En 1981, el papa Juan Pablo II inició la tradición de bautizar a los hijos de los empleados de la Santa Sede
El papa Francisco bautizó el domingo a 16 bebés en el esplendor de la Capilla Sixtina, recuperando una tradición vaticana con décadas de historia que se vio interrumpida el año pasado por la pandemia del coronavirus.
Como ya hizo en el pasado, el pontífice trató de tranquilizar de inmediato a los padres diciéndoles que se asegurasen de que los bebés, con vestidos de encaje y volantes y envueltos en suaves mantas de lana, no pasaban demasiado calor durante la larga ceremonia en la sala que acoge los cónclaves secretos en los que los cardenales eligen a los papas. Además, dijo a las madres que se sintiesen libres de amamantar a sus hijos si tenían hambre, bajo los techos pintados cubiertos por los frescos de Miguel Ángel y “ante el Señor sin ningún problema”.
“Por favor, ellos son los protagonistas” de la ceremonia, dijo Francisco refiriéndose a los pequeños. “Y si lloran, déjenles llorar, porque tienen un espíritu de comunidad, digamos, un espíritu de pandilla” y si uno llora, los demás también “y enseguida hay una orquesta”, añadió con tono desenfadado.
Al pedir el bautismo para sus hijos, los padres se comprometen a “que aprendan a amar a dios y al prójimo”, dijo Francisco a cada uno de los progenitores. Y para enfatizan la enseñanza de su papado de atender a las necesidades de quienes viven en los márgenes de la sociedad, eligió a su monaguillo oficial, un cardenal polaco, para celebrar la misa con él.
Uno de los niños bautizado, cuyo padre falleció, recibió el agua bautismal, símbolo de la eliminación de los pecados, en brazos de su madre.
En 1981, el papa Juan Pablo II inició la tradición de bautizar a los hijos de los empleados de la Santa Sede, y desde 1983 la ceremonia se celebra en la Capilla Sixtina. El año pasado, como parte de las precauciones contra el COVID-19, Francisco no celebró el acto.
F. AP News