Ecologistas alertan que dicha actividad se ubicaría a solo 30 kilómetros de la Reserva Nacional de Pingüinos de Humboldt.
“¿Cómo es posible que una de las zonas mejor estudiadas por la ciencia y que establece que se trata de un lugar único e irremplazable esté hoy en peligro por el interés de una empresa que quiere instalarse con dos minas a tajo abierto y un megapuerto en medio de este ecosistema?”, se pregunta Liesbeth van der Meer, directora de Oceana Chile.
El sector medioambiental chileno sigue sorprendido con la decisión de la Comisión de Evaluación Ambiental de la Región de Coquimbo (COEVA), que aprobó el proyecto Dominga, el pasado 11 de agosto.
“Dominga es un proyecto minero portuario ubicado en la comuna de La Higuera, 70 kilómetros al norte de la ciudad de La Serena. Producirá anualmente 12 millones de toneladas de concentrado de hierro y 150.000 toneladas de concentrado de cobre. Con una inversión de 2.500 millones de dólares generará 10.000 puestos de trabajo directos durante su construcción y 1.500 en su operación”, apunta la compañía Andes Iron, titular del proyecto, a través de un comunicado.
Con un periodo de actividad previsto para un par de décadas, la cercanía de esta iniciativa al Archipiélago de Humboldt, un conjunto de ocho islas e islotes que resguardan uno de los ecosistemas más ricos del mundo, en el que transitan 560 especies marinas, entre ellas, el pingüino de Humboldt, alarma a los expertos consultados por DW. El proyecto se ubicaría a solo 30 kilómetros de la Reserva Nacional de Pingüinos de Humboldt, donde se encuentran las Reservas Marinas Isla Chañaral, Isla Choros e Isla Damas.
Un ‘hot spot’ muy codiciado
En este sentido, recuerdan que se trata de un hot spot (un punto caliente) de biodiversidad y un hope spot (lugar de esperanza) para la humanidad. “Es el hábitat de distintas especies de ballenas y del 80% de la población mundial del pingüino de Humboldt”, dice a DW Van der Meer, que también destaca los beneficios sociales de este patrimonio natural para las comunidades locales.
“Gracias al potencial de Archipiélago de Humboldt y lo rico de su biodiversidad, hoy en día el ecoturismo y el turismo experiencial se ha transformado en una de nuestras principales fuentes de trabajo”, explica a DW Elías Araya Barrera. “Pertenezco a la tercera generación de los changos Barrera en punta de Choros, dedicados a la vida marina en todas sus formas, somos pescadores, recolectores buzos…”, agrega orgulloso, recordando que “la cultura changa, la gente de mar, lleva más de 10.000 años viviendo a las pies del Archipiélago de Humboldt de manera sustentable y en armonía con nuestro entorno”.
Araya teme las consecuencias de la puesta en marcha del proyecto ya que “el turismo y la pesca se verán fuertemente afectados. Además, el ámbito cultural, social y nuestra calidad de vida se verán afectados por dicho supuesto desarrollo”.
En el pasado, tres proyectos termoeléctricos amenazaron la zona, explica a DW Cristo Díaz, vocero del Movimiento Chao Pescao, creado hace más de una década para proteger la Reserva Nacional Pingüino de Humbodlt. Aunque este movimiento logró frenar la creación de estas infraestructuras, se empezó a gestar el proyecto minero.
De vuelta a un pasado turbio
Además de la ubicación, la controversia en torno al proyecto reside en que éste ya había sido rechazado años atrás. “El proyecto minero portuario Dominga fue rechazado en su evaluación ambiental por presentar diversas falencias ambientales y técnicas dentro de las que se encuentran el haber subestimado su área de influencia y sus impactos junto con presentar información de línea de base insuficiente”, recuerda Van der Meer.
No obstante, “la empresa apeló ante el tribunal ambiental aduciendo que el rechazo fue ilegal, cuestión que fue respaldada por el Tribunal Ambiental y ordenó que el proyecto se volviera a votar. Sin embargo, los opositores al proyecto impugnaron esa sentencia ante la Corte Suprema, instancia que estableció que el rechazo al proyecto fue legal y ordenó al Tribunal Ambiental a volver a revisar el proyecto, pero desde el punto de vista técnico y ambiental”, explica la directora de Oceana Chile.
“En esta segunda revisión el Tribunal Ambiental nuevamente hace caso omiso al fallo de la Corte Suprema y por segunda vez, omite la revisión del fondo del caso y ordena una nueva votación de este proyecto”, aclara, recordando que la misma se llevó a cabo el pasado 11 de agosto. “En vez de examinar el proyecto de manera detallada, el tribunal hizo más bien una evaluación ambiental alternativa, cuestión para la que no tienen facultades, reconociendo las falencias del proyecto y exponiendo distintas medidas para mejorarlo”, lamenta.
“Es realmente extraño y también es un proceso absolutamente aberrante porque indica que aun cuando ha sido rechazado pueden revivirlo y eso da un mensaje muy malo tanto al sector privado como también obviamente a la ciudadanía”, dice a DW Maximiliano Bello, asesor ejecutivo de Políticas Públicas del Océano de la organización Mission Blue, que considera que la iniciativa “resurge porque han habido muchas presiones para poder sacar este proyecto”.
“El proyecto Dominga ha sido cuestionado desde sus inicios por estar involucrado en financiamiento ilícito a altos funcionarios del gobierno así como por haber sido revisado a nivel central y no por los expertos técnicos regionales como lo hacen la mayoría de los proyectos en nuestro país”, critica Van der Meer. “Esto lleva a pensar que es este proyecto en particular el que ha pasado por una evaluación ambiental exprés y privilegiada”, agrega.