Sara de 9 años vio morir a su hermana. Observó como los remates de una vieja construcción porfiriana la golpearon al desprenderse de una altura de más de diez metros por el sismo del 19 de septiembre.
A un mes de ese funestos hecho, Sara no se recupera de la impresión. Está triste porque vio a “Patito” dar de vueltas en círculos asustada por el temblor, y luego caer fulminada por el impacto de las piedras.
Ambas niñas estudiaban en la escuela oficial Héroes de la Reforma, en la Ciudad de Puebla, que ahora es uno de los sesenta y ocho inmuebles escolares que el gobierno decidió demoler en todo el estado, debido a la grave afectación sufrida por el sismo.
Karla Olivares Pérez, madre de ambas menores recuerda a su Zoe – nombre griego que significa vida-. Le gustaba jugar a ser una princesa de Disney. Decía que era Elsa de Frozen, cita la mujer que lleva un mes de luto.
“Estoy muy dolida; aún no lo puedo asimilar. Tengo muchas cosas en la mente, como ¿por qué estaba mi niña ahí?”, dice al quejarse de las fotos que circularon en medios de comunicación usadas para ilustrar el saldo mortal del movimiento telúrico: la niña tendida en la banqueta, tapada con un suéter rojo y su mochila.
“Quiero que la recuerden sonriendo”, dice su mamá. “A Zoe le encantaban las películas del gato del sombrero, las princesas, Frozen. Decía que era Elsa. Le gustaba mucho cuando le decíamos patito”
Cuando Zoe nació, un 2 de marzo, estaba peloncita, recuerda Karla. “Tenía unos cuantos pelitos y su boquita siempre fue de labios gruesos, parecia patito”.
Luego agrega: “Mi niña, Sara Abigail, vio todo. Ella esta mal, porque le gritaba a su hermanita que corriera, pero la niña solo daba de vueltas, estaba sólita, y gritaba ¿Qué hago? ¿Qué hago? Hasta que se apagó su vocecita”.
“Mi hija (Sara), ya no pudo correr hacia ella (Zoe) porque una maestra la detuvo. La señora del transporte (49 años) corrió hacia Zoe, pero fue demasiado tarde. Primero cayeron las piedras sobre la señora y luego sobre mi niña”, relata.
Justicia
La madre, que a veces parece que se va a quebrar, clama justicias. Primero por el mal estado de la escuela que en un sismo destructivo en 1999, también tuvo derrumbes internos, como el colapsó el techo de la biblioteca que causó también pérdidas humanas. Pese esto aquí narrado. La escuela nunca cerró. Se hicieron las adecuaciones y siguió operando 17 años más, hasta el 19 de septiembre.
Karla, pide justicia. Consideró que la muerte de su hija es responsabilidad de las autoridades estatales, a las que pertenece el inmueble, y al que evidentemente no se le dio mantenimiento. “Nos habían dicho que sufrió daños desde el temblor pasado. Se pidió una cooperación a los padres de familia para restablecer los daños”, agregó.
“Yo pagué un seguro a la escuela. Ahora no me lo quieren hacer valido porque fue un accidente que ocurrió fuera del plantel, y cuando la niña ya había sido entregada, porque salió del preescolar a las 12:30 horas. Pero, la lesión que le ocasionó la muerte fue frente al inmueble esperando a que salieran los alumnos de primaria para luego traerla a la casa”.
Zoe, según el relato de su madre, se quedaba a cargo del servicio de transporte escolar operado por el señor Timoteo Sánchez. Éste tampoco le ha explicado la razón para que los niños de preescolar no estuvieran arriba de la unidad, y andaban deambulando en la banqueta. “No me cabe en la cabeza el por qué tenía que haberse llevado a mi niña afuera”.
Además de Zoe, otra menor falleció a consecuencia de las mala condiciones del edificio antiguo, ubicado en la manzana conformada por las calles 11 sur, entre 11 y 13 poniente. De ahí también salieron maestros y alumnos heridos, sin aún se conozca el saldo.
Karla, finaliza la charla remarcando: “Aún no puedo creer lo que paso. Estoy mal, y lo único que quiero es que se haga justicia a mi niña, no tenía porque estar a esa hora ahí”.