El estudiante del tercer semestre de la Licenciatura en Física afirma que hablar náhuatl es un orgullo: “son mis raíces”.


Gerardo Uriel Pérez Rojas es alumno de la Facultad de Ciencias Físico Matemáticas de la BUAP. Originario de San Miguel Canoa, Junta Auxiliar del municipio de Puebla, es también un estudiante bilingüe, pues además del español domina el náhuatl, una lengua aprendida en el seno familiar, de la cual dice sentirse orgulloso, pues significa raíces.

“Lejos de sentir vergüenza, me siento muy orgulloso de mi pueblo, de dónde soy, porque como mexicano y originario de un pueblo indígena soy una persona con más conocimientos que quiero compartir con los demás”, expresa el estudiante del tercer semestre de la Licenciatura en Física, hablante de náhuatl, el segundo idioma con más número de hablantes en México, y el que más ha influido en el español mexicano, como puede apreciarse en numerosos vocablos de la lengua castellana: tomate, petate, metate, aguacate, chocolate, atole; otros que se refieren a utensilios, comida, nombres de personas, ciudades y animales, así como expresiones cotidianas.

Su abuela materna solo hablaba náhuatl y de ella, sobre todo, aprendió este idioma, del cual –según le han dicho- emitió su primera palabra: atl, agua. Más tarde, recuerda, esta misma abuela le recomendó no hablarlo más, debido a la importancia de los idiomas extranjeros en la escuela y en el mundo contemporáneo. En su opinión, esta recomendación tiene su origen en el temor por la discriminación que puede vivir un hablante de lengua indígena.

“He visto compañeros que han vivido estas situaciones, que si por hablar náhuatl eres ‘indio pata rajada’. Mi abuela materna me dijo que ya no lo hablara, no sirve para nada, pero no me importó porque no comparto esa opinión; me sentí triste que ella me lo dijera”. Alguien que habla una lengua indígena, precisa, es alguien que merece admiración, no discriminación: “Es un tesoro, una riqueza que hay que preservar”.

En el marco del Año Internacional de las Lenguas Indígenas reivindica la importancia de las lenguas originarias de México y el mundo como “una riqueza cultural que se está perdiendo” y por la cual es importante emprender una defensa y acciones de preservación.

“Desde bebé hablo náhuatl, es mi lengua materna, mi origen, por eso sigo hablándola, con mis padres, mis hermanos, pues si no sabes de dónde vienes, no sabrás adónde vas”, expresa este hablante de náhuatl, un idioma cuyo origen se remonta a más de 4 mil 500 años y cuya variante dialectal, la suya, una de las 30 que existen en México, solo contiene palabras graves.

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