Estos temores no son infundados. Cada ser humano nuevo viene acompañado de una huella de carbono.
Antes de casarse con su esposo, Kiersten Little lo consideraba un padre ideal. “Siempre vivimos con la mentalidad de casarnos y tener hijos”, relató. “Era algo esperado”.
Es decir, algo que esperaban, hasta que la pareja hizo un viaje de ocho meses por carretera después de que Little obtuvo su maestría en salud pública de la Universidad de Carolina del Norte en Chapel Hill.
“Cuando estuvimos en el oeste —California, Oregón, Washington, Idaho— condujimos por zonas en las que todo el bosque estaba muerto, los árboles derribados”, narró Little. “Pasamos por el sur de Luisiana, que fue azotado por dos huracanes el año pasado, y pueblos enteros habían sido arrasados, con enormes árboles arrancados de raíz”.
Ahora, con 30 años de edad y dos de matrimonio, Little aseguró sentir “el peso del conocimiento”. La pareja ve el desastre creciente al leer los últimos informes sobre el cambio climático y los foros sobre el hielo del Ártico. La ansiedad respecto a tener hijos se ha hecho presente.
“En el último año pensé: ‘Dios mío, tengo que tomar una decisión; no falta tanto tiempo’”, dijo. “Pero no sé cómo podría cambiar de opinión. En los próximos diez años, siento que solo habrá más razones para no querer tener un hijo, no al revés”.
Estos temores no son infundados. Cada ser humano nuevo viene acompañado de una huella de carbono.
En una nota dirigida a los inversionistas el verano pasado, los analistas de Morgan Stanley concluyeron que el “movimiento para no tener hijos debido a los temores sobre el cambio climático está creciendo y repercutiendo en los índices de fertilidad con más rapidez que cualquier otra tendencia anterior en el ámbito del descenso de la fertilidad”.
Sin embargo, hay un debate intenso en torno a la idea de que tener menos hijos es la mejor manera de abordar el problema. En una entrevista con Vox en abril, Kimberly Nicholas, climatóloga y coautora de un estudio de 2017 sobre los cambios de estilo de vida más eficaces para reducir el impacto climático, dijo que la reducción de la población no era la respuesta.
“Es cierto que más personas consumirán más recursos y producirán más emisiones de gases de efecto invernadero”, dijo Nicholas. “Pero en realidad ese no es el plazo relevante para estabilizar el clima de verdad, dado que tenemos esta década para reducir las emisiones a la mitad”.
No obstante, la preocupación parece estar ganando adeptos. Entre los adultos sin hijos en Estados Unidos que fueron encuestados por Morning Consult el año pasado, uno de cada cuatro citó el cambio climático como una de las razones por las que no tienen hijos en la actualidad.
Otra encuesta realizada en 2018 por Morning Consult para The New York Times reveló que, entre los adultos jóvenes de Estados Unidos que dijeron que tenían o planeaban tener menos hijos que el número que consideraban ideal, el 33 por ciento mencionó el cambio climático, mientras que el 27 por ciento mencionó el crecimiento demográfico como una preocupación.
Aunque las preocupaciones económicas siguen siendo primordiales, pues un 64 por ciento citó el costo elevado del cuidado de los hijos, el 37 por ciento mencionó la inestabilidad global y el 36 por ciento, la política nacional. Para algunos, todas estas cuestiones van de la mano. En 2020, el índice de natalidad en Estados Unidos descendió por sexto año consecutivo, una caída del cuatro por ciento que se cree que se aceleró debido a la pandemia.
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