Asimismo, a través de modelos matemáticos desarrollados por investigadores de la FCFM se puede establecer la dinámica de propagación de una enfermedad infecciosa.
En promedio cada año aparecen 1.5 nuevos virus o bacterias capaces de causar daño a la salud del ser humano, algunos tienen efectos leves y son fáciles de controlar; sin embargo, otros como el caso del coronavirus 2019-nCoV, representan una emergencia debido a la poca información que se conoce de ellos, declaró la doctora Lilia Cedillo Ramírez, directora del Centro de Detección Biomolecular de la BUAP.
Cuando se produce un caso de un nuevo virus 2019-nCoV obviamente no hay vacunas y los medicamentos que se comienzan a probar generalmente son los que han funcionado para otros virus, aseguró la investigadora, quien señaló que en la medida en que se obtiene más información del nuevo virus, se tomarán medidas más certeras para el control de un eventual brote, epidemia o pandemia.
Respecto a lo que se está haciendo a nivel global, la doctora Lilia Cedillo refirió que en Estados Unidos, en el Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC por sus siglas en inglés), se ha trabajado en la secuencia del virus, lo cual ya fue reportado hace unos días y la manera de diagnosticarlo.
Lo anterior permitirá que los laboratorios de salud en el mundo tengan en cuenta las indicaciones de qué técnicas se usan para el diagnóstico, qué reactivos se necesitan y bajo qué condiciones se va a hacer el análisis, a fin de que el resultado sea confiable.
La BUAP cuenta con el equipo para detectar 2019-nCoV
En cuanto a la infraestructura, aseguró que la Universidad cuenta con equipo necesario, pues la prueba que se requiere es la «PCR en tiempo real», que busca la presencia de este nuevo coronavirus y otros coronavirus ya conocidos para descartar que no sea uno preexistente o que no esté asociado a esta nueva enfermedad.
“Sí lo podemos hacer, sí tenemos la infraestructura y el personal capacitado, pero hasta apenas dos o tres días se dio a conocer toda la metodología, ya estamos en posibilidades de sintetizar lo que necesitamos y posteriormente estandarizar la técnica y hacerla. Pero sí, las medidas ya las estamos tomando para que podamos estar en esa posibilidad”.
Lilia Cedillo aclaró que al ser reconocida la enfermedad de este coronavirus, la Secretaría de Salud será la encargada de sugerir que sea un solo laboratorio el que valide los resultados, en el caso de nuestro país, es el Instituto Nacional de Diagnóstico y Referencia Epidemiológicos (INDRE) que está en la CDMX.
Cabe destacar que el laboratorio de la doctora Llilia Cedillo surgió a raíz de la pandemia de influenza AH1N1, como una alternativa de crear nuevos laboratorios con técnicas confiables para el diagnóstico de enfermedades nuevas. Fue construido y equipado con apoyo de la BUAP y de los gobiernos federal y estatal, y en 2012 empezó a funcionar como Centro de Detección Biomolecular.
Este laboratorio ha trabajado enfermedades como el Dengue, Zika y Chikungunya, así como con infecciones virales y proyectos de investigación sobre el Virus del Papiloma Humano, entre otros.
¿Qué es el coronavirus?
En primer lugar, se sabe que los coronavirus son una familia de virus, comunes en algunas especies animales, sobre todo mamíferos y aves; no obstante, esta nueva cepa ha logrado adaptarse al ser humano.
Los primeros antecedentes de esta familia de virus se encuentran en el Síndrome Respiratorio Agudo Severo (SARS-CoV), identificado en 2003 en China y que en tan solo un año causó la muerte de alrededor de 650 personas. En el caso del SARS-CoV se determinó que el contagio se dio porque los murciélagos transmitieron el virus a la civeta y esta a su vez a los humanos.
Otro antecedente es el Síndrome Respiratorio de Medio Oriente (MERS-CoV), el cual fue identificado en 2012 en Arabia Saudita y causó la muerte de 800 personas, que se vieron infectadas por el contacto con dromedarios.
Fue a finales de 2019 cuando en Wuhan, China, se detectaron los primeros casos de una nueva cepa de coronavirus, llamada 2019-nCoV. Hasta el momento se reportan más de 400 casos en ese país y al menos 17 personas fallecidas por complicaciones derivadas de este virus. Por su parte, la Organización Mundial de la Salud (OMS) informó de la existencia de casos en países como Tailandia, Japón, Corea del Sur y Estados Unidos.
Entre los síntomas del coronavirus 2019-nCoV que se tienen identificados destacan fiebre, tos, dificultades respiratorias, diarrea y, en casos severos, neumonía, fallas renales o incluso el Síndrome Respiratorio Agudo Severo SARS.
¿Y cómo pueden ayudar las matemáticas?
En el estudio de las enfermedades emergentes, la colaboración de distintas disciplinas científicas ha permitido que el ser humano pueda prevenir e incluso vivir por más tiempo. En este sentido, los modelos matemáticos pueden brindar información sobre la dinámica de propagación de enfermedades infecciosas, un trabajo que se desarrolla en el Centro de Modelación Matemática (Cemmat) de la Facultad de Ciencias Físico Matemáticas de la BUAP.
En Cemmat, dirigido por el doctor Andrés Fraguela Collar, se estudia la dinámica de propagación de enfermedades infecciosas como el Dengue, Zika y Chicungunya; sin embargo, su modelo y metodología pueden adaptarse a otros padecimientos causados por virus, siempre y cuando se cuente con la información requerida.
