El año que inicia estará lleno de eventos astronómicos, entre las que figura un eclipse anular de Sol, las ocultaciones de los planetas Marte y Júpiter, que podrán ser vistas desde la mayor parte del territorio nacional, Venus brillará intensamente, la Luna tendrá encuentros cercanos muy atractivos con varios planetas, además de muchos otros eventos astronómicos, también recordaremos eventos o personajes de la historia astronómica.
Iniciaremos el año recordando a un gran personaje protagonista de la astronomía de todas las épocas, Galileo. Enero es un excelente mes para llevar a cabo observaciones celestes, dado las condiciones climatológicas de la temporada, esto nos permitirá observar tres cúmulos abiertos y el primer “chaparrón” celeste del año. El planeta rojo será un protagonista este mes, ya que estará bien ubicado para su observación y será cubierto por la Luna. El planeta menor Pallas estará brillando intensamente cuando alcance su oposición y su máximo acercamiento con la Tierra y, como ya mencionamos, tendremos el acercamiento y ocultación de Marte por la Luna; para cerrar con broche de oro, no podían faltar las fases de nuestro satélite natural.
Y sin embargo se mueve…
Esta mítica frase está asociada al famoso físico y astrónomo italiano Galileo Galilei, nacido en Pisa el 15 de febrero de 1564 y fallecido en Arcetri un 8 de enero de 1642. Iniciador de la “Revolución Científica” junto con Johannes Kepler y que llegaría a su máxima expresión de la mano del físico inglés Isaac Newton. En 1595, Galileo se inclinó por la teoría copernicana heliocéntrica, que sostenía que la Tierra y demás planetas giraban alrededor del Sol, dando fin a los antiguos modelos de Aristóteles y Tolomeo, en el que los planetas giraban alrededor de una Tierra estacionaria.
A través de un pequeño telescopio, inventado por el holandés Hans Lippershey en 1609, Galileo quedó fascinado y procede a mejorar este invento. Ya con un equipo mejorado, observa la Luna y menciona “a diferencia de los que la mayoría de la gente sospecha, la Luna no posee una superficie pulida y regular, sino áspera…, está llena de cavidades similares a las montañas y valles de la Tierra, pero mucho mayores». Los descubrimientos de las cuatro lunas de Júpiter, llamadas galileanas (Calixto, Ganímedes, Io y Europa), las fases de Venus y las manchas solares, lo llevaron a contraer enemigos poderosos, fieles seguidores de las teorías aristotélicas y religiosas, lo que le llevó a enfrentar una persecución ideológica que culminaría con un juicio por la Inquisición, se le acusó de introducir doctrinas heréticas y fue sentenciado a prisión domiciliaria hasta su muerte en 1642.
El Cúmulo de la Pequeña Colmena
Dada su notoriedad en el firmamento invernal, el cúmulo abierto M41 seguramente fue detectado desde la antigüedad. Aristóteles lo observó hacia el 325 A.C., pero se considera que fue Hodierna, hacia 1654, quien lo reportó por primera vez. Fue observado también por John Flamsteed en 1702, por Le Gentil en 1749 y fue incluido en el catálogo de Charles Messier en 1765.
Este cúmulo es fácil de ubicar, ya que se localiza en el corazón del Can Mayor, en la constelación del mismo nombre, muy cerca de Sirio, la estrella más brillante del firmamento, a unos 4° al suroeste de ésta. Por ser M41 un cúmulo relativamente brillante, se han podido estudiar y determinar sus parámetros con cierta exactitud; contiene un centenar de estrellas distribuidas en un volumen de unos 26 años luz de diámetro, a una distancia entre 2,300 y 1,600 años luz de la Tierra y tiene una edad estimada entre 190 y 240 millones de años. El cúmulo M41 estará bien ubicado para su observación la mayor parte de la noche y con unos binoculares o pequeño telescopio podremos gozar una magnifica imagen, hacia la parte sureste de la esfera celeste.
Un verdadero chaparrón, las Cuadrántidas
Esta fuerte lluvia de meteoros, las Cuadrántidas, tiene actividad entre el 12 de diciembre y el 12 de enero, con su máximo el 3 de enero. La tasa máxima observable será de 120 meteoros por hora. El radiante, o punto donde aparentemente se origina la caída de meteoros, se encuentra en dirección de la constelación del Boyero. El cuerpo menor 2003 EH1 y el cometa C / 1490 Y1 son los responsables de esta lluvia. El mejor momento para observarlas será unas horas antes del amanecer del día 4 de enero, cuando el radiante se eleve por encima del horizonte noreste de la esfera celeste.
El mejor momento para observar a 2 Pallas
Entre los planetas Marte y Júpiter existe una enorme cantidad de cuerpos pequeños rocosos que conforman el llamado Cinturón Principal de Asteroides, se localizan entre 2 y 4 unidades astronómicas de la Tierra, sus dos mayores cuerpos son el planeta enano Ceres y el asteroide 2 Pallas. Este último objeto fue descubierto en 1802 por el astrónomo alemán Heinrich Wilhelm Olbers mientras hacía observaciones para encontrar y determinar la órbita de Ceres. Fue nombrado así en honor de la diosa griega de la sabiduría, la ciencia y el arte.
