La polaca, primera del ranking mundial, se consolidó como la tenista más dominante que hay en la actualidad, al coronarse en un torneo que habría sido el último en la carrera de Serena Williams.
Pese a la tremenda calidad que ha mostrado en este año, Iga Swiatek llegó al Abierto de Estados Unidos sin saber qué esperar.
Se quejó de que las mujeres utilizan en Flushing Meadows pelotas un poco más ligeras que las empleadas por los hombres. Nunca había pasado más allá de la cuarta ronda en este certamen. Trataba de acostumbrarse al ruido y las distracciones de Nueva York.
Y tras ver rota su racha de 37 victorias en julio, llegaba al último major de la temporada con una foja de apenas 4-4.
Swiatek doblegó el sábado 6-2, 7-6 (5) a Ons Jabeur en la final, para apoderarse de su primer título en Flushing Meadows y de su tercero en torneos del Grand Slam.
“Es algo que desde luego no esperaba”, reconoció. “Es también como una confirmación de que no hay límites. Estoy orgullosa y también un poquito sorprendida”.
La polaca, primera del ranking mundial, se consolidó como la tenista más dominante que hay en la actualidad, al coronarse en un torneo que habría sido el último en la carrera de Serena Williams.
Supo lidiar con la presión. Y tiene ahora algo más que ver con Williams, a quien admira: La estadounidense era la última tenista ubicada en el primer puesto del escalafón que se había coronado en el US Open, en 2014.
“Siento que en la cancha puedo hacer mi trabajo”, valoró Swiatek. “Y eso me alegra. Estoy contenta por saber que puedo hacer que estas dudas se vayan”.
Swiatek conquistó también el Abierto de Francia en junio y es la primera mujer desde 2016 que se ha llevado dos trofeos de majors en la misma campaña. En aquel entonces, lo consiguió la alemana Angelique Kerber.
“Simplemente no esperaba mucho, especialmente antes de este torneo. Era un momento desafiante, ¿saben?”, dijo Swiatek. Desde luego, este torneo era realmente desafiante, porque es Nueva York, muy ruidoso y loco. Estoy realmente orgullosa por haber resuelto esto en el aspecto mental”.
Swiatek, al igual que Jabeur, viaja con un psicólogo. Hizo falta algo de fortaleza emocional para solventar esta final.
La varsoviana tuvo su primer punto para partido cuando contaba con una ventaja de 6-5 en el segundo set y la tunecina estaba al saque. Justo antes de que comenzara el punto, Swiatek trotó hacia un costado de la cancha para cambiar de raqueta —una decisión inusitada en semejante momento.
Luego, falló un tiro de revés, y Jabeur forzó al desempate, donde tomó una delantera de 5-4. Pero Swiatek se llevó los últimos tres puntos. Se dejó caer de espaldas, sabiendo que era otra vez campeona de uno de los grandes torneos.
Un instante después, estaba recibiendo el trofeo plateado y un cheque de 2.6 millones de dólares como campeona. “Me alegra realmente que el premio no ese en efectivo”, bromeó.
Jabeur, de 28 años, es la primera mujer africana que llega a una final del Grand Slam. Disputaba su segundo duelo por un título a este nivel.
Pero reconoció que Swiatek es muy difícil de vencer actualmente. “Ha elevado mucho el nivel. Eso es grandioso para nuestro deporte” dijo Jabeur, quien ahora tiene una foja de 0-2 en finales, tras sucumbir en julio en Wimbledon. “No soy alguien que vaya a rendirse”.
Los seguidores de Jabeur en el graderío llevaban camisetas negras con un mensaje en letras blancas que decía “Yalla Habibi” (Vamos, mi amor, en árabe). “Estoy segura de que volveré a una final”, prometió.
Más temprano, los australianos John Peers y Storm Sanders ganaron la final de dobles mixtos, 4-6, 6-4, 10-7 a Edouard Roger-Vasselin y Kirsten Flipkens.
Este domingo, el español Carlos Alcaraz se enfrenta al noruego Casper Ruud, en la final individual de hombres. El ganador será también primero del ranking de la ATP a partir del lunes.