Durante décadas, el terror en las salas surgía de personajes con cubrebocas como en ‘Viernes 13’, ‘Los ojos sin rostro’ o ‘La matanza de Texas’. Hoy, el día de Halloween, hay más en las butacas que en la pantalla.


Quién lo iba a decir: en este Halloween de 2020: a Jason Voorhees hoy le estaría viendo una horda de espectadores enmascarillados. El patio de butacas podría extrañarse más de que sus víctimas vayan sin el rostro cubierto que de su asesino enmascarado… aunque hay que reconocer que la careta de portero de hockey hielo del protagonista de Viernes 13 no esté homologada contra la covid-19. En un mundo lleno de máscaras, recordemos algunas de las grandes máscaras del cine de terror, hoy que se celebra Halloween, cuando un cubrebocas puede asustar, pero no llevarlo puede ser mortal. Porque el cine no solo vive de las caretas de presidentes de EE UU de Le llaman Bodhi, o de las elegantes orgías sin rostro de Eyes Wide Shut.

Halloween. Esta fructífera saga arrancó en 1978 con la presencia de dos actores fascinantes, Donald Pleasence y Jamie Lee Curtis (que por cierto, ha vuelto a la serie en La noche de Halloween de 2018, y estará en las dos próximas entregas).

El asesino, Michael Myers, se escapa de un manicomio 15 años después de haber matado en la noche de Halloween a su hermana. La careta que esconde el rostro de Myers tiene una curiosa historia: usaron una máscara mortuoria del capitán Kirk creada para Star Trek, y que nunca llegó a aparecer en la serie. El diseñador Tommy Lee Wallace recortó los ojos para agigantar esa mirada vacía y negra.

Smiley (2012). Puede que dé más miedo la máscara que la película, basada en leyendas urbanas en tiempos internáuticos: el tal Smiley mutiló su propio rostro para coserse sus ojos y tallarse una sonrisa, que recuerda al emoticono sonriente.

Scream. Uno de los puñetazos en la mesa del género de terror de Wes Craven. El cineasta no estaba seguro de cómo sería la máscara del asesino, que en el guion de Kevin Williamson venía descrita como “fantasmal”.

La productora Marianne Maddalena encontró la icónica careta creada por la compañía Fun World, y así nació el mito en 1996. Hoy está anunciada su quinta parte.

The Painted Lady (1912) y One Exciting Night (1922). Pues sí, resulta que D. W Griffiths también se dedicó al terror. Y curiosamente en ambos casos usó asesinos enmascarados. Tanto en la primera, un cortometraje, como en la segunda película -que dura dos horas- chicas jóvenes son asaltadas por diversas caras del mal… sin cara.

El fantasma de la Ópera (1925). Hay varias versiones en cine de la novela de Gaston Leroux. La primera, de Rupert Julian, estrenada en 1925 cuenta con un grande del terror, el actor Lon Chaney para encarnar al loco que oculta su rostro con malformaciones bajo una máscara y que vive en la Ópera de París. Ese final, en el que cae su careta mientras toca el órgano, es uno de los grandes momentos del cine de terror mudo.

Viernes 13. Es curioso cómo la gente recuerda la máscara de portero de hockey de Jason Vorhees de Viernes 13... cuando en realidad no la usó hasta la tercera parte, estrenada en 1982. Fue Martin Jay Sadoff, el supervisor del 3D de la película, quien apuntó la idea: fan del hockey, explicó que la máscara esconde, obviamente las emociones, y además arrastra una connotación de violencia.

Y es blanca como las calaveras. Dio en el clavo, y Jason sigue con ella desde entonces. Antes de la pandemia, estaba anunciada su décimo tercera entrega para este 2020, cuando se cumplen 40 años de la original. Los ojos sin rostro (1960). Un clásico del terror, obra de Georges Franju (aunque el francés no la incluía en ese género), que ha influido a decenas de creadores posteriores, como Pedro Almodóvar en La piel que habito.

Un cirujano deja, por un accidente de coche, a su hija sin rostro -de ahí la máscara- y decide buscarle una nueva cara utilizando los trozos de las mujeres a las que va secuestrando. Aún hoy provoca, gracias además a un poderoso blanco y negro, un terror infinito.

El orfanato (2007). La aportación española al género de las máscaras. Debut en la dirección de Juan Antonio Bayona. Tomás es un niño -amigo imaginario- que juega con el hijo de una familia que acaba de mudarse a una casa, antiguo orfanato, que quieren reconvertir en centro residencial. Tomás lleva un saco en la cabeza, con pelo de fregona y un botón en un ojo. El resultado, incentivado por el devenir de la trama, es aterrador.

La matanza de Texas (1973). Clasicazo de Tobe Hooper. En Texas Leatherface es el rey de la motosierra y del asesinato de incautos. Gunnar Hansen, el actor que se ponía la máscara de piel humana, fue quien decidió que el personaje sufriera cierto retraso.

En la primera película, Leatherface usa tres máscaras que marcan su personalidad. Y por cierto, es una película con muy poca sangre para los cánones actuales. Otra cosa es el recuerdo que queda de ella: otra película con continuaciones y reboots. The Purge: la noche de las bestias (2013).

Una noche al año, durante 12 horas, en Estados Unidos se permiten todos los crímenes, como si fuera la válvula de escape de una olla a presión. Obra de la factoría de Jason Blum, todoa los criminales se enmascaran para que al día siguiente la vida se reinicia sin rencores.

Ya ha dado lugar a una trilogía y a una serie de televisión.

Tú eres el siguiente (2011). Una familia sufre el ataque de tres extraños, que no sospechan nada del furibundo contraataque. Ese trío de asesinos llevan caretas de un cordero, un zorro y un tigre (por cierto, bajo ella se esconde el guionista del filme, Simon Barrett.

San Valentín sangriento (1981). Aquí las máscaras son de gas, porque la trama tiene que ver con unas minas y picos de minero, con el que un vengador realiza una carnicería. Este es el slasher favorito de Quentin Tarantino. También tuvo remake en 2008.

Los extraños (2008). Tres asesinos -una con una máscara de muñeca, otro con una bolsa y una tercera con máscara de pinup- torturan a una pareja. En el corazón de la película la noción de que cualquiera, desde el anonimato, puede hacer daño.

Onibaba (1964). El terror japonés también ha sacado partido de las máscaras, en su caso de los samuráis. La máscara demoniaca de ese guerrero del siglo XIV que se venga de dos mujeres (suegra y nuera) que asesinan soldados en los campos de arroz para sobrevivir tuvo su homenaje en El exorcista.

Saw (2004). Cerramos el recorrido con la saga que lanzó a la fama al gran referente actual del terror, James Wan, junto al guionista, actor y amigo de Wan, Leigh Whannell. En Saw hay muñecos, caretas, rostros ocultos, torturas sin sentido… Y todo un universo que no ha parado de crecer.

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