En América Latina, las billeteras digitales no solo están transformando la manera en que se realizan las transacciones, sino que están acelerando un cambio cultural profundo en la relación de las personas con el dinero. Con el 70% de las transacciones digitales a nivel global en 2024 realizadas a través de estas herramientas, según el informe “The Global Payments Report 2024” de WorldPay, la región se posiciona como uno de los motores de esta revolución financiera.

Este impulso proviene de varios frentes, como una creciente necesidad de inclusión financiera, la expansión del comercio electrónico, la digitalización acelerada tras la pandemia y la creciente desconfianza hacia el efectivo en un escenario económico volátil. En este contexto, este fenómeno se refleja con claridad en el ranking regional, con Argentina y Brasil liderando con altos niveles de adopción tanto en el comercio electrónico como en los puntos de venta físicos.

En el primero, el 31% del gasto online ya se realiza a través de billeteras digitales, mientras que en el segundo, el sistema Pix ha transformado el panorama de pagos, acaparando el 30% de las transacciones digitales brasileñas. Les sigue México, donde estas soluciones representan el 24% del gasto en comercio electrónico y el 16% en tiendas físicas. Colombia y Chile también avanzan, aunque a menor ritmo, con porcentajes que revelan una tendencia clara hacia la digitalización del consumo.

Las proyecciones para los próximos años son aún más contundentes. Se espera que, para 2027, las billeteras digitales alcancen el 28% del gasto en ecommerce y superen el 30% de las transacciones electrónicas totales en la región. Esta tendencia responde a un ecosistema en transformación, donde los pagos cuenta a cuenta, como Pix, ganan protagonismo, y donde la innovación tecnológica -como la incorporación de inteligencia artificial y blockchain- aumenta la seguridad y la eficiencia de los sistemas de pago.

En esa línea, la billetera digital Vibrant estima que para 2030 el uso de efectivo caerá por debajo del 10% en las principales economías del mundo, mientras que las billeteras digitales superarán el 40% del total de pagos electrónicos, marcando un punto de inflexión histórico.

Lo cierto es que en este marco de cambio regional, México se destaca como uno de los países más dinámicos en el proceso de adopción de billeteras digitales, aunque aún enfrenta desafíos importantes. A pesar de que el efectivo continúa siendo el método de pago más utilizado, con el 90% de la población recurriendo a él de forma habitual, la digitalización financiera ha comenzado a ganar terreno gracias al empuje del sector fintech, el avance de la conectividad y los nuevos hábitos de consumo.

Y es que el país vive una revolución en pagos digitales, impulsada por la creciente confianza del consumidor y el uso masivo de smartphones. De hecho, las billeteras digitales como Mercado Pago y PayPal ya forman parte del día a día del 70 % de los usuarios móviles, lo que demuestra la velocidad con la que se integran en los hábitos cotidianos.

Esta tendencia se refleja en el Sistema de Pagos Electrónicos Interbancarios (SPEI), cuyo volumen de transacciones creció un 30 % en 2024. Asimismo, el Banco de México estima que de cara al cierre del año, las operaciones con billeteras digitales representen el 36% del total, frente al 27 % de 2021, consolidando una expansión imparable.

Por otra parte, en el sector empresarial, los avances también son notables, ya que el 35% de los comercios en el país ya acepta pagos con billeteras digitales como Apple Pay, Google Pay o PayPal, superando el promedio global del 28%. Igualmente, un 27% está dispuesto a incorporar métodos de pago internacionales como AliPay y WeChat Pay.

No obstante, los retos persisten. La Encuesta Nacional de Inclusión Financiera 2024 reveló que el 50% de los adultos en México no posee una cuenta bancaria y solo el 25% utiliza servicios de banca móvil. Aún existe una brecha considerable en términos de acceso y educación financiera. En ciertas regiones del país, la conectividad limitada y la falta de infraestructura tecnológica dificultan la adopción de estas soluciones, esto sin contar que el desconocimiento sobre su funcionamiento impide un uso más generalizado.

