En el municipio de Tepetlán, enclavado en las montañas de Veracruz, la producción agrícola está en declive gradual. Los jóvenes que completan su educación en telesecundarias o telebachilleratos ya no ven un futuro en el campo. En lugar de aspirar a una carrera universitaria, su objetivo principal es migrar a Estados Unidos.

¿Por qué toman esta decisión? La respuesta es sencilla: allá tienen familiares o conocidos que ya han establecido sus vidas. Estos lazos pueden abrirles oportunidades laborales y ofrecerles un camino distinto al que encuentran en su lugar de origen.

Aunque abandonar su tierra natal es una elección difícil, muchos ven en la migración una posibilidad de mejorar sus condiciones de vida.

Tepetlán, con apenas 83 kilómetros cuadrados, subsistía de la producción agrícola; sin embargo, los adultos mayores ya no puede trabajar la tierra y viven de las remesas que mandan sus hijos o parientes en aquel país, a esas legiones se unen los más jóvenes y poco a poco las calles de las 24 localidades se quedan vacías.

Aquí no hay futuro porque los trabajos escasean. Los que quieren conseguir empleo cerca se tienen que ir a Xalapa (a 43 km) o a Naolinco (21 km) y lo único que consiguen son trabajos de dependientes en tiendas, con muy poca paga”, explicó Rosalía, madre de Alfonsina, de 21 años, quien apenas el año pasado partió a Carolina del Norte, donde ya está con  su hermana mayor, Andrea.

Con esa garantía, Rosalía recibe 600 dólares regularmente. Ese ingreso le permite pagar la educación del menor de sus hijos, Manuel, quien estudia la telesecundaria, y en las tardes le paga una clase de inglés, pensando que en un futuro podría emigrar “y no quiero que le cueste”. En el pueblo tiene una tienda de comestibles.

Rutilo, abuelo de Emilio, consiguió dinero prestado para poder migrar. El pollero les cobró 60 mil pesos. Hace tres años todo era incierto con la pandemia, la frontera estaba cerrada. El padre de Emilio murió en el intento de llegar a Estados Unidos y su madre no se quiso hacer cargo porque no tenía dinero. Al terminar la escuela, Rutilo escuchó lo que tanto temía: su nieto se quería “lanzar para el otro lado”, porque en ese viaje se fueron tres adolescentes.

No sé cómo le hizo pero llegó mi chamaco. Se aplicó, está por Chicago. Ya pagué lo que debía y me manda un poquito de lo que gana. Es bueno, pero allá tiene gastos y ya le dije que no se preocupe, que no regrese, porque allá le puede ir mejor”, aseguró don Rutilo, quien no deja de trabajar su parcela, porque es con lo que se alimentan él y su esposa.

Rutilo siembra chayote y maíz. También cultiva hortalizas, pero prácticamente es consumo local, porque no son grandes volúmenes y sabe que el mercado para su producción es muy mal pagado, lo que les ofrecen por kilo es muy poco y prefiere no hacer negocio.

Tepetlán, en lengua náhuatl, significa Lugar entre cerros, y su clima húmedo permitía el cultivo del café y caña. El fenómeno de la elevación de la temperatura obligó a que en los últimos años comenzaran a sembrar limón.

Alonso, campesino de 45 años, prácticamente volvió a comenzar. Sus tres hijos mayores, Carmela, Antonia y Emiliano lograron migrar y ahora viven en un distrito cercano a Nueva York, Estados Unidos. Se volvió a casar y tiene dos niñas. Si bien no vive directamente de las remesas sus hijos le ayudaron a comprar una camioneta de uso para poder mover su mercancía. Cuando la cosecha es mala también le envían un apoyo.

Y es que hasta hace dos años tenía siembra de café, el desplome de los precios provocó pérdidas a todos los productores de esa región, porque se los cotizaron entre dos y cinco pesos por kilo y la sequía “nos tronó por completo”, dijo.

Hace como tres años nos fue bien, sacamos kilos de limón, bastante, y lo fui a vender, no estuvo mal, pero ahora a ver cómo nos va. Lo que ayuda es que mis hijos me echan la mano cuando no se puede acá, ya no lo hacen por mí, dicen que es para sus hermanas”.

La esposa de Alfonso es Pilar, profesora en una primaria, por eso se conocieron. Pilar no quiere que sus hijas sigan el camino de sus hermanos mayores y por eso busca con ahínco que estudien y que sus deseos sean de seguir una carrera universitaria, no de migrar.

Hace pocas semanas, Tepetlán se convirtió en noticia porque el 30 de junio, durante la tormenta tropical Chris, la creciente del río provocó la muerte de cuatro policías, quienes fueron arrastrados por la corriente con todo y patrulla.

Los cuatro fallecidos dejaron hijos huérfanos y todavía es un futuro incierto para ellos. El ayuntamiento, que tiene un ingreso presupuestal de poco más de 45 millones de pesos para un año, prometió que les pagarán a los deudos una manutención, pero ignoran cuánto durará. “Seguro esperarán a que los niños crezcan y también agarrarán camino”, comentó Juana, quien es familiar de uno de los policías, porque para los pobladores de Tepetlán ya no hay otra salida, “ya nos quedamos sin gente”, suspira.

Con información de Excélsior.

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