como The Around The World Cookbook o seguir programas como My World Kitchen, de la BBC, en el que niños y niñas de distintos países enseñan cómo se prepara un plato típico de su tierra; y además se puede practicar inglés.
Todavía puede resultar más divertido si convertimos la cocina de casa en un café local o en un puesto de comida callejero, con su carta (y sus precios en moneda local), su música de fondo, y su vajilla especial. Se puede empezar con algo sencillo, como, por ejemplo, un mantel a cuadros, unos cruasanes y chocolate con leche para imaginarnos que estamos desayunando en París, y después ir avanzando hasta preparar sushi, dominar el arte de comer con palillos y disfrutar de una experiencia culinaria al más puro estilo de Japón.
4. Bailar canciones de todo el mundo
Solo hay que poner música del mundo y lanzarse a bailar. También se puede escoger un país al que se desee viajar y aprender alguna de sus danzas con un poco de inspiración y la ayuda de YouTube.
Si después de un rato de bailar apetece relajarse, es el momento de iniciarse en el yoga, una práctica que estimula la concentración y ayuda a canalizar energías. Otra buena idea es dedicar un tiempo a escuchar música: el Gran Teatre del Liceu de Barcelona y el Teatro Real de Madrid abren su contenido visual a grandes y pequeños.
5. Probar apps para aprender idiomas y juegos de preguntas en línea
Las apps y los juegos en línea brindan muchas oportunidades para aprender divirtiéndose. Stack the States o Stack the Countries, Banderas del mundo, Animals Quiz, Duolingo (para aprender idiomas) y DimDom World Map son muy recomendables, ¡y eso que todavía no hemos entrado en la realidad virtual!
Y es que todos los idiomas ofrecen posibilidades de aprendizaje virtual para los más pequeños: para practicar el inglés se puede contar con Oxford Owl y Alphablocks: Letter Fun!
Existen un sinfín de opciones en línea para aprender sobre el mundo, solo hay que procurar pasar un tiempo junto al niño o la niña mientras juegan con el ordenador, el móvil o la tableta para ver qué es lo que hacen.
6. Poner la tele para «teletranportarse» a otro mundo
Si bien es importante limitar las horas de exposición a las pantallas de nuestros pequeños, es innegable que pueden acumular conocimiento con ellas, tanto observándolas como jugando con ellas.
Algo tan sencillo como una noche de cine en familia combinada con tentempiés temáticos puede hacer que toda la familia se teletransporte durante un par de horas a otra parte del mundo: a Oriente Medio con Indiana Jones, a Escandinavia con Frozen, con Ratatouille a París o con Rio a Río de Janeiro, por citar solo algunos.
Common Sense Media cuenta con una extensa lista de programas de TV infantiles educativos y una opción ideal para sumergirse en la belleza del planeta es la serie Nuestro Planeta. Con los niños y niñas más pequeños una serie que siempre funciona es la británica Go Jetters, una serie animada en la que cuatro exploradores viajan por el mundo descubriendo las grandes construcciones históricas.
7. Puzles de mapas
Por mucho que apreciemos los beneficios de la tecnología para aprender sobre el mundo, cuando se trata de disfrutar de una actividad en familia no hay nada mejor que una ‘desintoxicación’ digital y pasar tiempo juntos con pasatiempos más tradicionales.
Hacer un puzle todos juntos puede reforzar mucho el trabajo en equipo. Para los niños y niñas más jóvenes es buena idea escoger puzles de un mapamundi, un mapa del sistema solar, o incluso un juego tipo memory con parejas de animales, que también invitan a la conversación. A los más mayores les gustarán más los puzles con un montón de piezas pequeñas; un buen ejemplo es este puzle de 1000 piezas de Ravensburguer con el que, al terminar, podrán jugar a adivinar los iconos del mundo que aparecen en la imagen.
8. Juegos de mesa, otra manera de viajar sin salir de casa
Risk y otros juegos de mesa dedicados a dominar el mundo son una buena forma (aunque un poco sesgada) para que los niños y niñas más mayores aprendan geografía. Los aficionados a los trenes disfrutarán con juegos como Aventureros al tren, que tiene versiones con diferentes partes del mundo. También pueden aparecer pequeños vexilólogos jugando con Flags of the World; aprenderse los estados de Estados Unidos con The Scrambled States of America o divertirse con las preguntas de geografía de la edición familiar de Trivial Pursuit.
9. ¡Disfrazarse!
Por último, y para pasárselo bien toda la familia, también es buena idea jugar a disfrazarse de exploradores (o de antiguos griegos, o de hechiceros, o de lo que se tenga a mano) y lanzarse a una búsqueda de objetos dentro de casa que nos cuenten algo sobre el mundo. Después todos los jugadores se reúnen de nuevo, muestran sus objetos y cuenta lo que saben sobre ellos; pueden inventarse una historia o usarlos para buscar información y aprender.