El impacto real de la pandemia aún no se mide, advierte el doctor Salvador Pérez Mendoza, de la Facultad de Economía.
El crecimiento de la pobreza en México es un fenómeno constante desde hace años y los efectos de la pandemia aún no están del todo analizados en este contexto, sobre todo en los grupos más vulnerables y en factores vinculados a la educación, atención a la salud pública y canasta básica. Por ello, es urgente replantear las políticas públicas y analizar por qué el gasto en desarrollo social no impacta de forma adecuada, señaló el investigador de la Facultad de Economía, Salvador Pérez Mendoza.
Al considerar los informes del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), los cuales revelaron que entre 2018 y 2020 el número de personas en situación de pobreza creció de 51.9 a 55.7 millones -3.8 millones más- y la pobreza extrema pasó de 8.7 a 10.8 millones de personas, el doctor Pérez Mendoza consideró que estas cifras apuntan a la necesidad de reestructurar y adecuar las políticas públicas de combate a la pobreza.
Insistió en la contradicción que esto refleja, ya que el país es considerado como emergente. “Tiene potencialidad y crecimiento económico; México ocupa el lugar 11 en actividad económica y es el número 8 en términos de tamaño de población, además se ubica como el país intermedio con mayor posibilidad de competitividad”.
Aunado a estos factores, el investigador señaló que el país comparte una frontera de 3 mil kilómetros con Estados Unidos, que lo hace parte de esa economía por el intercambio comercial que existe. Por ejemplo, el 80 por ciento de las exportaciones de México se destinan a la economía norteamericana y parte de los componentes de los productos de mayor exportación en México vienen de ese país.
“El problema es que casi 50 por ciento de la población está clasificada en situación de pobreza y la preocupación radica en que no se logra reducir ese margen que pone al país en una situación continua de rezago social, sobre todo con grupos altamente vulnerables”, añadió.
Mayor gasto público, más pobreza
Los cuestionamientos sobre lo que está pasando se tienen que plantear desde los gobiernos anteriores que instauraron apoyos y programas para “combatir” la pobreza. En los años 80, recordó el investigador, durante el sexenio de Carlos Salinas de Gortari se dio a conocer que México era un país pobre y con ello iniciaron programas sociales como “Solidaridad”. Sin embargo, desde entonces y hasta nuestros días los mecanismos para reducir la pobreza siguen sin lograrlo.
“De acuerdo con datos del Coneval, en 2008 había 49.5 millones de personas en situación de pobreza. Para el 2020 se sumaron alrededor de 6 millones de pobres. Entre el 2010 y 2018 estas cifras fluctuaron, porque en 2014 la pobreza que era de 55.3 millones disminuyó a 52.4 en el 2018, pero entre 2018 y 2020 aumentó a poco más de 3 millones el número de pobres”.
El doctor Salvador Pérez Mendoza indicó que estas mediciones se correlacionan con el gasto público en desarrollo social, con respecto al Producto Interno Bruto (PIB), el cual siempre es la referencia de lo que se produce en valor en un año. El académico destacó que en 2008 el gobierno federal destinó 10.7 por ciento del PIB en gasto público para el desarrollo social, cuando había 49 millones de pobres, mientras que en 2020 fue de 12.4 por ciento. Pese a este aumento no se dieron los resultados esperados.
Los más afectados por la crisis
Otro dato del Coneval que subrayó el académico, así como de la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares 2020 (ENIGH), es que la población que gana entre un salario mínimo (decil 1) y hasta más de 10 salarios mínimos (decil 10) ha sufrido de distinta forma el impacto económico, pues las cifras revelan que los más afectados fueron quienes tenían ingresos más altos que los que se mantienen en la medición más baja de deciles.
Al citar a la ENIGH, el doctor Pérez Mendoza refirió que a nivel nacional en 2016 el ingreso anual promedio era de 57 mil 742 pesos y para 2020 bajó a 50 mil 309 pesos. La encuesta también mostró que los deciles más bajos (con un ingreso anual promedio de 9 mil 770 pesos) crecieron 0.4 por ciento en 2020 (9 mil 938 pesos), y aunque no es significativo el incremento, el cambio no implicó una reducción. En cambio, los deciles más altos que en 2016 tenían un ingreso anual promedio de 202 mil 768 pesos, bajaron para 2020 a 163 mil 282 pesos.
“Esta reducción probablemente se deba a un reajuste en las actividades económicas, sobre todo entre el 2018 y principios del 2020, algo que no incluye los efectos de la pandemia porque la encuesta fue aplicada en junio de 2020, para ese momento ya había cierto impacto, pero no de la magnitud de lo ocurrido en los siguientes periodos. De igual forma, los datos del Coneval son hasta julio de 2020 y no consideran del todo la pandemia; los resultados de esta se verán sobre todo en 2021 y ahí tendremos que analizar lo que se llama pobreza laboral producida por esta contingencia sanitaria”.
Puebla, segundo estado con más pobres
Para el investigador en Economía Urbana, probablemente los ajustes de política económica que se aplicaron entre 2018 y 2020 tuvieron un mayor impacto en la caída de ingresos, sobre todo para aquellos que tienen más de seis salarios mínimos. No obstante, no dejó de lado otros factores como la reducción en la inversión pública por parte del sector gubernamental.
“No hubo la suficiente capacidad para acompañar el gasto público en desarrollo social con gasto público en inversión y creación de infraestructura y esto depende también de cada entidad”.
Al referir la situación por estado, el doctor Salvador Pérez destacó el caso de Puebla, que pasó a ser el segundo estado con mayor pobreza, después de Guerrero, esto a pesar de que la entidad representa la octava economía a nivel nacional con un aporte importante al PIB gracias a su actividad industrial.
En su reciente informe, el Coneval reveló que en Puebla se calculan 300 mil nuevos pobres que se suman a los que ya estaban clasificados en situación de pobreza extrema, pobreza moderada y pobreza por alimentación.
“Creo que el problema central del municipio de Puebla y la zona conurbada es la existencia de grupos vulnerables, como la población originaria o indígena; en términos generales, 44 por ciento, se muestra con pobreza extrema. Otro grupo son los discapacitados, de ellos el 39 por ciento también está en situación de pobreza extrema. Adicional a esto existe la brecha salarial que aún padecen las mujeres que entran al mercado laboral, pero que ganan menos que los hombres, ese problema no está resuelto y además hay mujeres que son jefas de familias y esta disparidad las hace más vulnerables. De hecho, 35.9 por ciento del total de la población femenina está en situación de pobreza extrema”.
El investigador mencionó el problema del analfabetismo como otro indicador de pobreza y vulnerabilidad, de ahí que se pronunciara por reorientar el tipo de gasto que se requiere para una política económica de desarrollo regional más orientada a grupos mayormente vulnerables, a fin de reducir esa tendencia de crecimiento de la pobreza.
“Los gobiernos municipales deben poner especial atención en los ejes más importantes, servicios básicos: agua potable, drenaje, alcantarillado, recolección de basura; mientras que el gobierno federal, la reestructuración de políticas concretas en atención a la salud pública. Se espera que por la pandemia crezca el número de pobres hacia 2030; por eso la importancia de ajustar las políticas públicas, federales y estatales, para que incidan realmente en los rubros mencionados, así como en la educación, que también se verá muy afectada”.
Para el doctor Salvador Pérez, aunque el panorama es inquietante, no es imposible salir adelante: se requieren estrategias que tomen en cuenta el análisis de la academia para plantear alternativas a largo y mediano plazos, y enfocar mayor atención a los grupos vulnerables.