Como es de esperarse, el mejor momento para observar un objeto celeste es cuando se encuentra lo más alejado del Sol (en oposición) y lo más cercano a nosotros (en perigeo). Pallas en oposición, cuando el asteroide se localice exactamente al lado opuesto al Sol, es decir, cuando el Sol alcance su mayor distancia por debajo del horizonte a la medianoche y al mismo tiempo, el punto opuesto a él, es el más alto en el cielo nocturno. Pallas en perigeo, cuando el asteroide esté lo más cercano la Tierra, en este caso Pallas pasará a 1.417 unidades astronómicas de nosotros, alcanzando un brillo máximo de 7.7 magnitudes. No obstante, incluso en su punto más brillante, 2 Pallas es un objeto débil más allá del alcance del ojo desnudo, por lo que se necesitan binoculares o un telescopio de apertura moderada para apreciarlo.
Uno de los objetos perdidos de Messier
El cúmulo M47 fue descrito por Hodierna, antes de 1654, como “una nebulosidad entre dos perros”, pero su descubrimiento le fue atribuido hasta que en 1684 quedó asentado en su obra. En 1771, Charles Messier lo encontró y lo designó como b. Messier cometió un error de cálculo al describir su ubicación y, por lo tanto, durante mucho tiempo fue considerado uno de los llamados objetos perdidos de Messier, como lo afirmó John Herschel diciendo “Este cúmulo no ha sido vuelto a observar”. Posteriormente William Herschel, en 1785, lo redescubrió, pero no fue sino hasta 1934 que Oswald Thomas se dio cuenta de que el objeto 47 de Messier era el mismo que la nebulosa catalogada como NGC 2422.
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El cúmulo abierto M47 contiene entre 50 y 100 estrellas brillantes, distribuidas en una superficie de 12 años luz, a unos 1,600 años luz de la Tierra, su edad se estima en 78 millones de años y puede observarse a simple vista como una débil nebulosidad, en un cielo libre de contaminación lumínica, pero siempre será mejor observarlo con unos binoculares o un telescopio pequeño, en dirección de la constelación de Puppis (Popa), hacia la parte sureste de la esfera celeste.
El Pesebre, un cúmulo espectacular
El cúmulo estelar abierto M44, El Pesebre, Praesepe, Cúmulo de la Colmena, NGC 2632, Cr 189 o Mel 88, ha sido observado y descrito desde la antigüedad. Erastótenes lo asoció a los asnos que montaron los dioses Dionisio y Sileno en la batalla contra los Titanes. Aratos, hacia el 260 A.C., lo menciona como “una pequeña niebla”. Hiparco (130 A.C.) lo incluyó en su catálogo de estrellas y lo llamó “la pequeña nube” o “estrella nublada”. Tolomeo lo menciona como una de las siete “nebulosas” de su Almagesto. De acuerdo con Burnham, aparecía en la carta de Johann Bayer (1600 D.C.) como “Nubilum” (“Nube”). Galileo lo define como “nebuloso” y lo notificó: “la nebulosa llamada Praesepe no es una única estrella, sino una masa de más de 40 pequeñas estrellas”. Probablemente fue vista y resuelta en 1611 por Peiresc, el descubridor de la Nebulosa de Orión, y resuelta como un cúmulo por Simon Marius en 1612. Charles Messier la añadió a su catálogo como M44, en 1769.
Actualmente se considera que M44 tiene del orden de 200 estrellas y se localiza a 577 años luz de la Tierra, con una edad estimada de 400 millones de años. Como dato curioso, la edad y la dirección de su movimiento casi coinciden con los mismos elementos de las Hyades, otro cúmulo famoso, por lo que podría creerse que estos dos cúmulos, hoy separados por centenares de años luz, podrían tener un origen común, en alguna gran nebulosa gaseosa difusa que hubiese existido hace 400 millones de años. M44 estará bien ubicado para su observación la mayor parte de la noche, hacia la parte este de la esfera celeste y se necesitarán unos binoculares o un pequeño telescopio para disfrutar este increíble cúmulo.
Ahora lo ves y ahora no lo ves
Astronómicamente hablando, una ocultación es un fenómeno que se lleva a cabo cuando un objeto celeste es escondido, cubierto o encubierto por otro objeto celeste que pasa por enfrente de éste, es decir, pasa entre el objeto antes de 1654 y el observador.
En el caso de ocultamiento de planetas por la Luna, se refiere a que nuestro satélite cubra a un planeta si lo miramos desde la Tierra. Esto es debido al tipo particular de arreglo geométrico entre los cuerpos que lo componen, ya que cada cuerpo celeste, que gira alrededor del Sol, y la Luna, que gira en torno a nuestro planeta, lo hacen en orbitas de diferentes tamaños y velocidades, por lo que suelen quedar alineados, desde nuestro punto de vista.
Este 30 de enero, a las 22:27 (31 de enero a las 04:27 de Tiempo Universal) la Luna pasará frente a Marte y por unos minutos estará ocultando al planeta rojo, en dirección de la constelación de Tauro.
Fases de la Luna (horario del centro de México)
Por: Redacción
Foto: Especial