Este sábado el Inter Miami se estrenó en un partido amistoso contra el Philadelphia Union.

David Beckham soñó a lo grande como jugador de fútbol y sigue haciéndolo después de colgar las botas en agosto de 2016, tras haber conseguido convertirse en estrella mundial a lo largo de sus dos décadas como futbolista profesional. Hacer realidad el último de ellos —un equipo de Miami en la liga más importante del fútbol norteamericano— le ha costado seis años pero Beckham está acostumbrado como deportista de élite a no dar un partido por perdido y a conocer el valor de la perseverancia. La semana pasada el exjugador, reconvertido en empresario, se fotografiaba en el Al Lang Stadium, un antiguo estadio de béisbol de Miami, con capacidad para 20 mil personas, para mostrar el lugar en el que el próximo mes debutará su equipo, el Inter Miami, en la MLS, la Major League Soccer, la creciente y exitosa liga de fútbol de Estados Unidos y Canadá.

¿Su equipo? Pues sí, así como suena, un equipo que puede llamar suyo no porque el británico juegue en sus filas sino porque es su mayor accionista y el responsable de su parte deportiva. Una actividad en la que en 2018 aseguró que se implicará “en un 120%”. “Pasaré mucho tiempo aquí. Amo esta ciudad”, dijo entonces en referencia a Miami. Una afirmación que no se va a quedar en simple declaración de intenciones a tenor de los movimientos inmobiliarios que ha realizado la familia Beckham, que el pasado mes de octubre adquirió un apartamento valorado en 40 millones de euros en la ciudad, uno de los últimos edificios diseñados por Zaha Hadid, la primera mujer que en 2004 consiguió el premio Pritzker.

Este sábado el Inter Miami se estrenó en un partido amistoso contra el Philadelphia Union, una puesta a punto antes del primer enfrentamiento serio frente a Los Angeles FC el próximo domingo 1 de marzo, mes en el que comienza la temporada en la MLS. Al margen de la satisfacción personal que supone para Beckham haber conseguido un objetivo tan complicado que en algún momento le hizo pensar en tirar la toalla, esta actividad también marca la madurez del astro del fútbol y la dirección empresarial que ha dado a su vida después de dejar de ser jugador.

Beckham y su esposa, Victoria, ex Spice Girl y ahora diseñadora de moda, han creado una marca en torno a su matrimonio, pero cada uno manda en su propio territorio. “Victoria y yo llevamos 20 años casados y lo hablamos todo, pero cada uno decide sobre sus propios asuntos”, afirmó recientemente el deportista en una entrevista.

El dinero ayuda a la hora de lanzarse a nuevos proyectos, pero en el caso de David Beckham también lo hace su tirón mediático y la buena consideración que tienen de él quienes le tratan. La rentabilidad que ha sacado a su éxito y a su físico no se le ha subido a la cabeza. A los 44 años, él mismo reconoce que ha dejado atrás alguna de las excentricidades que le convirtieron en icono de estilo y ahora vive una época de elegante serenidad en cuanto a moda se refiere. Un equilibrio que también se refleja en su vida personal y profesional.

Don Garber, comisionado de la MLS y que fue uno de los artífices de que Beckham jugara en Los Angeles Galaxy tras los cuatro años que pasó en el Real Madrid, tiene clarísimo que el británico es mucho más que un figurín que convierte en oro todo lo que toca. “Es un tipo muy especial”, le confesó a CNN recientemente. “Hay algo profundamente auténtico y humilde en él que, combinado con sus excelentes credenciales deportivas, una enorme pasión y un buen enfoque profesional, le ha llevado donde está ahora”, continuó. Garber también ha hecho hincapié en la perspicacia comercial de Beckham, un hecho que le sorprendió tanto como la dedicación del exjugador para investigar y conocer cada recoveco del negocio que pudiera afectar a este nuevo proyecto. “Durante días y días se sentó en la sala de juntas examinando documentos y demostrando su conocimiento”, afirmó.

“Estoy emocionado de estar en esta liga y en esta ciudad, de que me hayan otorgado oficialmente la franquicia y que esto esté sucediendo realmente después de haber pasado momentos muy difíciles para conseguirlo”, afirmó Beckham. “Yo solo sé que no me rindo y que trabajo duro y desde que he dejado de jugar he aprendido a aceptar que algunas de las mejores empresas se construyen con el tiempo”, añadió.

Sus seguidores ya se han entregado a este nuevo proyecto americano y los hinchas del club se presentan a algunos de los encuentros de prensa que ha tenido Beckham con carteles de su ídolo vestido como un gladiador. Él tiene claro que será un trabajo de años conseguir su objetivo: que su equipo, que el fútbol norteamericano, pueda verse las caras de tú a tú con los grandes equipos internacionales en las citas de más alto nivel. Pero su carácter perseverante augura éxitos. De momento ya ha anunciado que quiere fichar a grandes jugadores de Europa y que pretende hacer cantera con una academia de vanguardia para atraer y crear talento desde las edades más tempranas.

En mayo de 2019 David y Victoria Beckham tomaron el control total de la compañía que lleva su nombre y compraron por algo más de 46 millones de euros la participación del 33% que tenía el grupo de entretenimiento XIX de Simon Fuller. Una forma de garantizar que ellos, y solo ellos, decidirán sobre sus sociedades y marcas, entre las que se encuentra el Inter Miami FC. David Beckham tiene un auténtico imperio que toca campos tan diversos como la cosmética masculina, el whisky, una línea de gafas de sol o sus colaboraciones con firmas como L’Oreal y Adidas.

Su huella como futbolista se ha traducido en un poder de influencia que le halaga pero que no quiere que se le suba a la cabeza: «Creo que si yo mismo dijera que soy influyente en algo, probablemente mi padre vendría a darme un tirón de orejas», bromeó el pasado año. La realidad es que el deportista tiene 60,9 millones de seguidores en Instagram y a eso ahora se le llama ser influencer además de empresario.