Hay una estimación que va del 25 al 30% de alimentos que una vez el consumidor final lo tiene, ya no lo consume.
El 16 de octubre se celebra el Día Mundial de la Alimentación que desde 1945 la ONU designa a través de la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura), para hacer una reflexión con respecto a la alimentación de la humanidad.
Ante la situación actual que se vive por la inflación, no sólo las familias mexicanas han padecido los efectos de este fenómeno económico, hay otras naciones en donde la población se ve imposibilitada de adquirir algunos alimentos provenientes del campo porque el dinero no les alcanza, señaló Luis Andrés Cabrera Mauleón, profesor investigador de la Facultad de Ingeniería en Agronomía de la UPAEP.
Indicó que situaciones como el calentamiento global, cambios en el clima, distribución diferente de las lluvias a través de los años es un efecto acumulativo que no podemos en el momento actual manejar, no podemos controlar, tenemos que irnos adaptando, viendo qué tecnología podemos adoptar para afrontar este cambio dinámico que de manera natural tiene el planeta y que además se ha visto intervenido por la actividad humana.
Asimismo, comentó que la FAO con motivo de esta celebración siempre tiene un tema central al respecto, tomando en cuenta que no sólo participa la producción de alimentos en el campo, la producción agrícola y ganadera, sino todas las acciones y actividades que inciden para hacer llegar los alimentos a cerca de 8 mil millones de habitantes, de los 8 billones de habitantes existentes en el planeta; que requieren de alimentos frescos, inocuos, oportunos y accesibles, que tiene que ver con el tema de este año que habla de la “seguridad alimentaria”.
De igual forma, expresó que “el hecho de que se realicen actividades en una universidad como la UPAEP, en donde participan diferentes disciplinas para poder hacer siempre este trabajo interdisciplinario en función del tema de la alimentación”.
Cabrera Mauleón señaló que se trabaja de manera conjunta con otras instituciones como la academia de Slow Food Puebla y su vinculación con facultades como gastronomía, nutrición, agronomía, medicina veterinaria y zootecnia, mercadotecnia, en donde se da un intercambio de información y conocimientos, además de la participación del mismo Museo de la UPAEP, que difunde también todo este trabajo interdisciplinario y que se realiza en función de los alimentos.
Para sumarse a esta actividad de la celebración del Día Mundial de la Alimentación, la UPAEP el próximo miércoles 19 de octubre, en el campus central de la universidad, se llevarán a cabo una serie de eventos relacionados con la alimentación.
Luis Andrés Cabrera refirió que el Decanato de Ciencias Biológicas se suma a los festejos del quinto aniversario de un proyecto que ha tenido que ver con el fortalecimiento de empresas familiares dedicadas al tema alimentario, productores agrícolas, transformadores y comercializadores, pero a nivel de microempresas familiares que ha requerido de algún tipo de apoyo desde la universidad con asesorías de diferentes académicos de diversas áreas de la institución, para incidir en temas de diseño, mercadotecnia, contenido nutrimental de sus alimentos; administración y finanzas de la empresa familiar para fortalecerlos y llevarlos a un nivel superior, para mejorar la presentación y calidad de sus productos, así como el manejo de los ingresos, generación de empleos y entrada de ingresos, entre otros.
Subrayó que además de las 30 empresas que participan con la Universidad todos los miércoles en las sesiones de promoción, asesoría y venta de sus productos, se contará con la intervención de 20 empresas más, ya que en este trabajo itinerante se han apoyado a más de 100 empresas relacionadas con estos productos alimentarios, con productos para el aseo personal que provienen de un origen más artesanal, hechos a base de plantas medicinales como jabones, champú y algunas artesanías que han sido propias del gusto de los miembros de la comunidad universitaria, los miércoles a partir de las 9 de la mañana y hasta las 16 horas.
En ese orden de ideas, dijo que se tendrá una colaboración con la Universidad Surcolombiana para tener dos conferencias en línea que con estas acciones se suman a este interés y reflexión sobre estos factores que están incidiendo en la alimentación a nivel mundial.
Dijo que la primera conferencia tiene que ver con “un estudio sobre seguridad alimentaria y la segunda conferencia, con los servicios ambientales y climáticos, bajo una mirada de seguridad alimentaria, que impartirán investigadores de la Universidad Surcolombiana, y que a través de las redes sociales de la universidad se estarán compartiendo las ligas de enlace por zoom para darle seguimiento a las conferencias para que la gente pueda participar.
Cabrera Mauleón advirtió que hay una estimación que va del 25 al 30% de alimentos que una vez el consumidor final lo tiene, ya no lo consume. Porque hay esta merma, este desperdicio desde que se consume, se guarda ya sea refrigerado o no, pierde calidad, pasa cierto tiempo y no se consumen estos alimentos y son desechados.
“En los sectores sociales en donde tienen un mayor valor adquisitivo, se presenta ese problema de que muchas veces se da el desperdicio de algunos platillos de comida que muchas veces no son consumidos y se van al desperdicio, son alimentos que pasaron todo el proceso de la cadena agroalimentaria hasta su preparación que es puesta en un plato y que lamentablemente muchas veces es tirado a la basura. Hay que hacer conciencia de que hay mucha gente que no tiene comida en su mesa”, comentó el académico.
En ese orden de ideas, dijo que ya se tiene identificado que alrededor de la tercera parte de lo que se cosecha en el campo, en el transcurso de la cadena de distribución se va a perder, por cuestiones de manejo de post-cosecha, por selección del producto, en el proceso se va echando a perder el alimento.
Para concluir, manifestó que se pueden preparar abonos orgánicos con los productos que se quedan, que se pueden comercializar o incluso regalar; también se puede fomentar la economía circular para aprovechar los residuos urbanos provenientes de los productos alimentarios para poder reciclarlos y aprovecharlos responsablemente.