Para el estudio de estos modelos aplicados a la epidemiología, los investigadores de Cemmat han analizado los efectos de la movilidad tanto humana como de los vectores, recurriendo a modelos de metapoblaciones, representados por sistemas de ecuaciones diferenciales. Asimismo, para conocer los efectos emergentes en una red de movilidad de gran tamaño en una enfermedad infecciosa, los matemáticos se orientaron con conceptos de la teoría de redes. Gracias a estos, refiere el doctor Fraguela, es posible proponer índices de riesgo que permiten un empleo más eficiente de los recursos en materia de prevención y combate de una epidemia.
“Cuando vamos a estudiar una epidemia, lo primero que se pregunta es cuál es el mecanismo de propagación, por contagio o a través de un vector, es decir, es necesario conocer los diferentes medios de transmisión”.
Fraguela Collar aclaró que la falta de información en el caso del coronavirus 2019-nCoV dificulta en buena medida un análisis con resultados precisos, no obstante la metodología y modelos matemáticos sí pueden arrojar respuestas confiables.
Al respecto, recordó que para elaborar un análisis de este tipo se toma en cuenta el número de muertes causadas, la tasa de transferencia (cómo un individuo se infecta y adquiere el virus) y las tasas de contacto (es decir, si son poblaciones muy densas), lo que implica un trabajo estadístico acucioso.
El investigador recordó que el papel de la modelación matemática en epidemiología no es un tema nuevo, por el contrario, se ha convertido en una estrategia indispensable en el estudio de enfermedades emergentes, que permite conocer la propagación y establecer un control infeccioso.
Es por ello que conocer las formas de transmisión y condiciones que favorecen la supervivencia de un agente infeccioso es fundamental para la aplicación de técnicas de control de una enfermedad, y en ese punto, la modelación matemática juega un papel muy importante.
Históricamente, el primer intento de modelación matemática para una enfermedad fue realizado en 1760 por Daniel Bernoulli, quien estudiaba la efectividad de las técnicas del cálculo de variaciones aplicados al estudio de la viruela.
En 1906 Hammer postuló que el curso de una epidemia depende de la tasa de contactos entre individuos susceptibles e infectados, uno de los conceptos más importantes en la epidemiología matemática: la ley de acción de masas de la epidemiología.
En 1911, Sir Ronald Ross desarrolló un modelo con ecuaciones diferenciales para la malaria como una enfermedad huésped-vector. Otros modelos también fueron desarrollados por Kermack y McKendrick (1927), quienes introdujeron las tasas variables y de recuperación, dando origen al teorema del umbral, el cual postula que la densidad de individuos susceptibles debe superar un valor crítico para que un brote epidémico se produzca.
No hay que generar alarma
Para el médico especialista en epidemiología del Hospital Universitario de Puebla (HUP), Bernardo Briones Aguirre, en esta época en la que son comunes las enfermedades respiratorias en nuestro país, la nueva cepa del coronavirus no debe ser motivo para generar alarma. En caso de presentar síntomas, el especialista recomendó acudir a su médico para su valoración y tratamiento.
El epidemiólogo hizo hincapié en que de acuerdo con el Comité Nacional para la Vigilancia Epidemiológica (CONAVE) solo es motivo de sospecha un paciente que presente los síntomas y haya viajado a los países donde se tienen detectados casos.
“Los casos sospechosos serán solo a partir de este concepto: una persona de cualquier edad, con fiebre y un cuadro respiratorio agudo que haya viajado a Wuhan, China o los países donde estén detectados casos, o bien haya estado en contacto directo con un enfermo confirmado. Estas son las únicas condiciones para sospechar.”
Briones Aguirre informó que el CONAVE publicó un aviso el 21 de enero pasado donde informa que en México no hay casos confirmados con este virus y que al tratarse de un virus nuevo no existen medidas de protección definidas, como sería una vacuna, así como otras medidas profilácticas y de tratamiento, las cuales son muy reducidas, de ahí la alerta.
Señaló que lo recomendable por las autoridades sanitarias es no viajar a los países donde se han reportado casos, y en caso de hacerlo se tiene que evitar el consumo de alimentos crudos, ingerir solo agua embotellada y extremar la higiene con el lavado constante de las manos, así como evitar los lugares concurridos.
De humanos a animales
El especialista aseguró que la convivencia entre los seres humanos y los animales implica que estemos en contacto directo con agentes causales (bacterias, virus), los cuales normalmente pueden causar enfermedad. Esta convivencia ha generado que los virus vayan mutado, es decir, cambian su estructura genética, evolucionen y se adapten a otros organismos como el humano.
Aclaró que las enfermedades que provocan estos microorganismos en los animales, pueden tener variaciones respecto a las afectaciones en la salud del humano. Otros de los factores que también influye es el estado de salud de las personas, su estado nutricional, edad y capacidad de adaptación.
También destacó que en el caso de este virus no se tienen identificados los grupos de mayor riesgo. “Hasta el momento solo se conoce el cuadro clínico y algunas de las afectaciones, pero aún falta mucha información, por ejemplo, tampoco se conoce el tipo de tratamiento u otras medidas de prevención. Destacó que en caso de una sospecha, las unidades de salud tendrán que practicar un exudado bucofaríngeo y enviar las muestras al sector salud para ser analizadas.