Se ve el amor como limitante, como una pérdida de libertad y se opta por relaciones de bolsillo, hechas a la medida, que se sacan cuando se necesitan
En la actualidad se habla mucho de lo efímero, lo inmediato, en todos los sentidos y las relaciones afectivas no son la excepción pues como si de cualquier servicio de streaming se tratara, las aplicaciones de citas nos ofrecen la posibilidad de elegir o descartar a alguien tan sólo por una fotografía que hace las veces de trailer de la persona presentándonos un avance por medio de sus gustos, llenados de antemano en un formulario, pero que no representa más allá de lo que queramos ver. No niego que muchas relaciones exitosas puedan iniciar en alguna aplicación de citas, pero al igual que conocer a alguien en una fiesta o presentado por un amigo en común, el compromiso se hace indispensable y pareciera que cada vez estamos menos dispuestos a ello.
Zygmunt Bauman se refiere a éste tipo de relaciones, como “líquidas” ya que se disuelven con facilidad al no estar basadas ni el compromiso ni en los vínculos para pasar a otra y así sucesivamente. Elegimos conexiones en vez de vínculos porque eso nos permite dejar la relación “más suelta” para poder terminarla en el momento que decidamos, con el menor dolor posible, porque en éste momento donde se nos dice diariamente que lo mejor está por venir, ¿para qué comprometernos en una relación buena, si más adelante puede venir otra mejor y así sucesivamente? es decir, debemos tener cierta libertad para soltar la relación en la que estamos y “avanzar” a una mejor, pero esto en realidad funciona como si al llegar a una nueva casa, no termináramos nunca de mudarnos dejando todo en cajas, con la expectativa de encontrar una casa mejor.
Esa constante duda es la que lleva a que el amor sea visto como limitante, como una pérdida de libertad y se opta por relaciones de bolsillo, hechas a la medida, que se sacan cuando se necesitan (Sí, el típico “¿Dónde andas, perdida?” ¿Nos vemos?”) y se guardan cuando no. Es entonces cuando se califica de “intenso” a alguien que no está dispuesto a guardar la relación mientras no la “use”. Entonces empezamos a tener miedo al amor, porque lo asociamos al dolor e incluso lo vemos como una consecuencia, pero debe quedar claro que no es el amor el que provoca dolor, sino ésta insatisfacción que nos lleva a no vincularnos profundamente y crecer en conjunto, sino a buscar conexiones cómodas, que terminan por no ser suficientes, porque tan sólo responden al deseo que al ser satisfecho, deja de tener sentido y es sustituido rápidamente por un nuevo deseo y gracias a las redes sociales, por un nuevo objeto del deseo, pues se pueden tener varias relaciones líquidas simultáneas que nos hacen sentir deseados, importantes, sin tener que invertir más que unos cuantos mensajes al día.
Las relaciones líquidas al no basarse en vínculos, obviamente no contienen empatía, ni afecto real, se ve al otro como un mero objeto que se puede utilizar y en el mejor de los casos, ambos están conscientes de dicha condición pero desafortunadamente en muchos otros, una de las partes no quiere o no puede darse cuenta. No creo que de ninguna manera sea una causa única, pero estoy convencida de que éstos fenómenos influyen en los crecientes feminicidios en el mundo entero, porque nos estamos acostumbrando a ver a los demás como objetos para satisfacer deseos y prueba de ello, son las aplicaciones de citas que básicamente son catálogos humanos donde buscamos aquello con lo que podamos satisfacer lo que buscamos.
Esto no es resultado únicamente de la conducta de las personas, sino resultado de una sociedad que el filósofo polaco también ha atinado a llamar sociedad líquida, porque está sujeta a a constantes cambios, que nos exigen flexibilidad, adaptación y versatilidad, lo que nos provoca una sensación de fragilidad constante, que compensamos a través de las redes sociales que se han vuelto la fuente de validación que necesitamos, pues como serie de ciencia ficción, nuestra vida se mide en likes y seguidores, que son tan efímeros como el agua, sumergiéndonos de nuevo en la liquidez que caracteriza nuestro tiempo.
¿Es posible sobreponerse a la liquidez? Sí, con autenticidad que no significa el famoso ser “único y diferente” sino conectar profundamente con quienes somos y lo que queremos, para poder mostrarnos a los demás y que nos conozcan, para así poder conocerlos y establecer un compromiso, pues independientemente de si se trata de una amistad o relación de pareja, es indispensable para construir una relación duradera.
Dejemos de tener miedo y arriesguémonos a amar, pues debemos estar conscientes que parea obtener, tenemos que dar algo y el resultado no puede ser malo cuando di lo mejor que pude. Si una relación termina, no se lleva con ella lo que invertimos, pues eso es nuestro y podemos recuperarlo, pues de eso se trata el sanar y conlleva siempre crecimiento. La vida consiste en aprender y mejorar, aunque eso muchas veces conlleve salir de nuestra zona de confort, pero ten por seguro que siempre valdrá la pena.
Espero que les haya parecido de interés y que seamos más conscientes del tipo de relaciones que tenemos y queremos en un futuro. Recuerden que esperamos sus comentarios a través de nuestras redes sociales.
¡Hasta pronto! Nos leeremos nuevamente desde el diván.