Elia Irigoyen García, directora general de Vinculación, puso al día al auditorio en cuanto al quehacer institucional de los últimos meses.
Las reuniones de la Comunidad de Egresados de la IBERO Puebla se caracterizan por el reencuentro entre colegas y la convivencia alegre con tintes nostálgicos. La edición dedicada a los exalumnos de Tlaxcala, en cambio, se convirtió en un espacio seguro para la reflexión, la meditación y el intercambio de saberes pandémicos en lo referente a la salud emocional.
En su mensaje de bienvenida, la Mtra. Elia Irigoyen García, directora general de Vinculación, puso al día al auditorio en cuanto al quehacer institucional de los últimos meses. Mientras el campus universitario alberga hasta a 2,000 estudiantes diariamente desde el arranque de la vida híbrida, el nuevo domicilio de la Prepa IBERO Tlaxcala espera los últimos permisos para cortar el listón; los presentes fueron invitados a apadrinar dicho evento.
Al igual que los acontecimientos del día a día, las emociones también son diversas, cambiantes y simultáneas. Se trata de respuestas frente a estímulos externos o internos que, al ser interpretadas, se convierten en sentimientos de mayor duración. Su complejidad no solo se relaciona con la naturaleza de cada persona, sino con las condiciones del exterior.
Ser conscientes de nuestras sensibilidades puede resultar abrumador. Un primer paso en el diálogo con las emociones propuesto por la Mtra. Blanca Victoria Romero es el nombramiento: saber qué ocurre con el cuerpo, la mente y el espíritu propios para comenzar a comprenderlo y gestionarlo.
La profesora de la IBERO Puebla señaló durante la reunión que la pandemia ha reconfigurado la realidad a niveles estructurales que, inevitablemente, influyen en el ser interior. La volatilidad del entorno nos ha llevado a aprender, a veces por la fuerza, a ceder: “querer tener demasiado control en estos momentos puede desencadenar pensamientos negativos”.
La charla se tornó dinámica y llena de ejercicios. A través de las “esferas de influencia”, el foro aprendió a identificar qué elementos de la cotidianidad pueden ser controlados por uno mismo y cuáles dependen de factores externos. Al aceptar todo aquello que está fuera de nuestro alcance, es posible enfocar la energía en una productividad sana: ocuparse, no preocuparse.
Esta adaptabilidad individual construye la resiliencia, aunque también son de suma importancia los círculos sociales tanto a nivel psicológico como hormonal. “Al momento de estar en contacto con alguien se liberan oxitocinas, la ‘hormona de la confianza’ que hace que me sienta más segura”.
Algunos factores de riesgo que indican la necesidad de atención psicológica especializada son insomnio, cambios de humor, desórdenes alimenticios, irritabilidad, conflictos en las relaciones interpersonales, entre otros.
Aunque se asume como optimista, Blanca Romero asegura que una perspectiva positiva extrema puede derivar en enfermedades somáticas, así como una banalización de los problemas y la negación de la experiencia emocional humana. En su lugar, las perspectivas radicales deben ser reemplazadas por la aceptación y validación de la experiencia vital en su complejidad y diversidad.
Para hacer frente al estrés, la especialista recomendó identificar las situaciones que desencadenan el malestar, confrontar el problema cuando es posible cambiarlo y aprender a regular la respuesta emocional (mas no controlarla). La gestión saludable de las emociones puede darse a través del apoyo social, la aceptación de responsabilidades, la planificación de solución de problemas y la reevaluación positiva de las situaciones.
Cuando una emoción fuerte domina al sistema límbico se suprimen las funciones racionales del cerebro. Ante estos fenómenos, la ruta más rápida de vuelta a la calma es la respiración diafragmática regular. “Cuando inhalo y exhalo profundamente durante cinco o diez minutos, la sangre regresa a la corteza cerebral y se puede pensar con más tranquilidad”.
Tras una primera práctica de inhalación consciente, Romero señaló que otras actividades como cantar, llorar, escribir o hacer ejercicio también contribuyen al crecimiento postraumático para la adaptación. Ante cuadros de estrés o negatividad, concluyó, la escucha activa a los estímulos internos y externos puede hacer la diferencia. “Es tan malo hablar cuando se debe callar que callar cuando se debe hablar”.
Conmovida por el último ejercicio de meditación guiada, Elly Castillo, representante del Capítulo de Egresados de Tlaxcala, recalcó la importancia de destinar unos instantes del día a día para atender las necesidades afectivas y emocionales. “Nuestro cerebro nos va indicando cosas que muchas veces no queremos escuchar y que conectan directamente con nuestro corazón”.
El encuentro entre egresados de la IBERO Puebla originarios de Tlaxcala concluyó con una plática sobre el fondo de becas de la Institución, así como la tradicional rifa de obsequios y descuentos para participar en actividades formativas, varias de ellas relacionadas con el desarrollo humano.