Otro factor que condiciona su crecimiento es la confianza del usuario. Muchos mexicanos aún desconfían de la seguridad de sus datos al utilizar billeteras digitales, especialmente en un contexto donde los fraudes electrónicos se han multiplicado. Para contrarrestar este problema, expertos proponen medidas más robustas de autenticación, cifrado, tokenización y el uso de inteligencia artificial para detectar comportamientos sospechosos en tiempo real.

Aunado a esto, la falta de interoperabilidad entre plataformas, bancos y comercios representa un obstáculo. Los establecimientos deben invertir en terminales compatibles y capacitar a su personal, lo cual implica una barrera de entrada para negocios pequeños. Sin embargo, iniciativas como las soluciones omnicanal para el retail, que integran en un solo sistema tarjetas, billeteras, links de pago y transferencias, han demostrado ser eficaces para mejorar la experiencia del cliente y optimizar los procesos de pago.

Pese a estos desafíos, el crecimiento de las billeteras digitales en México ya no puede ser visto como una promesa futura, sino como una realidad que se consolida día a día. Su presencia es cada vez más habitual en comercios, tanto físicos como digitales y las tecnologías como el NFC, los códigos QR y los pagos contactless, impulsadas por su rapidez y facilidad de uso, están ganando camino especialmente entre los jóvenes y en entornos urbanos digitalizados.

Legalidad y fortalecimiento del crédito

En México, el avance de las billeteras digitales y de las fintechs no ha pasado desapercibido para los organismos reguladores. Desde 2018, la Ley Fintech marca el marco legal bajo el cual operan plataformas como Mercado Pago, Spin, Clip y muchas otras.

Estas empresas, categorizadas como Instituciones de Fondos de Pago Electrónico, deben contar con autorización de la Comisión Nacional Bancaria y de Valores y respetar estrictas normativas de prevención de lavado de dinero. No obstante, los fondos depositados en estas plataformas no están garantizados por el gobierno, lo que obliga al usuario a confiar en la solidez de cada proveedor.

En ese mismo marco, la Ley Fintech también establece lineamientos para el uso de activos virtuales, aunque solo permite operar con criptomonedas que sean reconocidas oficialmente por el Banco de México. Este punto se encuentra actualmente en revisión, ya que distintas voces de la industria impulsan reformas que permitan una regulación más clara y actualizada para los criptoactivos. La supervisión de estos actores recae, además, sobre entidades como la CONDUSEF, que vela por los derechos de los usuarios a través de mecanismos para reportar fraudes o resolver disputas.

A pesar de contar con este andamiaje regulatorio, el acceso al crédito a través de las fintechs todavía es limitado. Aunque concentran más de la mitad del tráfico bancario digital, apenas representan el 10% del portafolio total de financiamiento en el país. Esto refleja una oportunidad, pero también una deuda pendiente en términos de inclusión financiera. En concreto, los préstamos digitales representan el 20% del ecosistema fintech mexicano, según el reporte 2025 de Finnovista, Deloitte y Creel, lo que demuestra que este segmento está en plena expansión.

Parte del atractivo de estas plataformas es su capacidad de ofrecer productos altamente competitivos. Por ejemplo, los bancos tradicionales otorgan rendimientos de ahorro cercanos al 5.8% anual, en tanto, algunas fintechs llegan a ofrecer hasta un 15%. Aún así, este dinamismo exige más solidez financiera y modelos sostenibles, incluso, analistas como Moody’s advierten que será fundamental para estas empresas diversificar sus fuentes de fondeo.

De esta forma, en un país donde millones aún no tienen acceso a internet ni a un smartphone, el desafío de las fintechs no es solo crecer, sino construir un ecosistema que no excluya a los más vulnerables en su camino hacia la digitalización.

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