Poblanos confirman que el ingenio de los mexicanos permite utilizar los recursos naturales para elaborar productos típicos con calidad de exportación
Si algo distingue a los mexicanos es el ingenio y la capacidad de hacer negocio prácticamente con cualquier cosa. 250 poblanos que se presentaron en el Cuarto Encuentro Nacional de Seguridad Alimentaria son muestra de que cuando se tienen ganas de trabajar, y un sueño que alcanzar, se deben poner las manos al maguey, al café, a la vainilla, a la jamaica o a cualquier producto que brinda el campo poblano.
Migrantes, campesinos, estudiantes y amas de casa de todas las edades decidieron emprender negocios que poco a poco salieron de las salas de sus casas que se convirtieron en fábricas que brindan fuentes de empleo en sus regiones y que exportan a varios países del mundo.
Ellos un día se levantaron siendo desempleados o estaban insatisfechos con sus trabajos y se arriesgaron a comercializar lo que la tierra les dio. Éstas son sus historias.
El migrante licorero.Jesús Montiel Hernández es un migrante originario de la junta auxiliar de San Felipe Ayutla, perteneciente a Izúcar de Matamoros. Después de trabajar varios años en los Estados Unidos donde la hizo de todo, regresó a su pueblo natal y comenzó a vender joyería.
En 2012 siguiendo su espíritu inquieto y aventurero decidió fabricar whisky, ginebra y cerveza.
El sueño americano aún se le ve en la mirada, y con emoción cuenta que la idea surgió cuando por error recibió un “email” que detallaba el proceso de producción del whisky; “me dije ¿Por qué no hacerlo? y puse manos a la obra”.
Jesús contó que su whisky con un costo de 250 pesos, es un destilado compuesto 75 por ciento de maíz y 25 por ciento de cebada. También fabrica una ginebra regular y otra que contiene la flor llamada Damiana. Esta flor para los Mayas era afrodisiaca pero su uso se ha generalizado para combatir el agotamiento o problemas respiratorios.
Con orgullo mostró sus cervezas artesanales, algunas hechas con maltas tostadas, otras son herbales y también contienen Damiana, además de la cerveza colorada de frutos rojos y otra de cacao. Todas con un sabor diferente que agrada al paladar más exigente.
Y mientras narra el proceso de producción, Jesús sigue soñando con que un día su marca “El Bateador” esté en todos los supermercados, en los espectaculares de las calles y en los anuncios de televisión ¿Por qué no?…
br>El abuelo del mole
Noe Morales Rivera un día despertó sin trabajo y con más de 55 años se sentó en la cocina de su casa sin saber qué hacer. Su esposa le sirvió un plato de mole que hacía con la receta de su suegra, ese mole que tanto les chuleaban por su celestial sabor tradicional.
“Ahí vino la idea de vender el mole. Era el año 2010 cuando la necesidad me llevó los fines de semana a los mercados de Analco y de los Sapos a vender el mole en bolsitas de plástico. Así empezamos, toreando”, contó mientras le piden dos kilos de 75 pesos cada uno.
Noé jamás pensó que años más tarde empacaría su producto con el nombre de “Mole Real Poblano”, que elaboraría 200 kilos diarios y que exportaría a España, Polonia y Canadá.
“El primer día que salí a la calle solo pensaba en vender lo necesario para asegurar mi vejez y de repente me convertí en empresario con la receta de mole de mi madre y ahora este mole lo comen hasta en los mejores restaurantes del mundo”, contó.
Eliminando el coyotaje de los cafetales.
La Agencia de Desarrollo Rural Mextlali es una organización que trabaja con indígenas de las comunidades de Coyomeapan, Xoquitlán y San Sebastián Tlacotepec, algunas de las comunidades más pobres y en donde prevalecen las etnias náhuatl y mazateca.
Margarita Hernández Vargas quien forma parte de la cooperativa, contó que desde 1990 unieron a los indígenas que tenían pequeños cafetales para capacitarlos en la mejora de sus cultivos, y para que estos se unieran para obtener mejores ganancias eliminando “el coyotaje”.
Explicó que el café que producen es de tan alta calidad por ser libre de químicos, que buscan la denominación “altura” e iniciaron la exportación a Estados Unidos y Francia.
De la uva a la jamaica: lo nuevo del vino tinto.
Raúl López Torres en 2010 recién egresado de la universidad se unió con su primo que había estudiado biotecnología y decidieron fabricar un producto nuevo e innovador, un tinto de jamaica que se comercializa en 200 pesos la botella.
“Real Meratto” fue nombrado como uno de los “100 Imperdibles de México” realizado por la Guía Nacional de Turismo Discovery Quest México y que actualmente lo venden como uno de los vinos especiales de “El Mesón de la Sacristía”.
El mielero magueyero
José Trinidad Rivera López es que Aquixtla y fabrica miel de maguey mezcalero desde hace 15 años. Su producto se vende en Ensenada, Baja California; en Monterrey Nuevo León, en Colima y en la Ciudad de México.
El marcianito de la cerveza
Pablo Hernández es amante de la cerveza. En 2013 surgió la idea poner una fábrica elabora pedidos desde 80 hasta 160 litros que se comercializa en cervecerías de la Av. Juárez con la marca de la casa y que de manera individual se llama “Marcianito”.
De acuerdo con el secretario de Desarrollo Rural, Sustentabilidad y Ordenamiento Territorial, Rodrigo Riestra Piña, otro de los principales cultivos es la vainilla siendo Puebla el número uno en la exportación nacional del producto.
También comentó que se está fabricando vino tinto en viñedos ubicados en las faldas del volcán Popocatépetl y que el 5 de Mayo se presentará la primera botella de tinto con seis meses de barrica.
Otros cultivos que se están consolidando en cadenas productivas dijo son la pimienta, jengibre, piñas, aguacate, tejocote, pitaya e higos. En cuanto a la exportación dijo que se trata de hortalizas a Estados Unidos y en el mercado europeo la miel y la vainilla.