En el proceso de duelo por pérdida repentina influye mucho el cómo se recibe la noticia de la pérdida, pues desafortunadamente muchas veces los deudos se enteran por medio de redes sociales.
Si bien es cierto que ningún tipo de duelo es sencillo de atravesar, el que sucede cuando menos lo esperamos, es aún más complicado porque no tenemos ningún antecedente que nos prepare, como una larga postración o un diagnóstico previo. Se refiere sobre todo a accidentes o negligencias que provocan un fallecimiento, la pérdida de una extremidad o de capacidades.
Lo más característico de los duelos por pérdidas inesperadas es la sensación de irrealidad, la lucha contra la realidad de la que no esperaban nada negativo como puede ser una intervención quirúrgica programada sencilla, un accidente en un trayecto conocido, es decir, cuando no se espera de ninguna manera, un desenlace fatal. Es por ésta lucha contra la realidad, que muchas veces las primeras reacciones de los de deudos parecen muy tranquilas, serenas e incluso podríamos pensar que frías, pero son tan sólo resultado de dicha irrealidad.
Las reacciones de aparente fortaleza, provienen de mecanismos de defensa básicos, que buscan protegernos del dolor que no esperábamos afrontar y su finalidad es darnos tiempo para poder procesar la información de todo lo ocurrido y dicho tiempo debe ser respetado pues es variable de persona a persona. Es por éste mecanismo inicial que los deudos necesitarán más tiempo para entender lo que ocurrió y centrarán gran parte de su energía hablando de lo sucedido para poder asimilarlo. Es una etapa que estará muy marcada por la angustia, dolor, incomprensión de lo sucedido y sensación de irrealidad que puede presentarse como en oleadas, estando también presente la despersonalización, que es una sensación de estar soñando o viviendo lo ocurrido como en tercera persona, por lo que puede prestarse a sentir que se trata tan solo de una pesadilla.
En éste proceso de entender la realidad que no se esperaba resultara así, es muy común que aparezcan las culpas pensando en los posibles escenarios en los que se pudo haber evitado lo ocurrido, llegando incluso a distorsionar la realidad pensando que hubo señales que avisaron no hacer o hacer determinadas cosas que hubieran cambiado el curso de los acontecimientos y que se ignoraron.
La culpa entonces se convierte en un mecanismo de control de la muerte, buscando con eso, al asumir la responsabilidad, entender el por qué y darle sentido a una muerte repentina que estamos buscando entender, pero no podemos hacerlo desde la irrealidad, pues debemos tomar conciencia de que hay muchos aspectos de la vida que no están en nuestro control y que hay acontecimientos que sencillamente no podemos evitar.
En el proceso de duelo por pérdida repentina influye mucho el cómo se recibe la noticia de la pérdida, pues desafortunadamente muchas veces los deudos se enteran por medio de redes sociales, con fotografías amarillistas y notas alarmistas, de lo ocurrido. En el mejor de los casos, se enteran por medio de alguien que se toma la molestia de avisarles lo ocurrido, pero muchas veces sin tacto. Lo más adecuado es dar la noticia de manera personal, con empatía y sensibilidad, de forma gradual para que su mente vaya anticipando la noticia y se pueda disminuir un poco el impacto emocional.
Lo anterior no quiere decir que no pueda ser posible una pérdida inesperada dentro de una larga enfermedad, pues muchas veces se puede dar en momentos en que la enfermedad está en un periodo estable. El duelo por pérdida inesperada, se refiere por tanto a esos momentos en que no había indicios que éste ocurriera y la lucha contra la realidad que no logra entenderse, es lo que lo hace especialmente angustiante.
Suele ser en la etapa de enojo, cuando se busca la ayuda legal para iniciar el proceso ante las autoridades si es procedente, lo que hace que el duelo se complique un poco más porque se vuelve a recordar lo sucedido, una y otra vez, lo que puede mantener a los deudos en la misma etapa un tiempo más largo de lo habitual. Además de que en muchos casos, se crea la fantasía de que al concluir el proceso legal, también terminará el emocional pero no suele ser así.
Como en cualquier otro duelo, lo más importante al momento de acompañar a un deudo, es tener empatía y dejar que sea la persona en duelo, quien marque el ritmo del mismo, dejándole hablar de lo sucedido varias veces si lo necesita o no hablarlo, si aún no está en disposición de hacerlo. La mejor ayuda siempre es la escucha activa, un abrazo reconfortante y un hombro para llorar.
Desde aquí lamentamos mucho las pérdidas súbitas que han sufrido algunos padres últimamente, tras sucesos repentinos que les han arrebatado a sus hijos e hijas y de los que nos hemos enterado a través de los medios y redes sociales.
Recuerden que esperamos sus comentarios a través de nuestras redes sociales.
¡Hasta pronto! Nos leeremos nuevamente desde el diván.