En el marco de la conmemoración del Día Mundial de la Alimentación, que cada año se celebra el 16 de octubre, Luis Andrés Cabrera Mauleón, profesor de la Facultad de Ingeniería en Agronomía de la UPAEP, destacó la importancia de este día no solo para reconocer el derecho fundamental a la alimentación, sino para reflexionar sobre el impacto que tiene en toda la cadena productiva y la responsabilidad que conlleva.

Desde 1981, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés) ha impulsado esta fecha como una plataforma para visibilizar las problemáticas globales relacionadas con el acceso a alimentos, no solo para saciar el hambre, sino para garantizar una vida digna y saludable. «La alimentación es un derecho que no tiene sustituto», enfatizó Cabrera Mauleón, refiriéndose al carácter esencial de este recurso para el bienestar humano.

El académico de la UPAEP destacó que la producción alimentaria no comienza exclusivamente con la agricultura, sino que muchas comunidades rurales del mundo aún dependen del aprovechamiento de recursos naturales de forma extractiva. En pleno siglo XXI, en regiones alejadas, la recolección de frutos, raíces y la caza de animales sigue siendo una fuente vital de alimento. Sin embargo, este modelo plantea retos importantes, sobre todo frente al crecimiento poblacional, ya que muchas especies enfrentan el riesgo de extinción debido a la sobreexplotación.

Luis Andrés Cabrera reflexionó sobre la importancia de un manejo sostenible de los recursos naturales, para permitir que la naturaleza mantenga su propio ritmo de regeneración y evolución. «Con la tecnología que hemos desarrollado en los sectores agrícolas y pecuarios, hemos logrado domesticar y producir de manera más eficiente, permitiendo no solo alimentar a las familias o comunidades, sino también generar alimentos para el entorno global», señaló.

La responsabilidad de los ingenieros agrónomos, veterinarios y otros especialistas en la producción alimentaria es crucial en este proceso. Cabrera enfatizó que estas profesiones tienen la obligación de garantizar que los alimentos que se producen no solo sean suficientes, sino que también cumplan con estándares de inocuidad, libres de contaminantes físicos, químicos o biológicos. «Hay una gran responsabilidad en todos nosotros al garantizar alimentos que, además de ser nutritivos, sean seguros para el consumo», afirmó.

Cabrera Mauleón habló de la problemática del desperdicio de alimentos, un asunto que adquiere mayor relevancia en entornos urbanos. «La pobreza urbana es, en muchos casos, más grave que la pobreza rural en cuanto al acceso a alimentos», comentó. En las zonas rurales, a pesar de la falta de producción formal, la naturaleza sigue proveyendo alimentos básicos, mientras que en las ciudades, las personas en situación de indigencia a menudo dependen de lo que encuentran en los basureros para alimentarse.

Esta reflexión fue acompañada por un llamado a la responsabilidad individual en el manejo de los alimentos. «¿Cuántos de nosotros preparamos comida que termina en la basura? Lo vemos en casa y en restaurantes, donde a veces dejar comida en el plato parece ser una muestra de educación», señaló Cabrera, instando a una mayor consciencia sobre el desperdicio alimentario y a valorar cada bocado.

Como parte de las actividades en torno al Día Mundial de la Alimentación, la UPAEP organiza cada año eventos educativos para reflexionar sobre estos temas. «Nuestra comunidad universitaria participa en conferencias que invitan a los estudiantes de diversas facultades a pensar sobre la producción y acceso a los alimentos», compartió Cabrera Mauleón. Estas jornadas buscan crear consciencia entre los jóvenes sobre la importancia de la sostenibilidad alimentaria y el papel que ellos, como futuros profesionales, pueden desempeñar para asegurar el acceso equitativo a los alimentos.

En este contexto, Fabiola Bautista Figueiras, profesora de la Facultad de Nutrición de la UPAEP, abordó la relevancia de los alimentos mesoamericanos y su rol en la sostenibilidad alimentaria.

Recordó que este año, la FAO ha elegido como tema central el Objetivo de Desarrollo Sostenible 2: Hambre Cero. Este ambicioso objetivo, señaló, requiere de esfuerzos coordinados a nivel global para garantizar que todas las personas tengan acceso a una nutrición adecuada. Sin embargo, lograrlo no es tarea sencilla, ya que existen numerosos factores, como las crisis económicas y el cambio climático, que dificultan alcanzar esta meta.

