Mientras los precios de cereales y aceites vegetales tocan los niveles más altos de su historia, los fertilizantes se disparan amenazando la producción global de alimentos
Una crisis tras otra. La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación, FAO, aseguró que el Índice de Precios de los Alimentos, que monitorea variaciones mensuales de los precios internacionales de alimentos, alcanzó una media de 159,3 puntos en marzo, lo que representó un 12,6% más que en febrero.
El dato es el más alto del que se tenga registro e incluso superó el alza de la crisis financiera global de 2008. El organismo afirma que la Guerra en Ucrania, que inició el 24 de febrero tras una ofensiva militar rusa, ha provocado el aumento del 17,1% en el precio de los cereales, incluyendo el trigo y otros como la avena, la cebada y el maíz.
Ambos países en conflicto representan alrededor del 30% y el 20% de las exportaciones mundiales de trigo y maíz, respectivamente. «Está claro que estos precios tan elevados de los alimentos requieren una acción urgente», aseguró Josef Schmidhuber, subdirector de la División de Mercados y Comercio de la FAO.
La subida más fuerte se registró en los aceites vegetales, que avanzó un 23,2% respecto a febrero, impulsado por el aumento de las cotizaciones del aceite de semillas de girasol que se utiliza para cocinar. Esto porque Ucrania es el primer exportador mundial de aceite de girasol, y Rusia el segundo.
La guerra «va a afectar a toda la producción del mundo»
Según los expertos, el efecto de la guerra se sentirá durante meses, y en una amplia gama de cultivos, sobre todo por el aumento de precios de los fertilizantes. «Va a afectar a toda la producción del mundo», sentenció David Laborde, investigador principal del Instituto Internacional de Investigación sobre Políticas Alimentarias.
El problema consiste en que, los elevados precios del gas y la energía, una crisis que el mundo arrastra desde antes de la guerra, afectan directamente a la producción de fertilizantes.
Por ejemplo, para producir amoníaco y urea, componentes clave de los fertilizantes nitrogenados, se requieren buenas cantidades de gas natural. Yara Internacional, un gigante de los fertilizantes europeo, aseguró que recortó su producción para hacer frente al aumento de la energía.
Según ellos, el 80% del costo de fabricación de fertilizantes a base de nitrógeno proviene de la energía.
“El nitrógeno es el nutriente más empleado por los cultivos y los fertilizantes nitrogenados minerales, los más utilizados por los agricultores. Esto es principalmente cierto para los cereales, que reciben más de la mitad de los fertilizantes minerales nitrogenados y de los que depende buena parte de la nutrición de las personas y de los piensos para animales”, cita un estudio de The Conversation.
La publicación agrega que “hoy en día entre un tercio y la mitad de la producción de alimentos para la humanidad depende directamente de la aplicación de los fertilizantes nitrogenados”.
Tomando en cuenta que Rusia representa el 15% de la producción global de fertilizantes nitrogenados y el 17% del comercio global de fertilizantes potásicos, “la falta de estos fertilizantes podría desembocar en un alza del precio de los alimentos, con consecuencias impredecibles”, cita el portal.
“El precio de los fertilizantes nitrogenados está intrínsecamente ligado al precio de la energía. Más concretamente, al de los combustibles fósiles que se utilizan para su síntesis”, explica The Conversation.
Varios países de Europa y Asia Central dependen de Rusia para suplir el 50% del suministro de fertilizantes. Un problema al que América Latina no escapa. Para Brasil, los fertilizantes provenientes de Rusia y Ucrania representan el 85% de sus importaciones.
Los países menos desarrollados, altamente afectados
Una escasez de fertilizantes y su actual aumento de precios representa una amenaza para la elevada inflación que enfrenta el mundo, según expertos.
El aumento es peligroso porque datos del Programa Mundial de Alimentos, PMA, revelan que casi 283 millones de personas de 81 países enfrentan actualmente inseguridad alimentaria aguda, y otros 45 millones de personas están por cruzar la línea de la hambruna.
Ucrania fue el mayor proveedor de alimentos del PMA en 2021. La producción de alimentos que ahora está en riesgo por la guerra se destina a países menos desarrollados. Unos 45 países importan un tercio del trigo de los dos países en guerra y otros 18 importan más del 50% de ese trigo.
Egipto, Libia, Somalia, Sudán, Yemén y República Democrática del Congo son los primeros en resentir la escasez de alimentos, mientras que el resto del mundo la reciente con el aumento de precio de los combustibles y sin duda, ya genera un malestar social que revive el fantasma de la crisis financiera de 2008, cuando miles salieron a las calles descontentos por las alzas.