A medio día, una pala mecánica empieza a remover los escombros de las viviendas afectadas,
La flama de una veladora señala el lugar donde está el cadáver de la primera víctima de la explosión de un taller de pirotecnia.
Es la calle Central, esquina con avenida 3 Poniente, Santiago Tenango, municipio de General Felipe Ángeles.
La mayoría del pueblo ve con asombro los restos de la casa de la familia Nieto Vázquez.
La minoría trata de retirar los escombros.
En el fondo de ese predio convertido en banco de tiro, hay otros cuatro cuerpos sin vida.
Un hombre y dos mujeres rezan y lloran.
En la madrugada, este pueblo veía a las primeras víctimas
Todavía salía humo, tras la explosión y el incendio, cuando los cuerpos cubiertos con sábanas destacaban por las flamas de las veladoras que señalaban la congoja pic.twitter.com/XVBI3cOzwB— Fernando Pérez Corona (@ferperezcorona) December 7, 2021
De a poco, humo blanco sale del interior de este inmueble.
En forma acelerada, la estela se hace más grande.
La gente ayuda a los bomberos con la manguera para sofocar el reinicio del incendio
Para entonces, el reporte oficial es de cinco muertos.
A media madrugada, en la azotea de una casa de dos pisos, es encontrada una adolescente.
El estallido lanzó a la menor de edad seis o siete metros de altura.
Murió.
Sus padres todavía guardaban la esperanza de encontrarla con vida.
Es una de las historias de la tragedia.
Valeria Ibáñez Nieto tomó la decisión de visitar a sus padrinos precisamente esa noche de lunes.
Salió de su casa, encontró a su papá, quien le pidió que regresara rápido porque ya iban a cenar.
Eran las 7:30 de la noche.
Presurosa, caminó calle y media. En la puerta, encontró al hijo de don Tomás Nieto que iba a la tienda.
Uno salió y la otra entró.
Unos segundos después vino el estallido. Ella murió y el niño que le permitió la entrada, solo escuchó a la distancia el sonido ensordecedor.
“Dios así lo quiso y se llevó a mi bebé, desgraciadamente no podemos hacer nada ya”, dice Vicente, quien era padre de esta niña de 13 años de edad.
En el pueblo todos sabían que la familia Nieto Vázquez fabricaba cohetes, según Pedro Ibañez, quien junto con sus hijos regresa al barrio de San Juan para descubrir que sus casas de la 3 Poniente resultaron afectadas por la explosión: videos rotos, bardas colapsadas, puertas resquebrajadas…
“Ya se les había dicho una vez que debían encontrar otro lugar (para fabricar cohetes); pero no hicieron caso y se enojaron con nosotros”, refiere el hombre de 75 años, quien recuerda que iba con Tomás Nieto a la escuela cuando eran niños, que eran amigos.
“Lo material, no hay problema, lo malo son las vidas de los vecinos que se perdieron”, lamenta.
?❗ Con pala mecánica, tras concluir búsqueda de cadáveres, empiezan a retirar escombros de las 6 viviendas afectadas, en Santiago Tenango, Felipe Ángeles por explosión de polvorín.
Urbano | Noticias México
Más información ℹ https://t.co/CmDHMuTkzz pic.twitter.com/PwjM0Ps4y8— URBANO? (@urbano_noticias) December 7, 2021
Al salir el sol, el control queda en manos de la Guardia Nacional y el Ejército Mexicano.
La Policía Estatal apoya a los uniformados federales.
A medio día, una pala mecánica empieza a remover los escombros de las viviendas afectadas, sobre todo la que se derrumbó en la explosión, después que la Fiscalía General del Estado (FGE) realizó las diligencias de levantamiento de cadáver.
Atrás de las cintas amarillas de plástico con la leyenda: peligro, dos mujeres no paran de llorar. Recuerdan a su papá. Desvelan que eran sus hijas. Familiares tratan de consolarlas, sin éxito.
Voluntarios de Seguridad Ciudadana, civiles en tareas de vigilancia, tratan de ordenar el poco tráfico en el pueblo.
Crispin Nieto vive a dos calles del lugar de la tragedia. Él y su familia veían la televisión, cuando sucedió la explosión. “Pensé que estaba temblando porque se cimbró todo, por lo que salí corriendo”.
A una calle de la zona cero, está la casa de José Luis Pérez, quien refiere que en ese momento de la explosión pensó que “había tronado una bomba; pero, no. Abrí la ventana y ví la segunda explosión. Nos dimos cuenta que había explotado el polvorín”.
Crispín y José Luis aseguran que la familia Nieto Vázquez tenían un polvorín a las afueras del pueblo, que en esta ocasión fabricaban cohetes, cuando un accidente provocó el estallido; “no sabemos cómo trabajaban”, admite.
En la entrada a la comunidad, una familia descubre que se han roto dos ventanas. Cerca de ahí, en otras viviendas descubren lo mismo. La escena se multiplica varias veces. Los daños son más grandes entre más cerca están los inmuebles del lugar de los hechos.
Por la parte trasera, un bombero saca a una perra que logró salvarse.
El tamaño de sus mamás revela que daba de comer a sus cachorros, los cuales no han corrido con la misma suerte, también han muerto.
En la acera de enfrente de la casa de la familia Nieto Vázquez, está una vivienda con los cristales rotos, por donde una mujer abre la cortina para negar la entrevista.
El viento mueve la tela con estampados en rosa y deja entrever una veladora que resume el duelo de una familia, de un pueblo.