El enojo es una de las seis emociones primarias del ser humano. Ayuda a las personas a identificar sus límites, a defenderse ante situaciones injustas y, con un manejo adecuado, aporta a la resolución de problemas de manera asertiva. Pero, cuando el enojo se transforma en una sensación errática y desmedida, es una señal de alerta.
Golpear la pared, estropear objetos personales o ajenos, o provocar daños a propiedad. Crisis de ansiedad, desgaste de los dientes, tensión constante en la mandíbula, debilitamiento del sistema inmunológico, infartos por enojo. Estos son solo algunos de los impactos que tiene el enojo en la salud de las personas y su entorno, y que pueden resultar en problemas graves de adaptación y sociabilización.
El Dr. Raúl José Alcázar Olán, académico del Departamento de Ciencias de la Salud de la IBERO Puebla, ha dedicado parte de su trayectoria a la investigación del enojo problemático: aquel que suele tener consecuencias catastróficas para la persona que lo vive y para quienes la rodean.
El académico ha centrado su investigación en los automovilistas, quienes son parte de un ciclo complejo de violencias que se agravan al no tener un buen manejo de la frustración. En esta situación, no importa el sexo, pues “hombres y mujeres son muy parecidos en sus reacciones, en los riesgos que toman. Vamos a decir que ambos están dotados con la misma fuerza, porque ambos tienen auto, y en términos de equivalencia de fuerzas están iguales”.
Esta conducta ha tenido desenlaces fatales: “En nuestra sociedad poblana ya ha habido muertes por arma de fuego debido a una riña entre automovilistas”. Aunque el Dr. Alcázar admite que estos problemas no son exclusivos de Puebla o México, la entidad acumula más de 6,500 percances viales al corte de 2023, por lo que es necesario atender la cultura vial en la región.
“Ante la frustración uno reacciona con enojo y agresión. Si a eso le sumamos otros elementos históricos y culturales, como estas enseñanzas de hacer valer mis derechos a como dé lugar, donde sea y con quien sea, puede contribuir a la violencia”, explicó el académico.
Ante esta problemática, el catedrático afirma que existen muchas soluciones, pues “si una persona tiene problemas de enojo, sí se puede cambiar, esa es una muy buena noticia. Primero necesita reconocerse el problema, porque si la persona no lo reconoce, ya desde ahí hay dificultades”.
Pero ¿cómo saber si el enojo es un problema? El Dr. Raúl Alcázar da algunas pistas: si este es constante, limita las relaciones interpersonales y provoca que una persona se haga daño a sí misma y a otros, es necesario atenderse. Para solucionarlo se puede recurrir al acompañamiento psicológico, psiquiátrico y a grupos o talleres de autoayuda que den herramientas de autocontrol y relajación.
“El enojo es útil para detectar injusticias, poner límites, aclarar relaciones, o detectar algo que no me está gustando; sí tiene un lado positivo el enojo, pero decimos que se convierte en problemas cuando se vuelve frecuente, intenso, duradero y se vuelve la forma habitual de reaccionar a lo largo de meses y años”. El académico insta a las personas a reconciliarse con su enojo y verlo como una herramienta útil de autocuidado.
En la IBERO Puebla se ofrece un taller de control del enojo abierto para todo público, que brinda un acompañamiento integral y cercano con problemas de ira. En diez semanas, las y los alumnos aprenderán técnicas de relajación focalizadas, estrategias para el control de las emociones y otras herramientas de autocuidado para mejorar sus vidas. Para más información, escribe a raul.alcazar@iberopuebla.mx.
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