Un elemento clave en la lucha contra el hambre, según la profesora, es el rescate de los alimentos mesoamericanos. Bautista destacó la importancia de la dieta de la milpa, un modelo tradicional mesoamericano que promueve una alimentación saludable y sostenible. Esta dieta, basada en alimentos como el maíz, el frijol, el chile y la calabaza, no solo fomenta una nutrición balanceada, sino que también favorece prácticas agrícolas sostenibles, como la rotación de cultivos, lo que mejora la calidad del suelo y contribuye a la seguridad alimentaria.

Bautista Figueiras también resaltó el papel fundamental de la educación nutricional, que ayuda a las personas a tomar decisiones más informadas sobre sus hábitos alimentarios. Una de las áreas que requieren mayor atención, mencionó, es el desperdicio de alimentos, un problema que afecta a hogares, restaurantes y mercados. En México, se estima que el 24% de los alimentos son desperdiciados, una cifra alarmante que requiere de una mayor concienciación sobre la importancia de conservar y aprovechar mejor los recursos alimentarios.

Subrayó que, si bien hay desafíos como el cambio climático y las crisis políticas que influyen en la producción de alimentos, la agenda 2030 y los Objetivos de Desarrollo Sostenible ofrecen un marco para trabajar en conjunto y buscar soluciones globales que permitan no solo reducir el hambre, sino también mejorar la calidad de vida de las personas a través de una mejor alimentación.

En el marco del Día Mundial de la Alimentación, José Ojeda Hernández, chef ejecutivo de la Facultad de Gastronomía de la UPAEP, enfatizó la importancia de la concienciación y la toma de decisiones en torno a la alimentación. Para el Chef Ojeda, la clave está en educar a las nuevas generaciones sobre temas de sostenibilidad y aprovechamiento de los recursos alimenticios, destacando que este esfuerzo debe ser continuo y no solo enfocado en un día al año.

Para nosotros, en la Facultad de Gastronomía, manejar los sueños de los chicos es nuestra misión diaria. Desde ahí, hacemos un llamado a la conciencia, a las nuevas generaciones y a todos aquellos que pueden tener un impacto significativo en el futuro de la alimentación», comentó José Ojeda. Resaltó la importancia de decisiones conscientes al momento de comprar y consumir alimentos, lo que afecta directamente el problema del desperdicio.

También subrayó que uno de los grandes desafíos es cambiar la mentalidad en torno a las modas actuales, como la sostenibilidad y la sustentabilidad, que muchas veces se quedan en palabras vacías. Para él, es vital que se generen acciones concretas, como el movimiento Slow Food, al que está vinculada la Facultad de Gastronomía de la UPAEP. Este movimiento, nacido en Italia, se enfoca en la promoción de una alimentación consciente, basada en la protección de productos locales y la reducción del desperdicio de alimentos.

Eventos como ‘Disco Sopa’, que organizamos para concienciar sobre el desperdicio, son un ejemplo claro de lo que podemos hacer. Aprovechamos estas oportunidades para hablar de la importancia de la sostenibilidad, y es increíble ver el impacto que tiene en los chicos», mencionó el Chef. Asimismo, destacó la colaboración con el Banco de Alimentos y el rescate de toneladas de alimentos, mermas que se reutilizan para evitar que se desperdicien.

Ojeda también puso sobre la mesa el impacto de la industria restaurantera y hotelera en el desperdicio de alimentos. “Las cifras son alarmantes y nos tocan muy de cerca. Todos tenemos una responsabilidad en esto”, afirmó. Desde su posición, busca formar a los estudiantes no solo en técnicas culinarias, sino también en una conciencia crítica sobre el valor de los alimentos y cómo optimizar su uso para evitar pérdidas innecesarias.

Finalmente, hizo un llamado a adoptar un cambio de mentalidad, incluso si los resultados no se ven de manera inmediata: «A lo mejor no nos tocará ver los frutos de estos esfuerzos, pero sí les tocará a las generaciones futuras. Y es nuestra responsabilidad dejarles un camino más sostenible».

José Ojeda concluyó mencionando los planes para reactivar eventos en conjunto con la Facultad de Agronomía y Nutrición de la UPAEP en este año, basados en el Día Mundial de la Alimentación, con la esperanza de seguir generando conciencia y acción en torno a estos temas tan relevantes.

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