No tener un contrato ni seguridad social, ganar menos del salario mínimo, cumplir jornadas de trabajo indefinidas; todas estas son expresiones de trata de personas con fines de explotación laboral. Si bien se suele pensar en esclavitud, trabajo forzado, trabajo infantil, entre otras manifestaciones, los primeros enunciados solo develan la normalización de estas prácticas.
Rodrigo Olvera Briseño, educador, promotor y defensor de derechos humanos, nombró las violencias que se ocultan detrás de la normalización de la precarización laboral y la violencia en el trabajo. Esto como parte de la cuarta sesión de la Cátedra Ellacuría, SJ de la IBERO Puebla, “La trata de personas con fines de explotación laboral”.
Para el ponente, solo hay una forma de abordar estas temáticas y es desde la humanidad; desde la toma de consciencia plena y el reconocimiento de las otredades en un ejercicio de problematización in situ, es decir, que las personas sepan dónde están, de dónde vienen y cómo se traspasa la trata de personas en su día a día.
Este fenómeno se ha configurado en diversas expresiones de la vida cotidiana para mantenerse vigente. Esto es posible debido a que el sistema capitalista es el mayor detonante de la mercantilización de cuerpos para consumo y mano de obra precarizada.
Esta modalidad de la trata se puede ver en expresiones tales como contratos apócrifos o abusivos que no tienen clausulas claras, o en los trabajos de cuidado que en su mayoría realizan las mujeres, y que no son remunerados.
“Cuando las condiciones de trabajo no son negociadas entre la persona que trabaja y quien la emplea, es servidumbre. Muchas personas en el mundo empresarial están creyendo que tienen derecho a eso […] Incluso los contratos dicen que el patrón puede designar unilateralmente las condiciones de trabajo, y ya ni siquiera nos damos cuenta de que estamos regresando a la servidumbre”.
Ante esto, el experto hizo hincapié en la coherencia que hay que tener en la defensa de derechos humanos y la búsqueda de un sistema económico y social justo, que se aleje de los regímenes capitalistas y de explotación imperantes.
“Para mí es inconcebible pensar los derechos humanos sin mencionar que estamos tratando de promoverlos y defenderlos en un sistema económico que en sí mismo es explotación laboral, y por tanto es incompatible con los derechos humanos”. Esta paradoja es lo que coloca en primer plano la acción colectiva y el cuestionamiento del sistema.
La acción colectiva es clave, pues mientras las autoridades no prioricen la explotación laboral en las agendas públicas, la trata de personas seguirá siendo una realidad que traspasa a la población en general. Para Rodrigo Olvera, entre más consciencia exista de los derechos humanos laborales en todos los entornos, la problemática será atendida desde una arista más lúcida y compasiva.
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