Su investigación se centra en el estudio de los sistemas de excitación e inhibición del cerebro con padecimientos neurodegenerativos y mentales.
Una vez que un paradigma científico se mantiene por un largo tiempo es difícil cambiarlo, pero una educación de calidad internacional y la constancia aprendida en la BUAP permitieron al doctor Agenor Limón –investigador de la University of Texas Medical Branch (UTMB), en Galveston, Texas– romper un modelo científico: las proteínas que generan actividad eléctrica en el cerebro se mantienen activas después de la muerte.
“Se sabía que cuando una persona fallece las proteínas albergadas en el cerebro se degradan rápidamente, siendo imposible estudiar su función. No obstante, descubrimos que la función de las proteínas, al menos de aquellas partícipes en la comunicación sináptica entre neuronas, se mantienen activas hasta 120 horas antes de ser congeladas y por muchos años en congelación. Eso significa que los cerebros acumulados en los biobancos de todo el mundo pueden ser estudiados a nivel funcional y desarrollar estudios que antes eran impensables”.
Esta es una de las aportaciones a la ciencia realizada por un egresado de la BUAP, cuya línea de investigación se centra en el estudio de los sistemas de excitación e inhibición del cerebro con padecimientos neurodegenerativos y mentales, específicamente con enfermedad de Alzheimer y esquizofrenia.
El doctor Agenor Limón cursó estudios de pregrado y posgrado en la Máxima Casa de Estudios en Puebla: la Licenciatura en Químico Farmacobiólogo, en la Facultad de Ciencias Químicas; así como la Maestría y Doctorado en Ciencias Fisiológicas, en el Instituto de Fisiología, en las cuales obtuvo las distinciones Ad honórem y Cum Laude, respectivamente.
Tras su estancia posdoctoral en la Universidad de California en Irvine, en Estados Unidos, donde fue coautor de artículos científicos en el área de la neurociencia, recibió la invitación para incorporarse a la UTMB. A su ingreso, en 2018, le fue otorgado el Premio Rising STARs del Sistema de la Universidad de Texas.
Reconstruir la actividad eléctrica en el cerebro
No lucha en la Guerra de Troya o dirige una tribu de cananitas en las regiones de Sidón y Tiro, en Líbano, como el personaje de la mitología griega a quien debe su nombre, pero desde su laboratorio el doctor Limón reconstruye con diversas técnicas la actividad eléctrica a nivel molecular de las neuronas de cerebros humanos albergados en biobancos de Estados Unidos, entre estos de las universidades de Washington y de Texas, así como en los centros nacionales de salud.
“Ponemos a prueba los efectos de ciertos fármacos y vemos cómo se alteran y remodelan los receptores. En tanto, para entender la base funcional se emplea un análisis bioinformático, cuyo fin es conocer los cambios moleculares (errores) a nivel de genes en el cerebro humano. Nuestro análisis cubre todo el cerebro para no tener sesgos, porque los cambios que se generan en enfermedades no son localizados en un área en particular”, explica.
¿Cuál es el impacto de su investigación?
Nuestro trabajo es muy significativo para conocer cómo se genera esta actividad eléctrica y el tipo de medicamentos que se van utilizando. Esperamos encontrar fármacos más específicos con los cuales se pueda prevenir o detener la enfermedad neurodegenerativa en cuestión y con ello mejorar la calidad de vida de las personas.
En su carrera científica, el doctor Agenor Limón ha publicado 28 artículos indizados y es miembro de diversas asociaciones, como la American Society for Pharmacology and Experimental Therapeutics y la International Brain Organization.
Destaca que su formación en la BUAP le permitió ser competitivo en el extranjero.
“La educación fue muy buena, tuve maestros excelentes que me dieron las bases del pensamiento crítico para poder hacer la investigación que realizo. Ahora en el Laboratorio de Fisiología Sináptica de Enfermedades Neurodegenerativas y Psiquiátricas estamos rompiendo varios paradigmas. Lo hemos hecho dos veces y vamos por la tercera vez. Eso se debe a la constancia que uno aprende en la BUAP”.
Una promesa científica
Su acercamiento a la BUAP fue a los 16 años, cuando participó en la Olimpiada Nacional de Biología, que organizaba la Institución y la cual ganó dos veces. Allí descubrió el contacto con los científicos. “Al competir en este concurso tenía posibilidades de ingresar a varias universidades, pero me decidí por la BUAP porque estaba muy interesado en investigación y esta institución me permitiría realizar una carrera enfocada en esa meta”.
A la mitad de la licenciatura comenzó a colaborar en proyectos de investigación, “esa es una ventaja que la universidad me dio”. A partir de entonces, su carrera científica no se detuvo. Las aulas de la Máxima Casa de Estudios en Puebla cobijaron y alentaron su curiosidad: entender cómo funciona el cerebro humano, primero desde la Química y después a partir de la Fisiología.
El artículo “Ca2+ Activated K+ Current Density Is Correlated with Soma Size in Rat Vestibular-Afferent Neurons in Culture”, derivado de su tesis doctoral y que fue publicado en Journal of Neurophysiology, ganó el premio “Maximiliano Ruiz Castañeda” 2006 de la Academia Nacional de Medicina de México.
Este trabajo, realizado bajo la dirección de los doctores Rosario Vega y Enrique Soto, consistió en describir por primera vez las características moleculares que generan la actividad eléctrica en las células nerviosas del oído interno. A futuro, permitiría desarrollar nuevos campos de investigación.
“Se pensaba que las células del oído funcionaban simplemente como cables mandando información y los estudios que hicimos demostraron que estas células participan de forma importante en transformar y codificar esa información”.
Posteriormente, realizó una estancia posdoctoral en la Universidad de California en Irvine, con el doctor Ricardo Miledi, renombrado neurocientífico mexicano y pionero en el estudio de la comunicación entre las neuronas. Allí desarrolló técnicas para estudiar la actividad eléctrica de receptores implicados en la comunicación en las neuronas.
“Nuestro trabajo se consideraba como una Piedra de Rosetta para entender las enfermedades mentales en modelos humanos”. En efecto, esta investigación dio lugar a descubrir que la actividad de los receptores persiste por más de 24 horas, después de la muerte del cerebro.
Esta colaboración le abrió las puertas a una beca de la Fundación Grass para una estancia en Woods Hole, Massachusetts, Estados Unidos, en 2009. Mientras en 2014 obtuvo el Travel Award por el American College of Neuropsychopharmacology, en Estados Unidos.
Para el doctor Agenor Limón, un orgulloso egresado de la BUAP, el tiempo e inversión en investigación son limitados, por ello disfruta de su familia y trabaja en lo que le gusta. “Hacer lo que uno disfruta no es trabajo, es una oportunidad”.
¿Cuáles son sus planes a futuro?
A nivel profesional, mis planes a futuro son asociar los estudios funcionales que estamos realizando con los riesgos genéticos de las personas, para generar diagnósticos tempranos; desarrollar medicamentos para personas afectadas por enfermedades mentales y ser mentor para las nuevas generaciones.