Buscan disminuir el grado de infestación y daño por gusano cogollero (Spodoptera frugiperda) y gallina ciega (Phyllophaga spp)
Desde la siembra hasta su almacenamiento, el maíz es dañado por más de 70 especies de insectos nocivos, como gallina ciega, polilla; los gusanos cogollero, elotero y barrenador; y en almacén por gorgojo y palomilla. Las plagas en campo provocan pérdidas en rendimiento de 30 por ciento, mientras que las pérdidas por plagas en el almacenamiento son de 22 por ciento. Para su control generalmente se utilizan insecticidas químicos que generan resistencia en los insectos, daño ambiental y a la salud humana, y matan insectos benéficos.
Como una alternativa a este problema, científicos del Instituto de Ciencias de la BUAP (ICUAP) rescataron algunas prácticas agrícolas ancestrales y las combinaron con investigación científica para desarrollar metodologías de control agroecológico enfocadas a disminuir el grado de infestación y daño por gusano cogollero (Spodoptera frugiperda) y gallina ciega (Phyllophaga spp) en cultivos de maíz.
El grupo de investigación del Centro de Agroecología del ICUAP, integrado por los doctores Betzabeth Cecilia Pérez Torres, Agustín Aragón García y Jesús Francisco López Olguín, busca proteger al cultivo y grano mediante diversas técnicas, por ejemplo, la aplicación de extractos vegetales y cal en planta y semilla, respectivamente; manejo del suelo y uso de trampas de luz fluorescente.
Estas tecnologías son accesibles y económicas, por lo tanto, los productores pueden elaborarlas con recursos de su entorno. Además, no dañan el medio ambiente ni eliminan insectos benéficos, ya que muchos ayudan a la polinización y son alimento de otros seres vivos, como anfibios.
Plantas como insecticidas naturales
La gente ha recurrido por muchos años a las plantas para remediar algunos de sus males físicos, pero también para combatir las plagas. En ese sentido, los académicos de la BUAP usan extractos vegetales con propiedades insecticidas, de plantas como chicalote (Argemone mexicana), para prevenir el daño del gusano cogollero, insecto que se alimenta de las primeras etapas vegetativas del maíz (cogollo y hojas tiernas), dañando los tejidos que forman la mazorca y afectando el crecimiento de la planta.
El chicalote es una hierba anual que crece en terrenos de cultivo abandonados, en zonas agrícolas o a orillas de caminos. Se caracteriza por la presencia de alcaloides iso-quinolínicos detectados en todos sus órganos, es una planta naturalmente tóxica y benéfica al mismo tiempo.
Agustín Aragón García, doctor en Ciencias Ambientales por la BUAP, explica que el procedimiento para usar el chicalote como insecticida natural consiste en recolectar toda la planta cuando está maduro el fruto y se pone a secar a la sombra por un periodo de 15 a 20 días.
“Posteriormente se muele con un molino de martillo y se mezcla con aceite vegetal, en una proporción de un litro de aceite por medio kilo de la planta. Después de un mes se filtra con una prensa mecánica y el aceite obtenido, junto con un sulfatante orgánico, se aplica por aspersión a las plantas de maíz cuando tienen una altura de 10 a 15 centímetros”.
El también integrante del Sistema Nacional de Investigadores del Conacyt recomienda aplicar 50 mililitros del aceite vegetal y 16 mililitros de sulfatante por cada 16 litros de agua. La aplicación de este bioplaguicida se realiza cada ocho días, durante ocho semanas y de manera alterna con soluciones de jabón neutro en dosis de 100 gramos por cada 16 litros de agua. Es decir, cuatro aplicaciones del extracto vegetal y cuatro con jabón neutro. “El jabón además de matar los huevos, debilita la pared del cuerpo del insecto, entonces cuando le cae el aceite vegetal su acción es mayor. Por eso se alternan las aplicaciones”.
Aragón García recalcó que este es un método preventivo, cuando el insecto llega a la planta de maíz no se la come fácilmente porque adquiere un sabor amargo. Con esta técnica agroecológica, “hemos notado una disminución del gusano hasta en 80 por ciento, siempre y cuando se haga de manera preventiva”. En consecuencia, la producción se incrementa.
Por su innovación, este bioplaguicida ya se encuentra en solicitud de patente ante el Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial (IMPI), bajo el nombre “Control biológico de gusano cogollero”.