Durante una conferencia en la BUAP, la investigadora María Elena Medina Mora habló de aspectos interesantes de las drogas.
Aunado al consumo de drogas, factores como la pobreza, el estrés o la violencia incrementan el riesgo de una adicción más dañina, señaló María Elena Medina Mora Icaza, investigadora del Instituto Nacional de Psiquiatría “Ramón de la Fuente Muñiz”, durante su participación en la XIV Semana del Cerebro, organizada por el Instituto de Fisiología de la BUAP.
Al impartir la conferencia “Drogas y Cerebro”, en la Unidad de Seminarios de Ciudad Universitaria, la también académica del Colegio Nacional y la UNAM, mencionó que estos determinantes sociales, combinados con los biológicos como la genética, modifican el cerebro, afectando en mayor medida las áreas de toma de decisiones y las que regulan acciones, emociones e impulsos.
“Es una combinación de factores: la droga, los determinantes sociales, el estrés al que está sometido el cerebro y los factores genéticos, cuando todo eso se combina puede haber un impacto mayor en la persona; no podemos pensar que la adicción solo es por las sustancias”.
Todo ello, dijo, “explica que ciertas poblaciones sean más vulnerables que otras a desarrollar adicciones, aunque también existen personas que consumen drogas pero no generan dependencia”.
En este contexto, la Investigadora Emérita del Sistema Nacional de Investigadores, refirió que uno de los estupefacientes catalogados como más peligrosos es la heroína, ya que genera un efecto muy rápido de placer, pero al mismo tiempo cambia la estructura del cerebro causando una grave adicción.
Otras drogas, como la marihuana, ocasionan menor proporción de personas con problemas, ya que causa menos dependencia. Sin embargo, advirtió que el inconveniente con la marihuana es que personas con cerebros muy vulnerables pueden desarrollar enfermedades graves como la esquizofrenia.
“El riesgo de fumar marihuana y tener un cuadro sicótico es hasta los 23 años; en la adolescencia el riesgo es muy alto; las nuevas generaciones tienen mayores problemas de salud mental y altos índices de suicidio y delincuencia ya que consumen mucho más que los jóvenes de hace 6 años”, aseguró.
La problemática actual, agregó la doctora Medina Mora, estriba en que no es posible pensar solo en el acceso al tratamiento de la drogadicción, sino que tienen que atenderse todas las necesidades psicosociales de la persona y además incorporar su desarrollo humano.
“Si no luchamos contra la pobreza, si no damos oportunidad de trabajo o de una mejor calidad de vida de las personas, el solo tratamiento contra las drogas es muy pequeño”, concluyó.