Las comunidades, ricas en petróleo y gas, se ven amenazadas por más de una docena de proyectos hidroeléctricos, de minería
La idea hegemónica del progreso ha devastado el tejido social de comunidades campesinas, rurales e indígenas, las cuales resisten a las imposiciones colonialistas con el fin de proteger la vida y la naturaleza.
Radio Huayacocotla (Veracruz) fue fundada en 1965 como una escuela radiofónica con contenidos culturales, educativos y sociales. La organización EDUCA (Oaxaca) surgió en 1994 como una forma de preservar la educación popular bajo la mirada jesuita de la teología de la liberación. Ambos espacios reestructuraron sus funciones para unirse a las resistencias comunitarias frente al poder económico y político.
La emisora del 105.5 FM no tenía una agenda política hasta hace una década. La urgencia de la coyuntura llevó a que las primeras comunidades se acercaran a Radio Huaya para exponer sus preocupaciones. A la denuncia de los abusos de la minera Autlán le siguieron Pemex, las jugueras y un sinfín de empresas y proyectos a los que las comunidades llevan décadas resistiendo.
“Nunca nos habíamos visto en esta problemática de estar en contra del gobierno, de empresas, frente a gente con monopolios…”, recordó la coordinadora del proyecto, Mónica López Cuétara, en un conversatorio de la IBERO Puebla. Desde aquellos primeros acompañamientos, el proyecto ha abrazado la función social de difusión de conocimiento y vinculación de actores sociales.
Situación similar vivió EDUCA. La organización ha llevado a cabo acciones para el fortalecimiento de los municipios que van desde la implementación de modelos de economía solidaria hasta la defensa de la autonomía de los pueblos. Además, fue pieza angular para la conformación de la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO) en 2006.
Retórica engañosa
La minera Autlán ha devastado las comunidades en las que ha intervenido; localidades como Chipoco (Hidalgo) han sido literalmente divididas por la mitad. Radio Huaya ofreció espacios a la empresa para que expusiera sus propuestas, foros que terminaron cuando la emisora refrendó abiertamente su compromiso con las comunidades.
Otros casos como la minera La Victoria ─cercana al presidente Andrés Manuel López Obrador─ llegaron con una propuesta de “minería sustentable”, oxímoron que fue desmontado rápidamente por la estación. Señaló López Cuétara: “A veces las empresas buscan querer echar abajo el discurso [de la radio]. Nosotros como organización somos muy pequeños, pero hay 10,000 watts de potencia que les hacen problemas”.
Por su parte, Leyva Madrid externó su preocupación por los flujos migratorios, cada vez más frecuentes, que erosionan los procesos de defensa de territorios. Al mismo tiempo, el cambio generacional no ha garantizado un traspaso de estafeta en las luchas, por lo que resulta fundamental acercar a los jóvenes a la identidad comunitaria, así como reivindicar el papel protagónico de las mujeres en las resistencias.
Ambos activistas fueron críticos frente a las políticas del Gobierno Federal. La influencia de López Obrador en las comunidades ha generado prácticas deshonestas por parte de actores políticos que han detonado conflictos al interior de las comunidades. “Muchas veces se acercan los partidos a querer ayudar, pero entran en modo de negociación con las empresas y la comunidad queda volando”, aseguró Marcos Leyva.
Mientras tanto, Mónica López refrendó la importancia de construir procesos de vinculación con los actores sociales, en el poder y desde las comunidades, para desmitificar la figura presidencial del “abuelito protector” y encontrar nuevas lecturas que desentramen la ambigüedad del discurso oficial.
Luchar por la vida
La sierra Norte de Puebla ha resistido por siglos. Las comunidades, ricas en petróleo y gas, se ven amenazadas por más de una docena de proyectos hidroeléctricos, de minería a cielo abierto y de fracturación hidráulica; todos sin permiso de los pobladores.
Los pueblos originarios han sido silenciados bajo el argumento de la ignorancia frente al crecimiento económico. Ante estos prejuicios, Reynaldo Muñoz, representante del Consejo Regional Totonaco, responde: “nosotros no queremos dinero, queremos vida. Tenemos mucha agua, medicinas de planta… Por eso defendemos el territorio, porque ahí tenemos todo”.
De manera paralela, el Movimiento Pueblos Unidos ha mantenido una lucha permanente frente a la industrialización a costa de las personas desde la caída del primer proyecto lechero en 1964. Para la vocera identificada como Huesca, “Todo [proyecto] se logra parar, pero siempre tenemos que estar luchando porque no sabemos cuándo volverán a empezar”.
“Todo el tiempo luchamos y luchamos. Todos los pueblos sabemos que la Madre Tierra es heredada a través de generaciones. Es lo que todo ser vivo necesita: tener una naturaleza sana”: Movimiento Pueblos Unidos.
Lo que para las empresas son planes de desarrollo, para las comunidades son proyectos de muerte. Lejos de asumirse como un Sísifo contemporáneo, el movimiento se inspira en la sabiduría ancestral para la defensa de los recursos naturales. “¿Qué saben los empresarios de tener contacto con la Madre Tierra cuando uno recolecta sus propios alimentos? No lo conocen. Solo piensan en saquear”, denunciaron.
Maya, seudónimo de la activista de la sierra Norte, indicó que defender la vida no requiere de una educación académica. El Movimiento Pueblos Unidos, integrado por 20 comunidades, heredó el legado de casi 60 años de inició contra una lechería y que continúa en la planta de Bonafont, misma que fue cerrada por el colectivo el pasado 22 de marzo.
La IBERO Puebla celebró su jornada anual Defensa del territorio frente a las nuevas colonialidades: luchas de resistencia actuales, donde diferentes agentes sociales, estudiantiles y académicos reflexionaron sobre cómo las prácticas de dominación prevalecen en el México contemporáneo. El evento concluyó con las reflexiones del equipo de la Cátedra Ellacuría, SJ, área organizadora de la jornada.