Debido a la prohibición para importar el herbicida que se usa para proteger los cultivos, se podrían perder miles de cosechas, generándose desabasto.
Integrantes de la industria de protección de cultivos alertaron que de mantenerse la prohibición para que México importe glifosato -que protege a los plantíos de las plagas y malezas- se corre el riesgo de que alimentos como el maíz, frijol, arroz, tomate, aguacate, caña, cereales, verduras, frutas, café y algunos derivados como la tortilla y el azúcar, sufran un alza de precio porque se perderían miles de cosechas, habría desabasto y los productos deberán comprar del extranjero.
Francisco Ortiz Malcher, Presidente de la Unión Mexicana de Fabricantes y Formuladores de Agroquímicos A.C. (UMFFAAC), y Cristian García de Paz, Director Ejecutivo de la organización Protección de Cultivos, Ciencia y Tecnología, A.C. (PROCCyT) indicaron que debido a que la SEMARNAT prohibió en noviembre de 2019 la importación de glifosato, las reservas de este herbicida se están agotando, justo cuando el ciclo de siembra en México ya comenzó.
Precisaron de mantenerse dicha prohibición, la producción de alimentos en el campo registrará una caída de entre 20 y 40 por ciento, lo que también ocasionará un duro golpe a la economía de al menos 7 millones de micro, pequeños, medianos y grandes productores de todo el país.
Por ello, confiaron en que la Secretaría del Medio Ambiente (SEMARNAT) y el Consejo Nacional Agropecuario (CNA) logren a la brevedad los acuerdos necesarios para definir el futuro del uso del glifosato en nuestro país, y ofrecieron aportar toda la información científica y técnica necesaria para ser valorada en el marco del diálogo acordado por ambas partes para discutir ese tema.
“Si los productores llegan a perder sus cultivos, México deberá importar los alimentos y las familias deberán pagar más en cualquier mercado u otro centro de abasto por el tomate, frijol, arroz, maíz, verduras, frutas y demás productos de la canasta básica”, dijo Cristian García de Paz.
Agregó que la importancia del campo radica en que es el sector encargado de producir los alimentos que todos los días llegan a la mesa de casi 130 millones de mexicanos, y refirió que el glifosato ha sido motivo de estudio durante más de 40 años en todo el mundo, determinándose que su uso no implica riesgo para el medio ambiente ni la salud pública.
A su vez, Francisco Ortiz Malcher explicó que antes de entrar al mercado, cualquier producto que es utilizado para el cuidado de los cultivos es sometido a una profunda investigación y estudios por parte de especialistas y las propias autoridades regulatorias, proceso que lleva al menos 10 años. Es decir, “su uso no es algo que surja de la chistera. Tiene bases sólidas en estudios de la ciencia ambiental y la salud humana”, estableció.
Ambos representantes dejaron claro que comparten el objetivo del presidente de la República para lograr la seguridad alimentaria de nuestro país, así como para hacer del campo un sector sustentable y redituable para los 7 millones de micro, pequeños, medianos y grandes productores que dependen de él.
Los integrantes de la agroindustria aprovecharon para hacer un reconocimiento a esos trabajadores porque en un momento tan delicado como el de la pandemia provocada por el COVID-19, y los efectos económicos que ha generado, han sacado la casta para que no falten alimentos en los hogares mexicanos.
Ortíz Malcher apuntó que con la prohibición del glifosato no sólo se estaría asestando un duro golpe a los productores nacionales, sino que de manera directa se beneficiaría a los trabajadores del campo de otros países donde el uso de ese herbicida sí está permitido, como el caso de Estados Unidos, nuestro principal socio comercial.
Por ello, exhortó a quienes participarán en la mesa de diálogo acordada entre la SEMARNAT y el CNA a que analicen el tema del glifosato con la frialdad y las bases científicas que demanda el caso. “No satanicemos a priori el producto. Hagamos de ésta una discusión franca y basada en la ciencia”.
Para concluir, recordó que la Agencia de Protección Ambiental (EPA, por sus siglas en inglés) de los Estados Unidos, ratificó recientemente que el uso de glifosato no implica riesgos comprobados en la salud pública, e informó que ese producto se usa en más de 160 países de todo el mundo.