Los estudiantes de la BUAP, Graciela Amanda Figueroa Ruiz y Miguel Jiménez Moyotl, han sido durante cinco y cuatro años consecutivos campeones estatales y nacionales, respectivamente, de kickboxing. Su destacada trayectoria hoy los coloca como los únicos poblanos dentro del selecto grupo de 42 atletas que representan a México en el World Kickboxing Championships, Budapest 2024.
Alumnos de la Preparatoria Regional Simón Bolívar, de Atlixco, Amanda y Miguel lucharán en la modalidad tatami, categoría junior, en el Campeonato Mundial de Kickboxing, en Hungría, donde se suman a los más de 3 mil atletas de 68 países que competirán en este deporte de combate del 23 de agosto al 1 de septiembre.
Ambos han trabajado en esta disciplina, reconocida oficialmente por la CONADE, desde hace seis años, periodo en el cual han destacado en competencias municipales, estatales, regionales y nacionales, entre éstas el Campeonato Nacional de Kickboxing 2023, en la Ciudad de México, donde resultaron clasificados para integrar la selección mexicana que participa en el World Kickboxing Championships, Budapest 2024.
De acuerdo con sus entrenadores, Adriana Ruiz -presidenta de la Asociación de Kickboxing del Estado de Puebla- y Josué Galindo, en el ring Amanda destaca en control, enfoque y rapidez en el contraataque; mientras que Miguel domina su técnica para despistar al adversario, al lanzar una patada a la pierna que cambia con rapidez a la cabeza.
Tanto Amanda como Miguel, quienes cursan el tercer y quinto semestre, respectivamente, iniciaron sus carreras deportivas desde temprana edad: ella, a los cinco años; él, a los 11. En el deporte han encontrado valores, disciplina, trabajo en equipo, autoestima y seguridad.
Amo el kickboxing porque saca en mí lo que no ocurre en otra esfera de mi vida: ‘Amanda guerrera, Amanda luchando’, esto me llena de mucho orgullo”, expresa quien se recuerda de pequeña tímida y reservada, algo que superó con el deporte.
El kickboxing me ha cambiado la vida: para mí es un estilo de vida, me siento muy feliz, agradecida con mi familia y con mis entrenadores; todos me han apoyado en este camino”.
Miguel, a su vez, se inició a los seis años en fútbol -“yo era portero, no era muy bueno jugando, pero me gustaba el deporte”-, y a los 11 años logró ingresar a una academia de kickboxing –“yo insistí en ir, en la segunda clase me llevó mi mamá y me gustó; allí cambió mi vida: al entrenar sentí esa pasión por dentro”-.
He aprendido a valorar las cosas, a tener disciplina y apreciar que la unión de las personas pesa más que un individuo”.
Ser seleccionados nacionales no sólo los llena de orgullo, les representa también compromiso con quienes los han apoyado. Por ello, su mente y su energía están enfocados en una idea: “El actual campeón del mundo lo es porque no se ha enfrentado a mí. Hay alguien mejor y estamos dispuestos a demostrarlo. Somos guerreros, porque somos mexicanos y lo llevamos en la sangre; somos BUAP, somos lobos”.
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