Es penoso que no haya tenido siquiera el tiempo de buscar que la mayoría de las mediciones respecto del trabajo de Rivera Vivanco reportan un rechazo.
La joven senadora Minerva Citlalli Hernández Mora vino a Puebla la semana pasada a cometer todos los errores de una política que, con mucha ilusión, aspira a ser profesional, pero que está todavía muy lejos de ser la representante popular y la líder social que sueña.
El pasado 5 de mayo, la legisladora de 31 años de edad realizó una gira por el estado de Puebla, para apoyar a algunos de los candidatos -sólo a los cómodos a su grupo- del Movimiento Regeneración Nacional (Morena), partido en el que es secretaria general y debiera serlo para todos los militantes.
Sin conocimiento siquiera geográfico, mucho menos político, de nuestra entidad, la senadora que nació en la Ciudad de México un 29 de abril de 1990, vino a decirnos a los poblanos que, por ejemplo, la alcaldesa con licencia, Claudia Rivera Vivanco, “ha hecho un trabajo sobresaliente”.
Es penoso que Minerva Citlalli no haya tenido siquiera el tiempo de buscar en Internet que la mayoría de las mediciones respecto del trabajo de Rivera Vivanco reportan un rechazo de casi 80 por ciento entre los poblanos y poblanas de la capital del estado.
Fue deshonesta como funcionaria partidista al declarar que “Claudia ha hecho un gobierno importante, sobresaliente en la capital”.
Estas aseveraciones de Minerva Citlalli Hernández Mora ofenden -como dicen los políticos como cantaleta- a Puebla y a los poblanos, porque pareciera que les habla a párvulos y se erige con una autoridad moral en esta entidad, que nadie le ha concedido, además de que escandalosamente evidencia su desconocimiento sobre Puebla.
Con los oídos bien envenenados y la novatez a flor de piel, la senadora con licencia que apenas en su ejercicio presentó tres iniciativas como promovente en lo individual -aunque se sumó a muchas otras de sus compañeros en la Cámara Alta- luego enfiló sus críticas contra su compañero de partido, el gobernador Miguel Barbosa.
Le reprochó el “golpeteo constante” contra Claudia, otra vez, sin conocimiento de la entidad y sus circunstancias políticas, ni sociales.
La ignorancia y la candidez son una mezcla peligrosa, pero además, en el caso de la senadora con licencia de la Ciudad de México, habrá que decir en su descargo, que fue utilizada como instrumento de ataque, por un par de envenenadores de Morena, que buscan vender la idea de que el delegado de Bienestar, Rodrigo Abdala Dartigues, tiene madera para ser candidato a la gubernatura en 2024.
(Los otros odiadores de siempre del equipo de las Vivanco no son novedad y por ello están ausentes en este relato).
Minerva Citlalli comenzó su gira por Puebla, del miércoles pasado, con un desayuno en Ajalpan, al que llegaron quienes después viajarían con ella -junto con el candidato de ese municipio, Aldo Hernández Vargas-, hacia la ciudad de Puebla: dos personeros de Abdala, los funcionarios de Bienestar Iztac Hernández Quiterio (suplente del diputado federal Alejandro Carvajal Hernández) y César Addi Sánchez Salinas, subdelegado regional de la secretaría federal.
En principio, los dos nada tenían que estar haciendo en un acto partidista con otros candidatos, pero eso lo deberá juzgar la Contraloría de la dependencia.
De acuerdo con testigos, “Iztac y César Addi le pegaron, pero machín al ciudadano”, en alusión a que llenaron a Citlalli de odio contra el gobernador.
La utilizaron, la chamaquearon y ella evidenció su novatez y candidez como política.
Un dato muy interesante, como para explayarnos sobre éste después: cualquier referencia que uno halla sobre estos dos personeros de Abdala, documentalmente o en referencias directas con sus compañeros de partido, tienen que ver con presunta corrupción en el manejo de los programas de Bienestar.
De esas cosas, cualquier político profesional se entera antes de escuchar palabras envenenadas.
Minerva Citlalli no.
Ella hoy recorre el país, en su carácter de secretaria general del Comité Ejecutivo Nacional (CEN) de Morena y seguramente podrá evitar quedar en ridículo la próxima vez, si antes de visitar una entidad consulta Google.