En la Ibero Puebla, especialistas en restauración consideraron que no hay daño al patrimonio sino modificación a su uso.
Tras las manifestaciones feministas del pasado mes de agosto, el foco mediático y la opinión pública se inclinaron hacia las paredes en lugar de atender las demandas de las manifestantes. Desde entonces, el debate en torno al valor de espacios históricos no ha hecho sino crecer. En este tenor, activistas y profesionistas de la restauración artística encabezaron el conversatorio Intervenciones en el espacio público.
Contextualizando el concepto base, la restauradora Andrea Cordero Zorrilla recordó que el patrimonio cultural busca conferirle valor social dinámico a un bien físico o inmaterial, el cual se encuentra a resguardo de las y los restauradores. Evocó el caso de la Virgen de Guadalupe como un ejemplo de íconos con múltiples significados e interpretaciones.
“El patrimonio está en constante transformación y opera en función de la sociedad que lo disfruta”, dijo. Abordando concretamente el caso de la intervención del Ángel de la Independencia, consideró que se trata de un proceso natural ante la desalentadora situación en materia de violencia de género.
“El Ángel sufrió daños severos desde el sismo del 19-S. Sin embargo, fueron los movimientos feministas los que visibilizaron dicho deterioro”, compartió. El gremio del colectivo Restauradoras con Glitter, una rama de la labor de conservación del arte con perspectiva de género, tiene por objetivo la reivindicación del fondo por encima de las formas.
“No se trata de decir ‘rayemos absolutamente todo’, sino de denunciar que hay algo grave que está sucediendo aquí”. Sofía Rojas Paz y Zak Ocampo Plasencia, integrantes de dicho grupo, hablaron de la importancia de complejizar el concepto de patrimonio, el cual no está dado, sino que se construye constantemente. Reconocieron que, si bien las intervenciones artísticas son una alternativa, no siempre suponen una respuesta proporcional a la ola de violencia machista.
Rojas Paz compartió que el colectivo realizó un trabajo de análisis e interpretación de la irrupción en la base de la Victoria Alada. En el proceso, se percataron de una serie de manifestaciones genuinamente artísticas, incluyendo consignas poéticas y reinterpretaciones de la mitología.
Por su parte, Ocampo Plasencia llamó a reconsiderar el valor de los bienes culturales para las personas. “Las vidas son mucho más importantes que las paredes. Tenemos que detener la violencia machista de raíz a través de la educación y la empatía”, concluyó. Previo a su participación, Itzell Sánchez Martínez del colectivo ADA, se manifestó en favor del río Metlapanapa, convocando a las y los asistentes a pronunciarse escribiendo el #YoPrefieroElRío en hojas de papel. “Yo prefiero el río, abajo los megaproyectos”, exclamó en compañía de la audiencia.
Entrando en materia, compartió que las intervenciones reclaman justicia, pues generan memoria y autodeterminación ante los diferentes hechos. Reivindicó el concepto de espacios públicos como espacios comunes en los cuales puedan construirse foros que alberguen la pluralidad de ideas. Mientras compartía una vasta colección de fotografías de intervenciones, ironizó sobre la institucionalización de manifestaciones sociales, tanto por parte de las instancias públicas como con los colectivos de agenda ideológica ambigua.
“¿Qué clase de historia queremos construir? Estamos imponiendo un tipo de arte y de uso de espacio”, sentenció.