La alegría es a corto plazo, está conformada por pequeños episodios de una sensación que nos hace sentir bien, dijo en el contexto del Día Mundial de la Alegría.
La alegría es cuestión de empatía, de ser sensibles ante lo que le ocurre al otro, pero también tiene que ver con el placer, afirmó Hugo Sánchez, académico de la Facultad de Psicología (FP).
Ese sentimiento no es sinónimo de felicidad, pues esta última se relaciona con las expectativas que tenemos en la vida y está determinada por el bienestar, la satisfacción de nuestras necesidades primarias, y eso nos lleva a una sensación de esperanza en el futuro. “La actividad de la corteza prefrontal en el cerebro nos permite tener certidumbre en lo que hacemos”.
En cambio, la alegría es a corto plazo, está conformada por pequeños episodios de una sensación que nos hace sentir bien, dijo en el contexto del Día Mundial de la Alegría, que se conmemoró ayer primero de agosto.
Reacción en el cerebro
Este sentimiento también tiene que ver con la activación de sistemas vinculados con el placer. Lo anterior nos lleva a comprender por qué al escuchar música tenemos la sensación de estar contentos.
En ese proceso no sólo se activan regiones del hemisferio derecho del cerebro, relacionadas con la entonación y el ritmo, sino que también se liberan neurotransmisores como la dopamina y la serotonina, que ayudan a la modulación emocional y permiten tener esa sensación momentánea de bienestar.
“Las artes son lo más engarzado con esa emoción; su apreciación lleva a la neurobiología de la estética o a la percepción de lo bello: observar una pintura, una escultura, o incluso leer, activan diferentes regiones del sistema nervioso central que nos pueden generar alegría. Pero todo eso son conceptos que apenas estamos estudiando.”
Además, tener actividades lúdicas posibilita hacer a un lado la monotonía; establecer ciertos momentos de esparcimiento, en los cuales la atención no se centra en los problemas; ayuda a que aparezcan “chispazos” alegres que a largo plazo conforman la felicidad.
También puede ser resultado de situaciones que no son necesariamente felices; por ejemplo, “quienes tienen un familiar en etapa terminal y fallece después de haber sufrido mucho puede dar una sensación de alegría, aunque sea un evento triste, pues permite asumir que ya no sentirá dolor; aquí entra la empatía”.